Domingo del Bautismo del Señor (C)

10-1-2010 BAUTISMO DEL SEÑOR (C)

Is. 42, 1-4.6-7; Slm. 28; Hch. 10, 34-38; Lc. 3, 15-16.21-22

Homilía de audio en MP3
Homilía de audio en WAV

Queridos hermanos:

Con la festividad de hoy, Bautismo del Señor, finaliza el tiempo de Navidad. A partir de mañana comienza el tiempo litúrgico Ordinario, que se prolongará en un primer momento hasta el 17 de febrero, Miércoles de Ceniza, en que empezará la Cuaresma. Vamos a reflexionar hoy una vez más sobre el sacramento del Bautismo, el primero que recibe un cristiano:

- La realidad es que hasta hace poco en España mayoritariamente se recibía el Bautismo y, sin embargo, hoy en día cada vez lo recibe menos gente. El otro día me comentaba una persona que en La Corredoria, en su bloque de viviendas, sólo su hijo ha recibido este sacramento. Todos los demás niños están sin bautizar. Hablamos de un barrio de las afueras de Oviedo en donde hay bastantes parejas jóvenes y con algún hijo.

- Otra realidad con la que nos encontramos es que diversas personas que se acercan a la Iglesia católica para pedir este sacramento tienen motivaciones no demasiado acordes con el evangelio de Jesucristo. Por eso, en ocasiones me he visto en la obligación de decir claramente a los padres y/o abuelos que pedían el Bautismo para el hijo o para el nieto que el Bautismo no es 1) un rito de adscripción a una sociedad más. Hay gente que, al nacer un hijo, lo asienta en el ayuntamiento, le hace socio del club de fútbol del Oviedo, o del Gijón, o del Madrid, de un club de golf o de tenis, y lo quiere apuntar también en la Iglesia (mediante el Bautismo) para tener todo el abanico posible sobre su hijo perfectamente completo y rellenado. 2) El Bautismo tampoco es una fiesta social para celebrar el naci­miento de un hijo y donde se reúne toda la familia. Ya sabéis que en Avilés se ha inventado el “bautismo civil” con padrinos y todo, e incluso con una pequeña “ceremonia” por parte de algún concejal. 3) De la misma manera el Bautismo no es un medio para obtener un certificado para el día de mañana. 4) Finalmente, tampoco el Bautismo es un tranquilizante de la conciencia de los padres o de la abuela por si se muere el niño sin el sacramento.

- Pero, entonces, ¿qué es el Bautismo, qué significa nuestro Bautismo? Sobre estas preguntas ya os he hablado el año pasado por esta misma fecha. No obstante, hoy repetiré que… el Bautismo es el sacramento del principio y comienzo de la vida cris­tiana. Consiste en un baño de agua con las palabras de la fórmu­la: “N, yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. ¿Qué riqueza habrá encerrada en el sacramento cuando un santo (aquel que ve las cosas con los ojos de Dios) como el P. Pío de Pietrelcina lloró toda su vida por las horas que estuvo sin bautizar desde que nació? Sí, él fue bautizado a las pocas horas de nacer y, sin embargo, lloró por ese poco tiempo que estuvo sin recibir las gracias del sacramento. ¿No será un tanto exagerado este P. Pío, o más bien será que nosotros no alcanzamos a percibir la grandeza de este sacramento por nuestra ceguera y por nuestra cortedad?

- ¿Hace falta la fe para ser bautizado? Sí. En la primitiva Iglesia sólo se ofrecía o se daba este sacramento a las personas que creían en Jesús como Señor, como Salvador, como Dios. Hay un texto bíblico que a mí siempre me ha gustado mucho. Se trata del ministro de la reina de Etiopía que se encuentra con el apóstol Felipe. Este le habla de Jesús y de su Buena Noticia. Entonces el ministro, al saber que existía el Bautismo como posibilidad de entrar en la gracia maravillosa de Cristo, le dice a Felipe (fijaros qué diálogo más precioso): “Aquí hay agua. ¿Hay algún impedimento para que me bautices? Felipe le dijo: Si crees con todo tu corazón, se puede. El respondió: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Acto seguido, el etíope mandó detener el carro, ambos bajaron al agua y Felipe lo bautizó” (Hch. 8, 36-38). Por lo tanto, hace falta la fe para ser bautizado. Quien no tiene fe, debe ser rechazado y no se le debe permitir recibir este sacramento. Por otra parte, yo siempre digo que no es suficiente cualquier fe. No basta creer en Dios; yo siempre digo que es necesario creer en el Dios de Jesucristo predicado por la Iglesia católica. Por ello, antes de efectuar el Bautismo se pregunta al bautizando si acepta el credo. Y si quien pide el Bautismo tiene una fe débil, vg., desea el sacramento por presión social o por costumbre, entonces hay que purificar y profundizar esa fe.

