Domingo I de Adviento (C)



2-12-2012                               DOMINGO I DE ADVIENTO (C)
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            Comenzamos hoy un nuevo año litúrgico y lo hacemos con el tiempo de Adviento, es decir, tiempo de preparación para recibir a Jesús, cuya Encarnación y Nacimiento celebramos en estas próximas Navidades.
            Si el Adviento es tiempo de preparación y nos importa de verdad la venida de Jesús, entonces tenemos que disponernos interior y exteriormente para ello. En mi vida de sacerdote han sido más los años en que no tuve parroquias a mi cargo que los que las tuve. Por ello, cuando celebraba bodas, más que, por tener esa responsabilidad parroquial, era por amistad con los novios y/o con sus familias. Al tener esa cercanía afectiva esto me llevó a participar o conocer muchos preparativos de flores, coro, vestidos, invitados y distribución de los mismos en el banquete, nervios... Sí, los novios y sus familias dedicaban una parte muy importante de tiempo, de energía, de dinero… a completar estos preparativos. Y ¿por qué dedicaban tanto esfuerzo a ello? Pues porque lo consideraban algo muy importante para sus vidas y querían que la ceremonia y posterior celebración festiva saliera muy bien. Y tenían razón en darle importancia. Pero yo afirmo y sostengo que, si los novios y sus familias dedican con razón tiempo, energía y dinero a preparar una boda, CON MUCHA MAS RAZON NOSOTROS, LOS CRISTIANOS, DEBEMOS DEDICAR TIEMPO, ENERGIA Y HASTA DINERO, SI HACE FALTA, A PREPARARNOS EN ESTE ADVIENTO PARA RECIBIR A NUESTRO AMADO JESUS, EL HIJO DE DIOS PADRE Y DE MARIA.
            * Preparar una boda lleva mucho trabajo; pero luego, en un día (o en quince días, si incluimos el viaje de novios) pasa todo. Sin embargo, la Encarnación y el Nacimiento de Jesús ‘duran’ por toda la eternidad. Todo esto que os digo es para animaros a preparar este Adviento de 2012, y para ello os propongo que realicéis un PLAN DE ADVIENTO personalizado, según las circunstancias de cada uno, las fuerzas de cada uno y la voluntad de Dios para cada uno de nosotros. Vamos allá. En este PLAN podrá haber los siguientes elementos:
            - Un tiempo extra dedicado a la oración. Para ello dejaremos de lado otros tiempos dedicados a otras cosas. Tenemos que priorizar lo más importante y dejar de lado lo menos, pues la verdad es que todos sacamos tiempo para lo que queremos. Recuerdo el caso de un señor en Taramundi (mis primeras parroquias) en que le pregunté un día el motivo de no acudir a la Misa dominical y me contestó que no podía, que tenía que atender las vacas. A los dos días tuve un funeral en Taramundi y, esperando en la puerta del templo al difunto, pasó este hombre por delante de mí para entrar en la iglesia y le pregunté que dónde había dejado las vacas. A ello me contestó que el difunto y su familia había ido siempre a los funerales de sus fallecidos y ahora él debía, en justa reciprocidad, acudir a su funeral. Era como un pago: ‘yo voy a tus funerales, si tú vienes a los míos’. Eso sí se hacía con los vecinos, pero no con Dios. En definitiva: todos sacamos tiempo para lo que queremos.
            - Un tiempo dedicado a la lectura espiritual, bien sea de la Biblia, bien sea de otro libro o revista espirituales. Como dice, por activa y por pasiva, el salmo 24 de hoy: “Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas […] Enséñame, porque tú eres mi Dios y salvador. El Señor […] enseña el camino a los pecadores […] y a los humildes”. El Señor nos puede enseñar de muchas maneras, pero uno de los modos privilegiados de enseñanza es el de la lectura. Un cristiano no puede sacar tiempo para ver… 'Sálvame de luxe' y no sacar tiempo para la enseñanza del Señor.
            - Un tiempo para morir a sí mismo, a sus caprichos y egoísmos, a través de sacrificar y mortificar aquello que le gusta y/o que no le viene bien, y puede ofrecérselo al Señor: compras superfluas, perezas, comidas y bebidas, programas de televisión, tiempo de ordenador, juegos, murmuraciones, ejercicio físico, ayunos...
            - Un tiempo de amor y de ayuda a los demás. Amor y ayuda en el lugar de trabajo y de estudio; amor y ayuda con los amigos; amor y ayuda con la familia; amor y ayuda con los más desfavorecidos…
            Con estas indicaciones, cada uno puede “cortar al traje” (Plan) a su medida, pero sobre todo a la medida de Dios.
            * Pero, ¿este Plan para qué sirve? Pues la verdad es que… para nada y para todo. En principio y aparentemente no se logra más que privarse de algunas cosas que nos gustan y de invertir tiempo y energía en cosas de las que no sacamos un fruto inmediato. Pero, mirado todo más profundamente y con la mirada de Dios, y dando tiempo al tiempo, el Plan lo que consigue es disponer nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu para que Dios tome posesión de nosotros y haga sus maravillas en nosotros. Desde la experiencia que dan ya los años, he visto en tantas ocasiones que un matrimonio, un vida sacerdotal... no se rompen de un día para otro, sino que todo ha empezado mucho antes con PEQUEÑAS mentiras, desilusiones, apatías, faltas en el afecto, infidelidades mentales... que desembocan en la ruptura o en el abandono total. Pues lo mismo se puede decir de la vida de fe y de santidad: la fe y la santidad de vida no vienen a nosotros ‘por generación espontánea’. NO. Son fruto de un proceso maravilloso en el que se entremezclan la acción y el esfuerzo del hombre (dentro de esta acción humana está el dejarse hacer y confiar en Dios) con la gracia de Dios, y éste respeta al hombre en todo momento y nunca violenta su libertad.
Sí, ésta es la experiencia de tantos santos y la experiencia de la Iglesia: cuando entregamos poco a poco y a lo largo de nuestra vida diversas parcelas de nuestro ser y de nuestra vida, un día nos sucederá como dice el profeta Isaías: “Entonces romperá tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: ‘¡Aquí estoy!’” (Is 58, 8-9).