TODO ES RELATIVO: ANÁLISIS DEL GP DE SINGAPUR



En la vida todo se puede ver de forma relativa, eso ya lo sabemos todos. Las sensaciones vividas, la percepción del frío o del calor puede ser interpretada de una forma u otra dependiendo del receptor que la realice. Esto podemos extrapolarlos a otros aspectos de la vida. Como gran amante de las frases célebres que soy, tengo un apartado en mi cabeza donde guardo las más originales. Precisamente una de mis mayores pesadillas en la infancia, el genial Groucho Marx creó  una de las más originales a mi parecer. 
Ya lo sé, tengo muchos defectos y entre ellos destaca uno que me lastra más que otros por ser amante del buen cine y es no soportar a la familia Marx al completo. A pesar de eso no dejo de reconocer que una persona que dice frases como estas merece el titulo de genial:  “Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…”
Pues sí, todo es relativo. Como vemos todo lo pequeño puede ser grande y viceversa dependiendo quién lo mire aunque hay determinadas profesiones donde una magnitud tan simple como 33 cm puede llegar a originar una barrera insalvable para unos, en cambio en otras, F1 incluida donde las carrera se miden en kilómetros pueda considerarse en algunos aspectos simplemente una minudencia. Es paradójico que un Gran Premio pueda llegar a decidirse por algo que mide lo mismo que un pie y eso pareció ocurrir este pasado fin de semana en uno de los trazados más largos del mundial, el circuito de Marina Bay que mide en concreto 5.073m de longitud.  33cm fue la ventaja conseguida por Lewis Hamilton a su compañero Rosberg en una vuelta, o lo que es lo mismo 0.007 milésimas de segundo, menos que un simple parpadeo.
Terminó el Gp de Singapur de F1 después de una carrera para mi sosa, aburrida en determinadas fases de la misma que solo cobró cierta emoción después de la cagada de Mercedes cuando decidieron no entrar a cambiar las ruedas de Hamilton tras la salida del coche de seguridad. A mi parecer fue otro de los muchos coitus interruptus de esta temporada donde los protagonistas crearon ilusión a base de expectativas que nunca llegaron a cumplirse.
Es paradójico ver que después de la intensa lucha por la pole vivida el sábado entre los chicos de Mercedes que en principio marcaba un punto de inflexión a favor del ingles se viera truncado el domingo a las primeras de cambio. Qué bonito son los trazados urbanos, qué imágenes tan alucinantes se dan por la televisión, esos edificios iluminados, la noria, etc. Sí, muy bonito todo pero yo prefiero disfrutar con la esencia del deporte, la competición y tiendo a dejar de lado todo ese merengue que a menudo rodea a un buen pastel. Eso es lo que está sucediendo en la F1 actual, poco dulce y  mucho merengue. De una parte hasta ahora el abuelete se ha empeñado en meternos con calzados carreras en circuitos urbanos, que acercan el espectáculo al ciudadano pero nada más. Marina Bay es el claro ejemplo, un trazado revirado, estrecho en muchas partes, sin rectas considerables donde se alcancen las condiciones necesarias para conseguir la tan ansiada esencia de la competición como antes mencionaba, los adelantamientos. Sin eso no tenemos nada. Muchas veces escuché decir a los amantes del motociclismo que la  F1 era aburrida ya que simplemente se mostraba una procesión de coches que se mantenían a fila unos detrás de otros, pues a grandes rasgos, eso fue lo que sucedió el pasado domingo.