Algunos de vosotros podréis decir que qué fe pueden tener unos bebés de pocas horas de vida. En definitiva, ¿se puede bautizar a los niños que no pueden dar una res­puesta personal de fe? El Nuevo Testamento nos habla de bautizos de familias enteras, niños incluidos (Hch. 16, 31-33). Esta fue una práctica muy extendida en la Iglesia primitiva a causa de la elevada mortandad infantil. Los niños se bautizaban en la fe de los padres y padrinos, y existía un compromiso muy serio de educación en la fe católica sobre esos niños. Recuerdo un episodio que me sucedió hace ya algunos años, y es que una chica me pidió que bautizara a su hijo y yo acepté. Poco antes de derramar agua sobre el niño hice el rito del credo, es decir, pregunté a los padres y padrinos si creían en todas y cada una de las verdades contenidas en el credo. Como el niño no podía responder por sí, los padres y padrinos debían hacerlo por él. Les indiqué que tenían que contestar a cada pregunta ‘sí creo’, y se me ocurrió decir también que, si alguno de ellos no creía, que no dijera ‘no creo’, sino que estuviera callado. Pues bien, pregunté y a cada pregunta la madre y los padrinos contestaron: ‘sí creo’, pero el padre contestó: ‘mmm’ con la boca cerrada; o sea, que no creía. Si esto lo hubiera respondido alguno de los padrinos o los dos, entonces había que parar la ceremonia y buscar otros padrinos. La madre pedía el Bautismo y eso bastaba. Además, los padrinos eran garantes ante Dios y garantes de la Iglesia de que ese niño iba a ser educado en cristiano. Si faltara esa garantía, habría que diferir el sacramento hasta que se salvaguardase la futura educación cristiana del niño.

- ¿A qué nos compromete nuestro Bautismo? Este sacramento tiene una función social, ya que implica el deseo, el deber y el derecho a vivir la fe cristiana en comunidad. Y vivir la fe cristiana en comunidad implica también el esfuerzo por un mundo más humano y más divino según los designios de Dios. Voy a poner tres ejemplos de esto: 1) Las lecturas de hoy nos invitan al compromiso en pro de nuestros hermanos: Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, Saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas”. Y también: “Está claro que Dios acepta al que practica la justicia […] Jesús de Nazaret […] pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. 2) Contaba una misionera, a la que una vez la invitaron a hablar en una universidad estatal de la India sobre Cristo y sobre los Evangelios, que al terminar le dijeron: “Conocemos misioneros que trabajan en la enseñanza o en hospitales; Vd. se ocupa de las mujeres del campo. Admiramos esto. Pero no trabaje sólo para mejorar el nivel de vida de otras personas. Por favor, transmítales la energía que toma de Jesu­cristo y su Mensaje. Ayúdeles a caminar hacia ese mismo Dios, para que también ellas tengan esa misma fuerza interior”. 3) Hace años estuve de capellán de emigrantes españoles en Alemania y allí conocí a Antonia, una mujer de Zamora. Ella visitaba a muchos enfermos por los hospitales y casas en la ciudad alemana en la que vivía. Ella lo hacía desde el carisma y el don que Dios la dotó para preocuparse por las personas dolientes. Lo hacía desde su forma de ser, pero también como cristiana que era. Por eso, cuando la gente decía que Antonia era muy buena por hacer eso, yo contestaba que no era Antonia quien visitaba a los enfermos, sino que era el mismo Dios y la misma Iglesia quienes los visitaban. Nadie puede apropiarse de las cosas buenas que hace, pues es Dios mismo quien las hace a través nuestro.