Domingo I de Adviento (A)

28-11-2010 1º DOMINGO ADVIENTO (A)

Is. 2, 1-5; Slm. 121; Rm. 13, 11-14a; Mt. 24, 37-44



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

Con este domingo de Adviento comenzamos el nuevo año litúrgico y, además, el tiempo de preparación para la Navidad.

Una de mis labores como sacerdote consiste en ayudaros (y a mí mismo también) a que os encontréis en la mejor disposición para estos días santos que se avecinan. Así, vosotros y yo cumpliremos el mandato de Jesús en el evangelio de hoy: “Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre”.

Por estas fechas, con frecuencia, os insisto en que sería conveniente preparar un plan de acción y de vivencia como un buen modo de disponerse a experimentar el Adviento y situarnos de cara a la Navidad. Si me lo permitís, voy a proponeros algunas líneas concretas de acción y para ello me serviré de unas palabras del Papa Benedicto XVI en su reciente viaje a España. Resulta que en aquellos días los periódicos resaltaron unas palabras del Papa contra el laicismo imperante en la sociedad española y a muchos les pareció mal, pues pensaron que el Papa quería entrometerse en vida social y política de España[1]. Yo he buscado entre las palabras del Papa a fin de contrastar la información e ir, además, directamente a la fuente. Pues bien, he encontrado las palabras del Papa, las cuales no fueron dichas en un discurso u homilía, sino en respuesta a un periodista: “España ha sido siempre un país «originario» de la fe; pensemos que el renacimiento del catolicismo en la época moderna ocurrió sobre todo gracias a España. Pero también es verdad que en España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un laicismo fuerte y agresivo, como lo vimos precisamente en los años treinta, y esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza hoy nuevamente en España”.

¿Realmente estamos viviendo un laicismo beligerante en España contra el hecho religioso? La semana pasada se publicaba en un periódico de la región una noticia, de la cual entresaco estas afirmaciones: “Los padres de los alumnos que no se matriculan en la asignatura de Religión dicen sentirse discriminados. ¿Qué denuncian entonces estas familias? Fundamentalmente (1) la desatención de sus hijos durante la hora en la que están en Atención Educativa, que es la materia optativa a Religión, y la pérdida de tiempo que supone tener a unos alumnos metidos una hora en una clase en la que no se hace nada, ya que no se pueden adelantar contenidos del currículo. Pero además critican (2) los alicientes que se ofrece a los estudiantes que se matriculan en Religión. ‘Se organizan actividades extraescolares con el dinero de todos y en las instalaciones de todos, generalmente de carácter festivo para los niños de Religión, mientras los de alternativa siguen siendo mal atendidos y la sensación de castigo es aún mayor’. En el caso concreto de Secundaria, los docentes de Religión ‘han dotado a su materia de todas las actividades extraescolares posibles, con viajes, convivencias, salidas del centro...’, todo esto (3) ‘con cargo al presupuesto del centro’. Pero esta programación (4) está vedada a los estudiantes de la alternativa, ‘que carecen de toda actividad extraescolar’, ya que esta asignatura no tiene ningún tipo de programación ni planificación”. Habiendo consultado con diversos docentes de institutos estatales sobre las afirmaciones del artículo periodístico, me hicieron las siguientes matizaciones: (1) La clase alternativa a la asignatura de religión, según establece la ley, tiene contenido, el cual ha de ser elaborado por cada centro y/o por el profesor; en la mayoría de los casos esto no se hace por desidia o comodidad del centro y/o de los profesores. (2) Cada profesor y departamento es libre para realizar actividades extraescolares y así se hace sin ningún tipo de problema. Además, ¡claro que los alumnos de religión usan los locales del Instituto, puesto que son alumnos y todos los alumnos tienen derecho a ello! Por eso no se entiende la denuncia en este aspecto. (3) Las actividades extraescolares no son subvencionadas por los centros, sino por los propios alumnos. Sólo en casos muy contados los centros aportan algo, pero más bien se trata de una cantidad simbólica, ya que andan escasos de presupuesto. (4) Las actividades extraescolares de la clase de religión no están vedadas a otros alumnos, los cuales pueden participar siempre que quieran, aunque con un permiso escrito de sus padres.

Una vez expuesto todo esto, he pensado en elaborar un plan para este tiempo de Adviento: un tiempo de gracia y de proximidad de Cristo que viene a nuestro encuentro y para nuestra salvación. Sí, es Jesucristo el que viene a nosotros y él mismo nos dice en el evangelio de hoy: “Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre”. ¿Qué podemos hacer por nuestra parte para recibirlo en esta Navidad que se acerca? Y aquí enmarco el plan de Adviento que os propongo, teniendo en cuenta, además, las circunstancias que vive España de una “laicidad, un anticlericalismo, un laicismo fuerte y agresivo”, como nos ha dicho el Papa en su reciente visita:

- Procuraré en este tiempo de Adviento luchar por vivir en la verdad y en la coherencia. Vivir la verdad significa estar dispuesto a decir lo cierto, cueste lo que cueste y sean cuales sean las consecuencias. Pero la verdad no es sólo una realidad de ida; también es una realidad de vuelta. O sea, tengo que estar dispuesto a decir la verdad, pero igualmente a que se me diga. Mi vida tiene que estar de acuerdo, no sólo con lo que pienso, sino y sobre todo con el evangelio de Jesús. No a las mentiras; no a los fariseísmos. Quiero que éstas sean las pajas del colchón de la cuna del Niño Jesús.

- Procuraré en este tiempo de Adviento vivir en la libertad ante lo que digan o piensen los demás. Promoveré mi libertad, pero también la de los demás, aunque no estén de acuerdo conmigo. No me dejaré esclavizar por comidas, bebidas, televisiones, ordenadores, dineros, ropas, aficiones, gustos, ideologías, perezas, obsesiones, personas… Sólo serviré a Dios, mi Señor. Quiero que esto sean las patas y el armazón de la cuna del Niño Jesús.

- Procuraré en este tiempo de Adviento manifestar lo que soy y en lo que creo. Asimismo procuraré vivir mi fe en Dios en medio del mundo, y no simplemente en la intimidad de mi conciencia por miedo a los demás o por cobardía ante la reacción de los que me rodean. Quiero que todo ello sea el portal donde estén la cuna y las pajas en donde nazca el Niño Jesús.



[1] Laicismo es la corriente de pensamiento, ideología, movimiento político, legislación o política de gobierno que defiende, favorece o impone la existencia de una sociedad organizada aconfesionalmente, es decir, de forma independiente, o en su caso ajena a las confesiones religiosas. Laicidad supone un mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada parte. El laicismo significa e implica una hostilidad o indeferencia contra la religión.