Homilías semanales EN AUDIO: semana II de Pascua






Homilía del Martes II de Pascua

 

Homilía del Miércoles II de Pascua

Funeral en El Valle



Homilía del jueves II


1-5-2014                                JUEVES II PASCUA

Queridos hermanos:
Un testigo es aquel que, como dice el evangelio de hoy, habla “de lo que ha visto y ha oído”. Por lo tanto, han salido aquí ya tres características de un testigo:
1)     Es aquel que ha visto algo.
2)     Es aquel que ha oído algo.
3)     De lo que visto y oído, habla y comunica a los demás. ¿Qué más da que alguien haya visto o haya oído si se lo guarda para sí mismo? Esta persona no es testigo de nada.
Por otra parte, al testigo de Jesús se le exige que obre conforme a eso que ha visto y que ha oído. Con lo cual surgen dos nuevas características. El testigo es aquel que
4)     Cree en lo que ha visto y oído.
5)     Actúa en su vida conforme a esa fe. Por eso dijeron los apóstoles: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Sabían que se jugaban su vida, pero estaban dispuestos a ello.

Por parte de los que escuchan el testimonio de los testigos, como nos dicen las dos lecturas de hoy, pues haber rechazo o aceptación, pero ni lo uno ni lo otro está en manos de los testigos. Cuentan que, cuando Bernardita fue enviada por la Virgen María que le aparecía en la gruta de Lourdes a hablar con el alcalde y con el párroco para que construyeran una capilla en el lugar de las apariciones, le contestaron que no la creían. A lo que ella respondió: “A mí me dijo la Señora que os comunicara su deseo, y no que os convenciera”. En efecto, nosotros tenemos que decir lo que hemos visto u oído, aquello que vivimos en nuestra fe, y no tenemos que convencer a nadie. Eso pertenece exclusivamente a Dios y a cada persona que escucha el testimonio. La sentencia de Jesús con la que termina el evangelio de hoy es muy clara: “El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida”.