Inmaculada Concepción (A)



8-12-2013                               INMACULADA CONCEPCIÓN (A)
Gn. 3, 9-15.20; Slm. 97; Ef. 1, 3-6, 11-12; Lc. 1, 26-38
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Queridos hermanos:
Celebramos hoy la festividad de la Inmaculada Concepción, que significa que la Virgen María fue concebida en el seno de su madre Ana sin que tuviera el pecado original. Su definición como dogma tuvo lugar en 1854.
- En la primera lectura se nos narra una parte de la historia de Adán y Eva. Cuando Dios descubre que ellos habían comido del árbol prohibido, se establece un diálogo entre los tres. Adán se ve descubierto y echa la culpa a Eva diciendo: “La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí”. Pocas líneas más arriba Adán, refiriéndose a Eva, había dicho: ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! (Gn. 2, 23). Es un piropo precioso. Pero ahora ya empieza el hombre a machacar a su mujer: ‘“La mujer que me diste como compañera”, porque me la diste tú (se refiere a Dios), que yo no te la había pedido’.
Hace pocos días se celebraba en todo el mundo el día internacional contra la violencia de género. Hubo una conferencia en la casa de la cultura de Tapia de Casariego y fue muy interesante. Se dijeron cosas muy interesantes:
* Se dijo que habitualmente esta violencia la padecen las mujeres por obra de sus maridos o parejas, pero también la sufren algunos hombres a manos de sus mujeres.
* Se dijo que, hasta hace poco, esta violencia la padecían personas de veinticinco años para arriba, pero cada vez más la están padeciendo los adolescentes en sus relaciones sentimentales.
* Se habló de la violencia de alta intensidad, que es la que conlleva la agresión física y hasta la muerte, pero también se habló de la violencia o maltrato psicológico, el cual es mucho más común de lo que se piensa. Expresiones como ‘cállate la boca’, ‘¿qué sabrás tú?’, ‘eres una inútil’, o el control del dinero que gasta el cónyuge, o el control de las llamadas telefónicas, o el control de la ropa que se pone, o el prohibir que trate con vecinos, con amigos o con los propios familiares… son algunas de las formas de este maltrato psicológico, que está presente en bastantes matrimonios, o parejas de hecho, o novios.
* Se habló de la importancia de que los familiares y amigos, al menor signo de maltrato, procuraran actuar antes de aquella situación fuera a más y para cortar de raíz aquellos comportamientos.
Cuando Adán le dijo a Dios ante Eva: “la mujer que me diste como compañera”, en estas palabras había una acusación, un distanciamiento de corazón y una humillación de Adán contra Eva. Era como si Adán le dijera a Dios: ‘ESA que me diste tú, porque yo no te pedí’. Con lo cual, la culpa de que Adán comiera el fruto del árbol fue de ‘aquella cosa’ (Eva) que tenía a su lado o del mismísimo Dios que se la había puesto allí, pero de lo que estaba seguro Adán es que la culpa no era suya. En estas dos cosas se distingue a un maltratador: 1) en que acusa a los demás de todo lo malo que suceda, e incluso de lo todo lo malo que haga él mismo, y 2) en que la culpa no es nunca suya.
- Alguien podrá preguntar que por qué saco este tema del maltrato a colación en la Misa y, además, en la mismísima fiesta de la Inmaculada Concepción. La respuesta es la siguiente: quiero mostrar de alguna manera la diferencia entre el modo de actuar de Dios y del ser humano. Éste puede maltratar a sus semejantes, mientras que Dios nunca lo hará. Lo vemos claramente en el evangelio que acabamos de escuchar. Hemos oído cómo Dios trata y dialoga con una mujer: con la Virgen María. Vamos a analizarlo un poco más de cerca:
* Dios, a través del ángel Gabriel, saluda a María con un profundo cariño: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres”. No es que Dios trate de engatusar a María o le haga la corte. Simplemente Dios le dice la verdad: que está llena de gracia y sin pecado desde el mismo momento de haber sido concebida y que sigue sin pecado; que Dios está muy cerca de ella y que es amada por Él; que va a ser la mujer más piropeada de todo el mundo… Pero estas palabras de Dios y este comportamiento suyo hacia María no es algo que sólo se dé al principio y, cuando ya esté segura, entonces la tratará de cualquier manera. NO. Dios trata a la Virgen María siempre igual: lo mismo al principio, que al medio, que al final. Dios también nos trata a nosotros siempre igual. Dios no es como nosotros, que lo que decimos hoy puede ser distinto de lo que decimos mañana, que lo que hacemos hoy puede ser distinto de lo que hacemos mañana.
* Un poco más adelante el ángel Gabriel, de parte de Dios, le dice: “no temas, María”. Dios da seguridad a María. Dios la protege y la acompaña. Dios no machaca la autoestima de María. Uno de los mayores daños (a mi modo de ver) que causa la violencia de género es que, la persona de la que uno debía de esperar amor, protección, cariño, seguridad, comprensión, paciencia, ayuda para crecer interiormente, alegría…, se convierte por ese maltrato en el mayor enemigo, en el que produce terror y un destrozo completo de la personalidad. Pues bien, con estas palabras: “no temas, María”, se expresa toda la delicadeza de Dios para María. Ella pudo haber quedado amedrentada ante la aparición de un ángel y ante el mensaje de Dios y Éste quiere tranquilizarla y darle seguridad. ‘“No temas, María”, pues conmigo estás segura y nada malo te va a suceder’.
* ¿Tuvo éxito Dios en su trato cariñoso y cercano con María? SÍ. Sabemos que la respuesta es afirmativa, porque María ya habla sin miedo ni temor con Dios y le pregunta cómo va a suceder el embarazo que le anuncia el ángel. María habla con confianza e incluso menciona cosas íntimas y de su sexualidad. Los temas de sexualidad son muy personales y uno no los va comentando con cualquiera. Sin embargo, María ya sin miedo pregunta: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” Y a continuación María, ante la respuesta de Dios, acepta cumplir su voluntad. ¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto? Pues que se consigue más de los hombres con cariño y comprensión que con miedo, que atrae más moscas una gota de miel que cien barriles de vinagre.
Aprendamos, como decía antes, del trato que Dios da a los hombres para también hacerlo nosotros con nuestros semejantes. Si lo hiciéramos así, no habría ninguna violencia de género. ¡Seguro!