En determinados circuitos salir desde la pole es fundamental y viendo  las condiciones de igualdad que manejan los dos plateados conseguirla en Singapur te asegura media carrera, pero todo es relativo. Efectivamente, tenerla facilita tremendamente la victoria pero hay otros factores que la pueden dificultar, y si no que le pregunten al bueno de Nico. Imaginaros la cara de lelo que se le hubiera quedado al alemán si hubiera batido a su compañero por 7 milésimas y te encuentras que el coche no en capaz de arrancar el domingo. También podemos poner otro ejemplo, imaginaros la bronca y el pitote que se hubiera montado en el box de Mercedes si Lewis no llega a encontrar esos maravillosos dos segundos por vuelta que guardaba en su manga tal como le dijo su ingeniero y en lugar de salir victorioso en la noche de Singapur hubiera quedado cuarto o quinto tras la tremenda cagada desde el muro. ¡Uf! Los pelos de punta se me ponen con solo imaginar a Caballo Loco entrando por la puertas del box, sin contar con la enésima andanada desde los medios británicos acusando a los alemanes de impedirle recortar puntos sobre el “elegido”.
Centrándome en lo que fue la carrera todo parecía indicar que volveríamos a ver un mano a mano entre los de siempre. Las opciones del ingles eran mayores pero no había que olvidar que en Monza también y su W05 realizó una arrancada de las que te dan ganas de llorar pero no hay mal que cien años dure y en esta ocasión la mala fortuna se cebó con Rosberg cuando quiso salir a la pista su monoplaza no andaba. Fue el inicio de la tragedia. Tras  chequear los mecánicos los sistemas el coche pudo saltar por fin a pista pero una vez situado en la  parrilla surgieron de nuevo los problemas. No arrancaba, nervios, prisas para llevarlo a la calle de boxes. Al final, de partir segundo a quedarte el primero por la cola.En fin, tocaba realizar una remontada que nunca llegó. El coche no estaba bien, saltaban las marchas de dos en dos y así no hay manera así que lo mejor era abandonar. 
Todo parecía de color de rosas para Lewis. Salió airoso de la arrancada para poner viento en popa a toda vela hacia la meta. Por detrás Vettel recuperó la segundo plaza cuando Fernando, tras realizar una buena salida adelantó a los dos Red Bull pero entró colado en la primera curva y tuvo que ceder su posición. Dichas posiciones permanecieron estables hasta llegar al primer cambio de neumáticos. El de Ferrari adelantó su parada y montando el compuesto blando consiguió adelantar a Vettel  que salió a pista con duros. Sinceramente me tuve que frotar varias veces los ojos, no me lo creía. Cuando todo parecía perfecto para que el español consiguiera la segunda plaza fina se produjo un incidente sin apenas importancias que desencadenó la salida del coche de seguridad después de que se desintegrara un alerón delantero. Ferrari ordenó entrar al asturiano, los dos Red Bull se mantuvieron y la pifia vino de manos del muro de Mercedes. El error a mi parecer fue mayúsculo pero  nunca mayor que la cantidad innecesarias de vueltas que realizó el coche de seguridad. 
!Genial!. Creí que se habían dado todas las condiciones necesarias para que Fernando pudiera aspirar a ganar la carrera, ingenuo de mi. En la cuarta posición, con neumáticos nuevos, con seis vueltas menos que el mejor de sus rivales directos, faltando treinta giros por realizar, el safety que se mantiene en pista eternamente dejando cada vez menos vueltas para que Lewis remontara. Me frotaba las manos viendo la escena pero mi alegría duro poco, concretamente  los quince minutos que tardó el ingles en meterle 20 segundos a los demás y colocarse a tiro de piedra de la cabeza de nuevo, y cuando digo piedra me refiero a la mierda de compuestos que montan los F1 esta temporada, literalmente piedras. Una vez solventada la duda ya no quedaba más que esperar.
Tenían razón cuando le dijeron al ingles: "Tienes la ventaja de tu ritmo" Se lo dijeron para calmarle, para justificar la decisión de no pararle con la salida del safety car y muchos pensamos que le mentían pero lo cierto es que desde el muro tenían razón pero jugaron con fuego. A mi parecer no fue necesaria dicha exhibición. Dos segundo es mucho pero no tanto pensando que el resto tenía que cuidar sus ruedas pero otro incidente en pista más, y la cabalgada de Lewis no hubiera servido de nada y ahora todo serían penas.
Una cosa queda clara, o deciden descongelar la evolución de las nuevas unidades de potencia al finalizar el año, lo que se llama un digo Diego muy habitual en los dirigentes de la FIA o una sombra de oscuridad invadirá los siete reinos como en Juego de Tronos. Solo un dato más a los dos segundos por vuelta durante casi 12 giros, como si ya con eso un fuera poco, Lewis a mitad de carrera llevaba solo el 44% del consumo realizado cuando iba líder mientras que el resto estaban rozando el 50%. Casi nada.
El único defecto es la fiabilidad ¡alabado sea Dios! y eso está permitiendo que Ricciardo tenga aún opciones por el campeonato gracias al valor doble de los puntos en la última carrera. Actualmente se sitúa con dos carreras de desventaja con respecto a Nico, la distancia es elevada pero cosas peores se han visto. Llama la atención de que su equipo, con la ventaja actual que maneja sobre su compañero no por él y optara por comunicarle al alemán que cambiara de configuración al motor o  algo parecido, no sé, un Multi 21 por ejemplo. ¡Ah no, que no podían! Tenían vigiladas las órdenes por radio, eso sí hubiera desdibujado la magnífica actuación de Vettel en esta carrera, en una pista donde destacan los pilotos con más talento pudiendo marcar las diferencias a base de acercarse a los muros o arriesgar en los cambios de dirección, algo que los menos habilidosos seguramente no harán por precaución o miedo a terminar estampado. 

Lo mismo podemos decir de Fernando. Si hay una pista donde el F14T parecía rendir en condiciones de luchar por estar cerca del triunfo ha sido en esta y el español pudo sacar tajada de ello pero todo es relativo. En esta ocasión pareció cruzarse la diosa fortuna en su camino pero simplemente fue un espejismo que le desvió del camino que conducía a la senda de una segunda posición final más que asegurada. Lewis fue el gran beneficiado, salió del exigente circuito urbano como líder del Mundial, algo que parecía impensable después de lo ocurrido en Bélgica. Desde entonces todo ha sido perfecto para él y malo para Nico pero aún queda mucha lucha. Resta un mini campeonato comprimido en cinco carreras. En esta ocasión, como ha sucedido muchas veces este año el Mercedes tenía la ventaja de su ritmo y eso fue suficiente para que Lewis brillara con luz propia en la noche de Singapur. Como vemos siete milésimas pueden ser mucho o nada dentro de una misma historia. Todo es relativo, pero eso será otra historia.