Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario (B)



18-11-2012              DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO (B)
Homilia de audio en MP3
Queridos hermanos:
            En el evangelio de hoy se nos habla de los últimos tiempos. Estamos ya terminando el año litúrgico B, el dedicado al evangelio según San Marcos, y estos textos se refieren al juicio final y a los últimos días. Pues bien, permitidme que os narre dos hechos, uno real y otro que bien puede serlo, y luego entramos ya en el meollo de la homilía:
            1) Este fin de semana pasado estuve en Covadonga en unos Cursillos de Cristiandad. Éramos 33 personas y estuvimos hablando de Dios, hablando con Dios, reflexionando sobre nuestra vida y pasándolo muy bien. Se nos dieron varias charlas. En ellas se nos explicaban cosas de la fe y al tiempo se nos daban también testimonios de vida. Por ejemplo, un chico comentó el siguiente episodio: Resulta que él está colaborando con un proyecto de Caritas parroquial en el que se apoya a niños y adolescentes en sus estudios dándoles clases para que suban el nivel de sus conocimientos. A estas clases van niños españoles, pero también otros niños, hijos de emigrantes, y que van más retrasados. Hay niños polacos, rumanos, de Hispanoamérica, marroquíes… Confluyen allí muy diversas culturas, modos de pensar, costumbres y religiones, y se procura tener el máximo respeto hacia todos ellos. Las clases se dan en los salones parroquiales, en donde hay posters con imágenes religiosas y crucifijos, que se usan para la catequesis. Pues bien, comentaba este chico que en cierta ocasión uno de los niños marroquíes, de unos 8 años de edad, empezó a decir (señalando para un crucifijo) que ‘menudo profeta’ teníamos los cristianos. Nuestro profeta era débil y no valía para nada, pues, al ser escupido y azotado, no había podido defenderse a sí mismo. El chico que le daba la clase le dijo que respetara la fe cristiana, lo mismo que todos los demás habían respetado la suya; pero el niño seguía insistiendo en faltar y atacar a la fe cristiana y a Cristo. El chico se dio cuenta que el niño no hablaba por sí mismo, sino que repetía lo que había oído en casa, y le dijo que, si fuera mayor, le respondería, pero, como era un niño, no era conveniente responderle por respeto. Entonces, otro marroquí de 12 años dijo: ‘Si nosotros fuéramos mayores, ¿qué nos responderías?’ Y ya el chico les dijo: ‘Si fuerais mayores os diría que, si yo estoy dando clase a todos estos niños y a vosotros mismos, se debe a ese profeta débil, escupido, azotado, asesinado y que no se ha podido ni querido defender a sí mismo. Si yo os doy clase, es porque ese profeta de burla me pide que perdone y que ame a mis enemigos y a los que no piensan como yo’. Entonces, los niños marroquíes se callaron y la clase pudo seguir sin más problemas.
            2) En una novela de José Luis Martín Descalzo sobre la Guerra civil española, se contiene un diálogo entre un teniente del ejército nacional y un sacerdote recién ordenado, que acaba de ser salvado de manos de los "ro­jos" por el teniente, cuando aquéllos iban a matarlo. El sacerdote trata ahora de salvar a los "rojos" que lo querían asesinar a él, que fueron hechos prisioneros por el teniente y sus soldados y que ahora éstos quieren fusilar por ser “rojos” y enemigos. En la tensa conversación que mantienen el teniente y el cura, aquél le dice a éste: “Usted parece creer que todas las ideologías son como la cristiana, en la que tú puedes creer en Dios y vivir como si no creyeras (pg. 226, de la novela Lobos, perros y corderos, Ediciones Destino, Colección áncora y delfín, volumen 529, Barcelona 1978).
            ¿A qué vienen estas dos historias, y qué tienen que ver con el evangelio que acabamos de escuchar? En el evangelio leímos: Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad. En efecto, los niños marroquíes y bastantes musulmanes tienen la convicción de que la fe cristiana es una religión de personas débiles, pues “nuestro profeta” se ha dejado pegar y asesinar sin oponer resistencia y, además, nos manda a sus discípulos poner la otra mejilla. Pero también es cierto que otros muchos cristianos, incluso ‘practicantes’ igualmente pueden tener esta visión de Jesús y de nuestro Dios. Consideran que Dios, en la práctica, es más un Abuelo que un Padre, que va a perdonar todo, que da lo mismo hacer poco mal/bien que mucho mal/bien, pues mientras ‘no robemos ni matemos’[1]no hay problema. Asimismo consideran, como el teniente de la novela, que en la ‘ideología’ cristiana se puede creer en Dios y vivir en la práctica como si no se creyera, es decir, se puede decir que se cree en Dios, pero echarse a la espalda sus mandamientos. En la Edad Media se representaba un Jesús terrible. Era el juez que veía todo lo malo y nos condenaba al infierno por menos de un pecado venial y ahora, sin embargo, nada es pecado, nadie hace nada malo, y Dios es medio tonto y medio ciego y, además, es el culpable de todos los males del mundo: de todos los robos, de todos los asesinatos, de todas las violaciones, de todas las muertes, de todas las hambres, de todos los terremotos, de todas las guerras…, porque, pudiendo evitarlas, no hace nada. Pero el evangelio es bien claro: al final de los tiempos, Jesús volverá a la tierra y vendrá “con gran poder y majestad.
            Pero ¿a qué va a venir Jesús? También nos lo dice el evangelio de hoy: Jesús enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Y en la primera lectura dice: Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Sí, Jesús va a venir con poder. Jesús va a venir a buscar a los suyos, a quienes le permanecieron fieles en medio de las dudas, de los miedos, de las debilidades, de las tentaciones, de los pecados, de los triunfos y de los fracasos terrenos… 
             En definitiva, nuestro ‘profeta’ puede parecer débil a otros o a nosotros mismos, pero no lo es. Es un Dios fuerte, grande, misericordioso, paciente, amoroso, justo, ante quien nada se le puede esconder ni nada le permanece oculto. Por eso, dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
            - “Frente a Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios. El Juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena” (n. 1039).
            - “El Juicio final sucederá cuando vuelva Cristo glorioso […] Nosotros conoceremos el sentido último de toda la obra de la creación y de toda la economía de la salvación, y comprenderemos los caminos admirables por los que su Providencia habrá conducido todas las cosas a su fin último. El Juicio final revelará que la justicia de Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte” (n. 1040).
            - Jesús hará un mundo nuevo, que se llamará Reino de Dios. En este ‘universo nuevo’ (Ap 21, 5), la Jerusalén celestial, Dios tendrá su morada entre los hombres. ‘Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado’ (Ap 21, 4; cf. 21, 27) (n. 1044).


¡QUE ASI SEA!


[1] En estas mentalidades robar en la empresa, o en Mercadona, o en el prado del vecino, o a Hacienda, a los hermanos en la herencia… no es robar. Asesinar con el odio, el rencor que se siente hacia otras personas, el aborto… no es asesinar.