Domingo VI de Pascua (A)

27-4-08 DOMINGO VI DE PASCUA (A)

Hch. 8, 5-8.14-17; Slm. 65; 1 Pe. 3, 15-18; Jn. 14, 15-21




Queridos hermanos:
- Si estáis atentos en estos días de Pascua y escucháis las lecturas que se hacen en la Misa, veréis que se resume todo en esto: 1) Jesús fue ajusticiado en la cruz; 2) Dios Padre lo ha resucitado y devuelto a la VIDA; y 3) los hombres y mujeres que han tenido la suerte de ver a Jesús resucitado, enseguida se vuelcan por todas partes para dar testimonio de ello, pues no quieren quedarse ellos solos con esta gran noticia, sino que la quieren compartir con los demás. Así, en la primera lectura de hoy se nos dice que
Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
También en estos días de Pascua un grupo de cristianos, los pertenecientes al Camino Neocatecumenal (Kikos), están saliendo por Oviedo para predicar simplemente que Cristo vive y que Cristo nos ama. ¿A ver quién de nosotros se atrevería a ir por las calles, por las casas (como los Testigos de Jehová) e ir predicando a Jesucristo VIVO y RESUCITADO? ¿A ver quién de nosotros se atreve a proclamar esto en nuestras propias casas, ante nuestros amigos y compañeros de trabajo o de estudio? Hay muchas clases de experiencias de lo que sucede en estos casos. Esta semana recibía un correo electrónico en el que me narraban la experiencia de una tarde de predicación. Dos personas fueron a la Residencia Sanitaria de Oviedo y sucedió esto:
Ayer salí de misión, fuimos a la Residencia para hablar con los enfermos. Te diré que me vine muy incómoda, mal a gusto y triste. Nunca me había sucedido antes, pues siempre que salí, pasara lo que pasara, yo regresaba con una gran alegría interior. No fue así ayer. Bien es verdad que no fue una experiencia agradable, ya que poca gente se mostraba interesada en el tema. Acaso esto podría parecer una humillación, pero esto, de verdad, creo que no me importó. Sí en cambio que me hizo daño y me dolió el palpar el gran rechazo que hay hacia Jesucristo. Parece que este nombre…, es cómo si les hablaras de un enemigo. A mi me da mucha pena ver a personas enfermas, con problemas serios, y que, ni aún en esa situación, no necesiten algo más y manifiesten este rechazo. ¡Andrés, que pena!, qué puede esperar esta gente y los que están con ellos, que en algún caso nos invitaron a irnos, porque en su opinión el paciente necesitaba descansar. Luego te queda la duda ó la seguridad de que no has sido un buen heraldo, y no has tenido el empuje suficiente para mostrarles el amor de Dios. Esto me ha servido para ver mi poca fe, ya que iba muy nerviosa, sin ninguna gana y sin saber cómo entrar mejor, pero lo más importante es que he conocido a personas que están sufriendo y necesitan ayuda, aunque ellos no sean conscientes; por eso, ya que ellos no quisieron que les hablásemos de Dios, yo le he hablado a Dios mucho de ellos. Y espero que me haya escuchado.
Andrés, estoy ya tan acostumbrada a moverme en un círculo, que más ó menos piensa como yo, que me asusta y mucho el comprobar la tremenda increencia que existe; además, es curioso, parecen peores los mayores, los que han crecido en un ambiente cristiano, y eso me parece aún más triste. Pues los que mejor nos ‘escucharon’ fueron dos chicos de cuarenta y tantos años. Y fue el padre de uno de ellos, el que nos invitó a marchar. ¡Que triste me parece todo esto!, y repito: no es por lo que piensen de mi; es por el rechazo a Jesucristo.”

- Este testimonio es muy duro, pero refleja perfectamente la realidad que se está viviendo en Asturias, en España, en Europa y en el mundo occidental: hay un rechazo explícito a Dios, a Jesucristo y, mucho más a todo lo que suene y huela a Iglesia (esto mismo sucede incluso entre los propios bautizados, ¿no es cierto?). Pero, ¿de qué nos extrañamos si esto mismo ya nos fue anunciado por Jesús el día antes de ser crucificado, según nos narra el evangelio de S. Juan, que hoy leemos? “El mundo no puede recibirlo (al Espíritu) porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.” Esta es la terrible realidad: para unos está clarísima la existencia de Dios, el perdón de Cristo, la necesidad de la Iglesia, pero para otros todo esto son quimeras, inventos del pasado y engaños. Estos últimos no pueden recibir el Espíritu de Dios, porque ni lo ven ni lo conocen.
En esta situación, ¿qué hemos de hacer, qué nos pide Cristo que hagamos? Se nos dice a través de la 2ª lectura de hoy: Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia.” Cristo Jesús nunca impone su presencia, su perdón y su divinidad. El la ofrece, la regala, la presenta y los hombres, cada hombre en particular decide si la acoge o no, si la acepta o no. Así lo hizo Jesús a la Samaritana, que lo aceptó. Así Jesús con Mateo, que lo aceptó. Así hizo Jesús con Nicodemo, con el centurión romano, con Pedro, con los Magos de Oriente y con tanta y tanta gente, que lo aceptaron. Pero del mismo modo lo hizo Jesús con el joven rico, que lo rechazó. Así lo hizo Jesús con Judas, que lo rechazó. Así lo hizo Jesús con lo gerasenos (los dueños de los cerdos que se tiraron por el acantilado), con los fariseos, con los saduceos, con los de aquel pueblo que no acogieron a Jesús ni a sus discípulos, y Juan y Santiago querían enviarles rayos del cielo, con el rey Herodes…, que lo rechazaron.
También nosotros debemos proponer, ofrecer la verdad salvadora y que da paz, perdón y felicidad a los hombres. Debemos explicar en lo que creemos, lo que vivimos, lo que amamos, lo que esperamos… sabiendo que unos lo aceptarán, otros lo rechazarán, y otros lo ignorarán. Cristo Jesús nos pide a nosotros sembrar. A Dios le corresponde que la semilla prenda, germine, crezca, dé fruto y sea cosechada. ¿Qué sabemos nosotros de lo que fue y será de la semilla plantada por esta persona del Camino Neocatecumenal mediante su predicación, luego mediante su oración y finalmente con su sufrimiento por la cerrazón de los hombres ante el Salvador del mundo?