Navidad (C)



25-12-2012                                        NAVIDAD (C)
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:


            Si tuviera que poner un título a esta homilía escribiría esto:
Jesús, hombre que aprende, Dios que sabe
             A ver si logro expresar lo que viene a mi mente y a mi espíritu:
            - El 18 de diciembre de 2010 bauticé en Soto Iruz (Cantabria) a un niño: Miguel. Sus padres nos entregaron a los asistentes a la ceremonia sacramental un ‘marca páginas’ en donde, por una cara, estaba la foto de Miguel con una serie de palabras y frases: ‘hablar en público, conducir, amor, inglés, trigonometría, Miguel, jugar al rol, escribir, cantar, leer, música, comer langostinos con tenedor, programar, misericordia, cocinar, atarse los cordones, contar chistes, anudarse el nudo de la corbata, escuchar, fotos, fe, nadar, correr, levantar una ceja, cambiar una rueda, bricolaje, fútbol, patinar, templanza, masajes, zurcir, tocar la batería, cazar renacuajos, karate, silbar, rectitud, arreglar un enchufe, sonarse los mocos, caridad, guiñar un ojo, bailar…’ Y había también en esa misma cara algunas palabras sueltas que estaban escritas en negrita y uniéndolas se podía leer lo siguiente: ‘Hay muchas cosas que queremos que Miguel aprenda’. Y, al leer estas palabras en negrita, pudimos entender el resto de palabras y frases sueltas que había en el ‘marca páginas’.
            Por la otra cara del ‘marca páginas’ no estaba la foto de Miguel, pero sí el lugar y la fecha de su bautizo. Igualmente en esta cara estaban escritas la mayoría de las palabras y frases que os he leído más arriba, pero habían desaparecido las palabras en negrita de la cara anterior y en su lugar había otras palabras en negrita, que uniéndolas entre sí y al leerlas ponía esto: ‘Para las más importantes necesitamos vuestra ayuda’. Pero es que, además, de las palabras escritas en la primera cara y repetidas en esta segunda cara había algunas de ellas que estaban escritas y destacadas en color rojo. Eran éstas: amor, misericordia, fe, templanza, rectitud, caridad’

            Ahora ya podemos entender perfectamente lo que los padres de Miguel querían decir y lo que querían mostrarnos y pedirnos: Cara A: ‘Hay muchas cosas que queremos que Miguel aprenda’. Cara B: ‘Para las más importantes necesitamos vuestra ayuda’: amor, misericordia, fe, templanza, rectitud, caridad’.
            - Hemos visto durante todo este Adviento, al leer las lecturas de la Misa, que Dios mismo pedía ayuda a María para que diese permiso al Espíritu Santo para alojar en su seno el esperma divino en el que se contenía la segunda persona de la Santísima Trinidad. Y María dijo que sí. En el evangelio del día de Nochebuena Dios vuelve a pedir a otro ser humano, a San José, que recoja en su casa a María y al Hijo que va a dar a luz: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo” (Mt. 1). Y es que Dios Padre también entregó un ‘marca páginas’ a María y a José en el que ponía: ‘Hay muchas cosas que quiero que Jesús aprenda y necesito vuestra ayuda’: ‘Jesús tiene que aprender a sostenerse en pie, a caminar, a hablar, a trabajar como los demás hombres, a comer, a rezar, a obedecer y respetar a sus padres, a ir por agua, a jugar, a cantar, a leer, a correr… y para todo esto necesito vuestra ayuda. Luego, con el tiempo, Él os enseñará a vosotros otras cosas y que son las más importantes: amor, misericordia, fe, templanza, rectitud, caridad…’.
            Esto que os estoy diciendo no es un pensamiento piadoso que se me acabe de ocurrir. Es algo que podemos sacar del mismo evangelio, en donde se lee: “Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en aprecio ante Dios y ante los hombres” (Lc. 2, 52). Si Jesús crecía en sabiduría, es que alcanzaba un conocimiento que antes no tenía. Y fueron principalmente María y José los encargados de enseñar a Jesús, el Hijo de Dios, y también fueron principalmente María y José los encargados de ayudar a Dios Padre en esta tarea.
Aquí entramos de lleno en el misterio de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. En cuanto hombre, Jesús no lo sabía todo y necesitaba aprender; pero, en cuanto Dios, sí que lo sabía todo. En efecto, unos versículos antes del texto citado un poco más arriba escribía San Lucas de Jesús: “El niño […] estaba lleno de sabiduría” (Lc. 2, 40). ¿En qué quedamos, en que Jesús “estaba lleno de sabiduría” o en que “Jesús iba creciendo en sabiduría”? Pues las dos cosas a la vez no podían ni pueden ser. Pero sí, en Jesús sí que pueden ser dos cosas: una y la contraria: que Jesús sea Dios y que, sin embargo, sea hombre a la vez, que Jesús sepa todo y que, sin embargo, necesite aprender, que Jesús sea más grande que el universo entero y que, sin embargo, quepa en el vientre de una mujer, que sea Dios todopoderoso y que, sin embargo, sea un bebé débil, frágil y necesitado de protección. Este es el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y el misterio del Nacimiento del Hijo de Dios hecho carne. Así se nos dice en el evangelio que acabamos de escuchar: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros; y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1, 14).
Termino: En el día de hoy celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, Jesús. En nombre de este Niño os deseo una Santa Navidad. “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama” (Lc. 2, 14). En este Niño se juntan la grandeza y la pequeñez de Dios, y a la vez se juntan el amor y el perdón que Dios mismo ofrece a todos los hombres, de todos los tiempos y de todas las razas y lugares.
¡Que así sea!