Domingo XXX del Tiempo Ordinario (A)

26-10-08 DOMINGO XXX TIEMPO ORDINARIO (A)
Ex. 22, 20-26; Slm. 17; 1 Tes. 1, 5c-10; Mt. 22, 34-40



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Queridos hermanos:
- El otro domingo os decía que sólo podrá ser misionero y anunciar el mensaje de Dios aquel que haya tenido un encuentro personal con Jesús, como la tuvo S. Pablo. Y sólo quien haya tenido esta experiencia personal podrá amar a Jesús y a Dios. Así ha sucedido en los casos de los santos, como S. Francisco de Asís, y de tantas otras personas a lo largo de la historia. Sólo podemos amar lo que conocemos y, para amar a Dios como Cristo nos pide en el evangelio de hoy (“’Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.’ Este mandamiento es el principal y primero”), hemos de conocerlo de una manera muy intensa. ¡Cuánto más lo conozcamos, más lo amaremos!
En otras homilías ya me he detenido en analizar el amor a Dios, y en el día de hoy voy a fijarme en la segunda parte del evangelio de Jesús, es decir, en el amor al prójimo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Para los santos, el amor al prójimo procede únicamente del amor a Dios. Sólo Dios es la fuente del amor, sólo El puede darnos el verdadero amor, sólo El puede enseñarnos a amar. Y este amor al prójimo debe ser algo concreto: amor son acciones y no buenas razones, dice un refrán.
* En la primera lectura de hoy se nos dicen cuatro modos concretos de amor al prójimo: “No oprimirás ni vejarás al emigrante [...] No explotarás a viudas ni a huérfanos […] Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo.”
El primer modo está aún vigente hoy día. Ciertamente hay inmigrantes que engañan o roban en España, pero también es cierto que hay inmigrantes que son engañados, robados y estafados en España. Nosotros no podemos hacer esto. Pero no solamente no podemos hacerles daño, sino que Cristo Jesús nos pide que les amemos.
El segundo modo se refiere a los más desvalidos. En tiempos de Jesús eran las personas que no tenían pensiones de orfandad o de viudez; ahora se puede referir a cualquier persona que tenga cualquier tipo de necesidad o que esté en inferioridad.
* Pero el amor concreto no es simplemente dar una limosna o hacer una caridad. También es amor educar a nuestros niños. Y para explicar esto tomaré un decálogo de Emilio Calatayud, un juez famoso en España por sus sentencias con los jóvenes, que más que castigar, busca ayudarlos. Y hacer esto que indica el juez (educar) es más difícil que dar un cachete o que consentir a los niños. El decálogo está redactado de modo sarcástico, pero se entiende perfectamente lo que se quiere decir, o sea, que se actúe al revés de cómo aquí se dice: “1) Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pide. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece. 2) No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente. 3) Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas. 4) No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad. 5) Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatillas, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás. 6) Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura. 7) Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño. Así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por culpa del propio niño, quede destrozada para siempre. 8) Déle todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar. 9) Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustración. 10) Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarle. Y cuando su hijo sea ya un delincuente, proclamad que nunca pudisteis hacer nada por él.” Cuando transcribía todo esto me vinieron a la memoria los tres jóvenes que en Cataluña fueron juzgados por asesinar a una mujer en un cajero prendiéndole fuego. Vi al padre de uno de ellos en Tv diciendo que estaba destrozado. Por todo esto pienso que educar a los niños, adolescentes y jóvenes es una forma sublime hoy día (y siempre) de amar a nuestro prójimo más próximo: a nuestros hijos.
* También se ha de realizar el amor concreto en la vida matrimonial. Seguramente yo tengo una visión sesgada, ya que, como estoy en el Tribunal eclesiástico, veo cada semana muchos matrimonios rotos y no sólo hay matrimonios rotos o fracasados… No obstante, sí que creo que la vida conyugal ha de ser un lugar privilegiado para la expresión máxima del amor humano y… del divino: 1) En el matrimonio ha de existir respeto: respeto a las ideas del otro, a la manera de ver la vida del otro. Un marido no puede pretender imponer sus ideas a su mujer, ni viceversa. El fin del matrimonio no es que el otro se convierte en una fotocopia o en un clon del uno. 2) En el matrimonio debe de existir libertad en el diálogo. Se puede y se debe hablar de todo, y no hay porqué estar de acuerdo en todo. No puede haber temas tabú en el matrimonio de tal manera que no puedan ser tratados, porque hay discusión o riña segura. 3) En el matrimonio debe de existir abundantes expresiones de cariño, tanto de palabra como en los gestos. Cada uno tiene su personalidad y su forma de ser, pero el cariño debe ser expresado. Lo necesita el propio cónyuge y lo necesita el otro cónyuge.
Se podrían decir muchas más cosas, pero lo dejamos aquí para no alargarnos.
- En el día de ayer nuestro Arzobispo, D. Carlos, realizó la consagración de Asturias a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Covadonga. Para ello la Cruz de la Victoria “viajó” desde la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo hasta Covadonga, en donde tuvo su origen. Ello significó que el Hijo fue a visitar a la Madre. Y allí D. Carlos presentó ante María a todos los hombres y mujeres de Asturias para que los bendijera, los protegiera y quedaran dedicados a Dios.
Como consagrados que estamos a María, a través de su Hijo crucificado, procuremos actuar en nuestra vida diaria como dignos hijos de tal Madre.