Domingo XXVI del Tiempo Ordinario (B)

27-9-2009 DOMINGO XXVI TIEMPO ORDINARIO (B)
Nm. 11, 25-29; Sal. 18; Sant. 5, 1-6; Mc. 9, 38-43.45.47-48

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Queridos hermanos:
- Como sé un poco de alemán, en diversas ocasiones varias parejas jóvenes de españoles y alemanes me han llamado en Oviedo para celebrar sus bodas. Se trataba de chicos españoles y alemanes que se conocían, enamoraban y decidían casarse. Normalmente eran los españoles quienes dejaban su país, su trabajo, sus amigos, sus costumbres, sus familias… para irse a Alemania de forma definitiva. Aunque se van con la persona amada, renunciar a todo eso supone un gran sufrimiento, desazón, incertidumbre, pero lo hacen porque aman y son amados. Quizás algunos de vosotros hayáis tenido que hacer esto y podéis comprender lo que estoy diciendo.
Esta introducción viene a tratar de explicar algunas afirmaciones del evangelio de hoy: “Si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir al abismo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado al abismo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado al abismo, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga”. Estas frases siempre me han sorprendido y me han parecido durísimas, pero puedo entenderlas en el sentido de lo que he contado al inicio de la homilía. Y es que seguir a Jesucristo es con mucho lo mejor que alguien puede hacer en el mundo y en su vida. Así lo dice el salmo de hoy: “La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma”. Bien, ¿qué estamos dispuestos a hacer por Dios, por Jesús? ¿A qué estamos dispuestos a renunciar por El? En palabras de Jesús: ¿Quiero estar por toda la eternidad, empezando ya ahora mismo, con El o quiero estar lejos de El? Por su amor, ¿estoy dispuesto a renunciar a lo que El me pida? ¿Prefiero entrar en el cielo cojo, tuerto, manco o prefiero entrar “enterito” en el infierno? Porque lo uno o lo otro lo vamos fabricando nosotros mismos ya, aquí y ahora: es decir, yo estoy entrando ahora entero (con mis deseos, gustos, opiniones, voluntades) en el infierno; o yo estoy entrando “no entero” (cojo, manco, tuerto) en el cielo, cuando renuncio a lo que me conviene, a lo que me gusta…, pero que es totalmente contrario a Dios y a su evangelio. Pero sucede algo sorprendente, y es que los más “cojos, tuertos y mancos”, para este mundo que nos rodea, son en realidad los más enteros, como Teresa de Calcuta, San Francisco de Asís, el santo cura de Ars…, y lo más enteros, para este mundo que nos rodea, están en realidad “mancos, cojos y tuertos”. Sólo en Dios estamos de verdad enteros. Sólo sin Dios nos faltan tantas cosas.
- También voy a detenerme hoy en la segunda lectura, la cual igualmente es muy fuerte: “Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará a vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad; el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres”. Esta semana supe la noticia de un hombre de 51 años, el cual tenía una pequeña empresa dedicada a la construcción con varios obreros. Alguien había conseguido un contrato para construir o remodelar una casa cuartel de la Guardia Civil y subcontrató la obra al hombre de 51 años. A este, el que había conseguido el contrato, le hizo una primera entrega en efectivo a cuenta, como pago de la obra. Y más tarde, cuando la obra estaba casi finalizada, le entregó un pagaré (o algo parecido) a cobrar en 90 días. Pero el dinero realmente no apareció nunca. Este señor de 51 años había pedido un crédito para afrontar los gastos de materiales y mano de obra avalando todo con su casa y el resto de sus bienes. Total, se quedó sin nada: sin casa, sin coche, sin empresa, sin trabajo… Ahora logró un empleo, creo que con esto del Plan E, como oficial de la construcción. Esto sólo es un ejemplo de otros muchos que se han dado y se dan por toda la geografía de España. Y yo me pregunto: ¿qué será el día de mañana de los que engañaron a este señor y lo arruinaron y echaron a la calle a él y a varias familias que dependían de su empresa? Los que engañaron y robaron de esta manera, ¿pueden comer tranquilos el alimento que han arrebatado mediante engaños a otros, o vestirse con los vestidos de otros, o irse de vacaciones a costa de la vida de otros? Pienso que en ese ladrón o ladrones se cumplirán las palabras de Dios contenidas en la carta de Santiago: “Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados […] Mirad; el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando”.
Sin embargo, no podemos ni debemos detenernos aquí. Pues este ejemplo que acabo de poner puede parecer claro para todos nosotros, pero Dios nos pide que miremos más profundamente y nos preguntemos si nosotros somos quienes hemos sido engañados, como el hombre de los 51 años, o si hemos sido de los que han engañado y robado y nos hemos aprovechado de otros. Es muy fácil echar las culpas a otros, y decir: “yo no he hecho eso”. Es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el nuestro. Voy a poner un ejemplo para que nos quede más claro: En la revista que elabora Manos Unidas (Campaña contra el Hambre) de febrero de 2009 vi una breve noticia que decía así: “Cada kilo que se extrae de coltán, mineral de alta conductividad usado para las principales comunicaciones en nuestro siglo, cuesta la vida a dos niños. Con edades entre 7 y 10 años, se les paga 0,25 € al día, trabajan en yacimientos angostos, donde sólo ellos pueden entrar y, con excesiva frecuencia, son víctimas de los desprendimientos que les dejan enterrados”. Investigué y supe que el Congo es donde se produce el 80 % de coltán. Es utilizado en casi la totalidad de dispositivos electrónicos: teléfonos móviles, GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas, televisores de plasma, videoconsolas, ordenadores portátiles, PDAs, MP3, MP4... Prácticamente la totalidad de los dispositivos electrónicos actuales incorporan en mayor o menor cantidad condensadores electrolíticos de tántalo, que se extrae del coltán. Aunque la mayoría de los dispositivos electrónicos pueden funcionar con condensadores electrolíticos normales, los condensadores electrolíticos de tántalo tienen valores de capacidad eléctrica más exactos, soportan mayores temperaturas y son muchísimo más pequeños. Esto los hace ideales para las exigencias actuales de miniaturización de los dispositivos electrónicos que usamos habitualmente.
No os digo nada más por hoy. Oremos en el silencio de nuestro corazón sobre todo esto y que el Espíritu nos ilumine, que Jesús nos perdone nuestros robos y asesinatos, y que Dios Padre nos ayude a cambiar de forma de vida.