Inmaculada Concepción de María (C)

8-12-06 INMACULADA CONCEPCION (C)
Gen. 3, 9-15.20; Slm. 97; Ef. 1, 3-6.11-12; Lc. 1, 26-38

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Queridos hermanos:
- En este tiempo de Adviento, como ya sabéis, estamos preparando la venida y el nacimiento de Cristo Jesús entre nosotros. Pero, como creo que ya os he dicho en otras ocasiones, hay tres formas de venida (o llegada) de Cristo Jesús a nuestras vidas:
1) La más conocida de todas y la que celebramos comúnmente en estos días: el Hijo de Dios se ha encarnado en el vientre purísimo de la Virgen María y va a ser dado a luz en Belén. Es la primera venida de la segunda Persona de la Santísima Trinidad.
2) Jesús vendrá otra vez más y por última vez a este mundo cuando éste se acabe. De hecho, esta segunda venida la estamos anunciando y pidiendo los católicos en cada Misa: - Al alzar el Cuerpo y la Sangre de Cristo, después de la Consagración, el sacerdote dice: “Éste es el Sacramento de nuestra fe”. Y todos respondemos: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!”. Creo que ya os conté que, explicando esto una vez en Vegadeo, una señora me dijo después que desde aquel día había dejado de responder a las palabras de la Consagración, porque no quería que Jesús viniera y el mundo se acabara. – Al finalizar el Padre nuestro, ora el sacerdote: “…vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador, Jesucristo”. Y, ¿recordáis las últimas palabras con las que termina la Biblia? Dice así: “Sí, estoy a punto de llegar. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!
3) Hay una tercera manera de venida de Cristo Jesús a este mundo. Las dos anteriores son, por así decir, ‘modos comunitarios’. Esta tercera forma de venir Cristo, sin embargo, es individual. Me estoy refiriendo a la muerte. Sí, Cristo Jesús llega a cada uno de nosotros cuando nos morimos. El está a nuestro lado. La señora de Vegadeo que no decía en la Misa: “¡Ven, Señor Jesús!”, para que el mundo no se acabase, hace unos años que se murió, con lo cual este mundo sí que se acabó para ella. Repito: la tercera manera de venir Jesús a este mundo es a través de nuestra muerte, y es una venida personalizada. Estando en este punto quiero compartir con vosotros una gracia que he recibido hace poco: El 8 de noviembre de este año estaba en la capilla de la Casa de Ejercicios Espirituales de Covadonga; asistía e impartía unos Cursillos de Cristiandad. Como sabéis, cada mes de noviembre los hago. Éramos 26 personas tratando de acercarnos un poco más a Jesús a través de María, su Madre, ya que Covadonga es un lugar privilegiado. Creo que en otras ocasiones os he contado el amor y la devoción hacia María que Jesús me ha regalado, cuando faltaba poco para mi ordenación sacerdotal. Pues bien, ese domingo 8 percibí en la capilla en un instante (fue un visto y no visto) que la Virgen María me concedería morir uno de los días del año en que la Iglesia celebra una festividad mariana. No sé si será cierto o no. Lo que sí sé es que mi amor hacia Ella ha crecido más y más, y en sus brazos estoy feliz. Siempre me ha llamado mucho la atención ciertos detalles o hechos que he ido conociendo en los que una persona amante de la Virgen recibe una gracia especial de Ella a la hora de su muerte. Ciertamente, os he de confesar que no me importa el hecho en sí (si mi muerte acontecerá un día dedicado a María), sino más bien el percibir claramente cómo el amor entre María y yo es recíproco. Por supuesto, que Ella me quiere más y mejor que yo a Ella, pero la verdad es que yo me apoyo en su amor y no en el mío, que es tan pobre y frágil. En este día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María he querido compartir esta gracia para que juntos alabemos y glorifiquemos a María, Madre de Cristo Jesús.
- Voy a contaros otra cosa personal mía. Hoy va la homilía de confidencias. Resulta que, cuando entro en una iglesia por primera vez, enseguida recorro mi vista por ella y miro las imágenes que hay en sus paredes y/o en sus altares, pues suelo orar con ellas o en las homilías que predico al celebrar la Misa allí suelo hacer referencia a dichas imágenes. ¿Por qué? Porque quiero enseñar a los fieles para que la fe les entre por los ojos y para que profundicen en lo que tienen ante sí, pues quizás les ha pasado un tanto desapercibido. Una de las imágenes que más evoca sentimientos de Dios dentro de mí es la imagen de la Inmaculada. En esta imagen se ve a la Virgen María que puede estar rodeada de una corona de 12 estrellas, lo cual simboliza a las 12 tribus de Israel y a los 12 apóstoles. Suele tener la luna por pedestal, pero sobre todo a los pies de María está una serpiente con un fruto entre su boca. Esta última parte de la imagen evoca al texto del Génesis que acabamos de leer hoy, más concretamente cuando Dios se dirige a la serpiente y le dice: “establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón”. Sí, la serpiente hiere el talón de la mujer (Eva) cuando le ofreció el fruto de desobediencia a Dios. Y la mujer (en este caso la Virgen María) por el nacimiento del Mesías, pisa la cabeza de la serpiente. En esta sencilla parte de la imagen se contiene nuestra traición a Dios y la salvación de Dios para con todos nosotros.
- En este tiempo de Adviento la Iglesia nos propone varias figuras bíblicas que nos pueden ayudar a preparar las venidas de Jesús, el Hijo de Dios, a nosotros y a nuestro mundo. Estas figuras son San Juan Bautista, San José y la Virgen María. Pues bien, hoy la Iglesia nos propone de un modo especial a María, bajo la advocación de su Inmaculada Concepción. En este tiempo de Adviento y en todos los momentos del año yo me arrimo a María y le pido que me sirva de apoyo para preparar la venida de su Hijo a mi ser, sea en el fin del mundo, sea en mi muerte.