Domingo XIV del Tiempo Ordinario (A)

6-7-08 DOMINGO XIV TIEMPO ORDINARIO (A)
Zac. 9, 9-10; Slm. 144; Rm. 8, 9.11-13; Mt. 11, 25-30

Queridos hermanos:
- Me encanta este evangelio que acabamos de escuchar. Ya me cautivó siendo yo seminarista. En su parte primera dice Jesús: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor”. A lo largo de mi vida de fe he visto que esto se ha hecho realidad en personas muy diferentes y en los países más distintos y distantes. En efecto, quien está en contacto frecuente con el Señor y se abre humildemente a su presencia empieza a ver la vida y las personas de otra manera: Deja de ser retorcido, de ser desconfiado, ve la parte buena de los demás, se le quita el resentimiento, se vuelve comprensivo con los demás, percibe la presencia de Dios en todo y en todos… Recuerdo que, cuando estaba de párroco en Taramundi, había una señora anciana que vivía con su marido casi inválido, con un hijo soltero mayor y que iba a lo suyo, y con su hija de unos 35 años de edad y que tenía el síndrome de Down. Quisiera que hubierais visto la fe tan grande que esta madre había inculcado a su hija, sobre todo en la Virgen María, quisiera que hubierais visto el amor que se percibía casi sensiblemente de la madre hacia la hija, y la paz y seguridad que la hija tenía al lado de su madre. A mí me llamaba esto la atención y me empecé a fijar en esta anciana porque, cuando yo empezaba la Misa y hacía la señal de la cruz y luego decía “el Señor esté con vosotros”, ella siempre respondía: “y con ‘su’ espíritu”. No decía “y con tu espíritu”, pues al cura no se le podía tratar de tu, pues era un ministro del Señor. En el rostro de esta anciana se reflejaba paz, serenidad, alegría profunda. Siempre he pensado que esta señora estaba más cerca de Dios que el cura párroco y que otras muchas personas. Para mí vivía la santidad ante el desconocimiento de todos, menos de Dios. Dios se reveló a esta señora humilde y sencilla, y me encomiendo a ella, que ya estará en el Reino de los cielos. Ciertamente en ella se cumplía este evangelio de hoy.
En esta misma línea quisiera poneros otros ejemplos de gente que, por su sencillez, humildad y candidez, saborean al Señor y Este les revela su corazón: Hace un tiempo me vino un correo adjunto por Internet en el que se ponían algunas frases de niños entre 4 y 8 años referidas al amor. Las preguntas las hicieron psicólogos y recogieron las que les parecieron más significativas. Vamos a ver qué es el amor a través de los ojos y la experiencia de estos niños, y a través de sus palabras palparemos a Dios y lo que Dios les ha revelado y enseñado:
“Amor es cuando alguien te incomoda, y tú, aunque estés muy enojado, no gritas, porque sabes que hieres sus sentimientos.” Mateo, 6 años.
“Cuando mi abuela se enfermó de artritis, ella no se podía agachar para pintarse las unas de los pies; mi abuelo, desde entonces, pinta las uñas de ella, aunque él también tiene artritis.” Rebeca, 8 años.
Amor es cuando una niña se echa perfume y el niño se echa loción para después de afeitarse; ellos salen juntos y se huelen.” Carlos, 5 años.
“Yo sé que mi hermana mayor me ama, porque ella me dio todas sus ropas viejas y tuvo que salir a comprar ropas nuevas.” Lorena, 4 años.
“Amor es como una viejita y un viejito que son muy amigos todavía, aunque se conocen hace mucho tiempo.” Tomás, 6 años.
“Cuando alguien te ama, la forma de decir tu nombre es diferente.” Patricio, 4 años.
“Amar es cuanto tú sales a comer y ofreces tus patatas fritas sin esperar que la otra persona te ofrezca las patatas fritas de ella.” Cristina, 6 años.
“Amor es lo que sentimos en la Navidad, cuando tú paras de abrir los regalos y los escuchas.” Roberto, 5 años.
“Si tú quieres aprender a amar mejor, debes comenzar con un amigo que a ti no te guste.” Maggie, 6 años.
“Cuando tú hablas con alguien de ti, sobre una cosa mala, aunque sientas miedo de que esta persona no te ame más por este motivo, ahí tú te sorprendes, ya que no sólo te continua amando, como ahora, sino que te ama más todavía.” Quena, 7 años.
“Hay dos tipos de amor: nuestro amor y el amor de Dios, mas el amor de Dios junta los dos.” Jaime, 4 años.
“Amor es cuando la mamá ve al papá sucio y con mal olor, y dice que él es más bonito que Robert Redford.” Cristina, 8 años.
“Durante mi presentación de piano, yo vi a mi papá en la platea levantando su mano y sonriendo. Era la única persona haciendo esto, y yo no sentía miedo.” Marcela, 8 años.
“No deberíamos decir ‘te amo’ sino cuando realmente lo sentimos, y si lo sentimos, deberíamos decirlo muchas veces. Las personas se olvidan de decirlo.” Jessica, 8 años.
“Amor es cuando tu perro te lame la cara, aunque tú lo dejas solo el día entero.” Ana, 4 años.
“Dios debería haber dicho algunas palabras mágicas para que los clavos se cayeran de la cruz, mas El no lo hizo. Esto es amor.” Max, 5 años.
- Finalmente, quisiera decir algunas palabras de las últimas palabras de Jesús en el evangelio de hoy: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.” Hoy en que estamos todos tan estresados, con tantos problemas, con tantas carencias afectivas y de cariño; hoy día en que hay una competitividad exacerbada, que hay codazos para ser los primeros, para que no me quiten mi parte de la herencia, para que se reconozcan mis derechos; hoy día en que tanta gente es pisoteada y despreciada; hoy día en que crece la soberbia, la apariencia, el querer ser más que los demás…; hoy día es más necesario que nunca volver nuestro rostro, nuestro corazón y nuestro espíritu a Jesús, y escuchar sus palabras de paz: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis vuestro descanso.”
¡Cuántas veces he oído a personas que se ponen ante Jesús o ante Dios o ante la Virgen María y desahogan, y la paz los llena! Sus problemas no se han solucionado, pero ahora están de otra manera. Pues con Dios, todo sigue igual, pero todo es distinto.