Domingo I de Cuaresma (B)

1-3-2009 DOMINGO I CUARESMA (B)
Gn. 9, 8-15; Sal. 24; 1 Pe. 3, 18-22; Mc. 1, 12-15
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Queridos hermanos:
- El inicio del evangelio que acabamos de escuchar dice así: “el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían”. En este pequeño y bello texto están contenidos los significados fundamentales del tiempo de Cuaresma que hemos iniciado el Miércoles de Ceniza. Hemos de mirarnos en el espejo de Jesús para transitar por su camino, para pisar sus mismas huellas. En efecto, es el Espíritu de Dios quien nos empuja amablemente hacia el desierto, hacia este tiempo de Cuaresma. Esta no es creación de hombres, sino de Dios. Dios nos regala estos cuarenta días, hasta el 5 de abril. ¿Y qué sucede en el desierto, en la Cuaresma? Se nos dice en el evangelio de hoy:
1) En esta Cuaresma somos tentados por Satanás para que pequemos contra nuestro Dios. Somos tentados por Satanás, el cual procura quitarnos la paz, la esperanza, la fe, el amor, la ilusión, la alegría del Señor. Somos tentados por Satanás para que pongamos, en lugar de Dios, otros dioses y otras seguridades.
2) En esta Cuaresma viviremos entre alimañas, o sea, entre sufrimientos físicos o morales, entre alegrías banales, entre ruidos y prisas, entre miles de razones para ocuparnos de cosas sin importancia. Y todo esto pueden ser las “alimañas”, que procurarán distraernos del Señor. Entendía muy bien esto Sta. Teresa de Jesús, quien cantaba y hacía cantar a sus monjas: “Vea quien quisiera rosas y jazmines, que, si yo te viere, veré mil jardines. No quiero contentos, mi Jesús ausente, que todo es tormento a quien esto siente. Sólo me sustente tu amor y deseo. Véante mis ojos, muérame yo luego”.
3) En esta Cuaresma los ángeles nos sirven. No sólo experimentamos en la Cuaresma a Satanás y a sus “alimañas”; también experimentamos los consuelos y auxilios de Dios a través de sus santos ángeles y de sus consolaciones. Experimentamos a Dios a través de su Palabra que nos acompaña, de los sacramentos y de la ayuda de los hermanos en la Iglesia de Dios.
- El Espíritu nos empuja hacia la Cuaresma, que es tiempo de abrir todas nuestras casas sucias y oscuras, dejando pasar al viento del Espíritu para que las limpie y que entre todo el sol de Dios. La Cuaresma es tiempo para escuchar la Palabra poderosa de Dios que rasgue los escudos y castillos que nos aíslan de Dios y de nuestros hermanos. La Cuaresma es invitación al silencio de los ruidos exteriores e interiores para escuchar al único que tiene Palabras de Vida y Palabras Eternas. La Cuaresma es dejarse penetrar por el Jesús manso y humilde de corazón para que nos contagie y nuestras entrañas sean de piedad y de misericordia para con los demás. La Cuaresma es salir al encuentro del hermano y ponernos a su servicio enseguida, pues en él descubrimos el rostro de Cristo. La Cuaresma es aprender a vivir despojado de tantas cosas superfluas, que nos pesan y nos hacen daño y, además, así podremos compartirlas con otros hermanos nuestros. La Cuaresma es aceptar al otro, con sus valores y limitaciones y, aceptándolo, aprender a amarlo, pero no desde el corazón (pues esto es tantas veces imposible), sino desde la fe y desde Dios. La Cuaresma es aceptarnos a nosotros mismos, con nuestros valores y limitaciones, y con nuestra historia personal, pasada y presente. La Cuaresma es aceptar los acontecimientos de cada día, lo bello y lo feo, lo bueno y lo desagradable, lo fácil y lo difícil, los éxitos y los fracasos, las alabanzas y los insultos, la consolación espiritual y la sequedad. La Cuaresma es vivificar, no matar, llenar la vida de frutos de justicia y caridad. En definitiva, la Cuaresma es convertirnos de un hombre pecador en un hombre santo.
- ¿Cómo hemos de hacer para vivir esto, para superar estos cuarenta días de Cuaresma, para ser dóciles al Espíritu y no sucumbir a las tentaciones de Satanás y a los ataques de las “alimañas”? Cristo Jesús nos propone unos medios. Son los mismos que El utilizó, y viene expuestos en el evangelio que escuchamos el Miércoles de Ceniza: ayuno, limosna y oración. El primero nos libra de nuestros impulsos y esclavitudes. El segundo nos abre a las necesidades de los demás. Y el tercero nos abre a Dios. Vamos a explicar un poco más estos medios. Cada uno tendrá que adaptarlos a su persona y a sus circunstancias. En realidad, os estoy indicando que hagáis un plan para la Cuaresma. Mejor proponerse poco y cumplirlo, que llenarse de propósitos que quedan en el papel o en la mente.
1) El ayuno cristiano no tiene como finalidad adelgazar, sino domi­nar nuestras pasiones, nuestros gustos y apetencias. Es el domi­nio de nosotros mismos para estar completamente disponibles para Dios. No es mi cuerpo el que me ha de dominar, sino yo el que he de dominar a mi cuerpo, y después mi voluntad la pondré en manos del Padre para que haga de mí lo que quiera. Con el ayuno cumplimos el mandato de Jesús “Y dirigiéndose a todos, dijo: ‘El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará’” (Lc. 9, 23-24). También San Pablo escribía: "Cada atleta se impone en todo una disciplina; ellos para ganar una corona que se marchita, nosotros una que no se marchi­ta...; boxeo de esa manera, no dando golpes al aire; nada de eso, mis golpes van a mi cuerpo y lo obligo a que me sirva" (1 Co. 9, 25.27). Podemos ayunar de comida, pero también de bebidas, de TV, de café, de tabaco, de dulces, etc. Una advertencia: Tened cuidado con el ayuno no os sirva para crecer en soberbia. Si conseguimos ayunar, es por puro don y gracia de Dios.
El ayuno sólo obliga el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y desde los 18 hasta los 59 años. La abstinencia de comer carne en España obliga los viernes de Cuaresma desde los 14 años hasta la muerte. Si a alguno le parece una tontería no comer carne, por favor, que lo haga y así será dócil, obediente y humilde al Señor. Más quiere el Señor nuestra obediencia y humildad que todos los sacrificios. Por eso, haremos lo uno… y lo otro. Así se comportaron los santos y así hemos de hacerlo nosotros.
2) La limosna, que consigue que nuestra atención se vuelva a los hermanos, sobre todo hacia los más necesitados. La limosna de nuestros bienes, de nuestras cosas, de nuestro tiempo, de nuestro cariño... "No serás una buena cristiana si el dolor de la gente que te rodea te es indiferente", decía un cura asturiano a una feligresa suya. Este cura ya ha fallecido, pero esta señora tiene grabado en su corazón el mensaje que le fue dado. Recordad las palabras de San Juan: "Nadie puede amar a Dios a quien no ve, si no ama a los hermanos a los que ve".
3) La oración, que hace que nos volquemos en Dios. De este modo iremos consiguiendo el mandamiento principal y primero de Jesús: "amarás a Dios con toda tu mente, con toda tu alma, con todo tu cuerpo, con todas tus fuerzas, con todo tu ser." El amor a Dios y el amor de Dios nos plenifica y nos hace felices. La oración es el medio por el cual Dios se comunica con nosotros y nosotros con Dios. Cuando Jesús fue empujado por el Espíritu al desierto, Dios se comunica con nosotros,a de Dios.oberbia. props. El segundo nos abre a las necesiddades año.os que nos aislan de Dios y la razón fundamental fue para orar. En mi vida de cada día tengo tiempo para todo, para trabajar, para comer, para dormir, para ver TV, para los amigos, y ¿para Dios? Pues bien, en esta Cuaresma Cristo nos por pide mayor tiempo de ora­ción (hay un seminarista que en Cuaresma, en vez de a las 7, se levanta a las 6 de la mañana y hace oración desde esa hora. Hay obreros que ponen por la mañana un cuarto de hora antes el despertador para poder comunicarse con Dios Padre).
Termino con un consejo que daba Jesús en el evangelio del Miércoles de Ceniza ante el ayuno, la limosna y la oración: Cuando ayunemos, cuando oremos, cuando demos limosna –nos decía Jesús- que no sepa nuestra mano izquierda lo que hace la derecha, sino nuestro Padre del Cielo, “y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará”.