Dt. 18, 15-20; Sal. 94; 1 Co. 7, 32-35; Mc. 1, 21-28
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Queridos hermanos:
En las lecturas que acabamos de escuchar se nos habla del anuncio del mensaje de Dios. Se nos dice que profeta es aquel que habla en nombre de Dios y dice lo que el Señor le manda. Cuando uno lo hace así, sus palabras no son aburridas ni vacías, sino que tienen fuerza y producen fruto. En el caso del Evangelio vemos que las enseñanzas de Jesús producían asombro y admiración entre los que escuchaban y también tenían fuerza para echar los demonios que tenía la gente dentro de sí. Por parte del que escucha, la Palabra de Dios predicada por un profeta o por un apóstol le puede, si se abre a esa Palabra, ablandar el corazón y echar de su interior todo rencor y resentimiento.
Hace muy pocos días cerca de Trubia (un pueblo de Asturias) un hombre mató al padre y al hijo por un tema de tierras. Por lo visto estos dos pasaban regularmente con su ganadería por medio de la tierra del primero sin atender a los requerimientos de éste para que utilizasen el camino. Harto ya de que no le hicieran caso, el hombre cogió su escopeta de caza y mató a los dos vecinos. Los tres tenían el corazón endurecido por las cosas materiales, por la ira y por el amor propio y, como dice la pareja del hombre que disparó, ahora hay dos muertos y otro en la cárcel.
Al conocer esta noticia me acordé de un escrito que me llegó hace un tiempo por Internet y que tiene algo que ver con este hecho y con lo que acabamos de escuchar en las lecturas: Se cuenta que un sacerdote fue llamado por Dios a predicar a un bosque. Dios le dice que se pare en una piedra y que predique su Palabra. El sacerdote pensó que lo que Dios le estaba pidiendo era una locura, pues sólo lo que había a su alrededor eran árboles y pajarillos. Sin embargo, obedeció y proclamó por breves minutos el mensaje que Dios le había dado. Luego Dios le dice que haga una llamada al arrepentimiento, entonces se sintió más incomodo y ridículo con lo que tenía que hacer, pero obedeció, terminó y siguió hacia su casa. Dos años más tarde, este sacerdote fue invitado a la cárcel, con el propósito de atender a los presos. Una vez que cumplió con la encomienda para la cual fue invitado, un preso se le acerca y lo saluda efusivamente. El sacerdote, confundido por la familiaridad con que el preso lo trata, le pregunta: “¿Te conozco?” El preso, le contesta de la siguiente manera: “Tal vez usted no me conoce, pero yo no lo he olvidado. Hace dos años atrás, yo asesiné a un hombre en esta ciudad y huyendo de la justicia me interné en el bosque. Fue allí que lo vi parado sobre una piedra predicando un mensaje de arrepentimiento. Pensé que era un loco, pero de todas maneras escuché lo que estaba diciendo. Su mensaje me impactó, lo que usted dijo era para mí. Lo escuché hacer una llamada y me vi tentado a salir de mi escondite, pero tuve miedo. De todas formas, allí en silencio me arrepentí de lo que había hecho y acepté a Jesucristo. Esa misma noche me entregué a la justicia y por eso, hoy estoy pagando mi condena. Hoy detrás de estas rejas pago por el delito que cometí, pero su mensaje, su proclamación, aunque parecía una locura, me ha hecho libre...” En efecto, San Pablo expresa la eficacia divina de la proclamación del Kérygma (lo central del mensaje de Cristo: que nació, que murió por nuestros pecados y que resucitó para nuestra salvación): “Ahora bien, ¿cómo van a invocar a aquél en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él, si no les ha sido anunciado? ¿Y cómo va a ser anunciado, si nadie es enviado?... En definitiva, la fe surge de la proclamación, y la proclamación se verifica mediante la palabra de Cristo” (Rm 10,14-17).
Si me permitís voy a transcribir a continuación algunas de las experiencias que tuvieron los jóvenes que salieron por toda Asturias en la llamada Misión Joven a iniciativa de D. Carlos, nuestro querido Arzobispo, el cual quiso que salieran los jóvenes cristianos por las casas, las calles y los comercios hablando de Dios y entregando una lámina de la Santina de Covadonga. Algunas de las cosas que les pasaron en los días que hicieron de misioneros fueron éstas:
- Inés de Gijón: “En general las impresiones han sido muy buenas. Gracias a Dios, no nos han dado con demasiadas puertas en la cara, y la gente ha sido bastante amable. Algunos no se terminaban de creer que la lámina era un regalo, y daban con la puerta en las narices., sin darnos la opción de explicarle un poco más qué es lo que hacíamos delante de su puerta. Por el contrario, otra gente se emocionaba al tener a la Santina, a la Madre, en sus manos, y conseguía emocionarnos a nosotros.”
- Macu de Gijón: “¡¡Toc, toc!! Así comenzamos la Misión Joven junto con la mejor de nuestras sonrisas, aunque por dentro nos recorrían muchos sentimientos. Por una parte, la emoción de ir puerta por puerta dando nuestra experiencia de fe, pero por otra, la duda de quién nos abriría. Fueron muchas historias pues cada puerta era un mundo diferente. A pesar de las malas contestaciones o los portazos, cuando nos juntábamos al terminar el día, todos sonreíamos de oreja a oreja por la satisfacción de haber entregado a nuestra Madre en muchos hogares del barrio.”
- Otra chica de Gijón: “La verdad es que al principio no estaba muy convencida de participar, pues cuando te lo comentan de primeras te suena un poco raro eso de ir con la Santina casa por casa, pero la experiencia ha sido inolvidable. No empezamos con buen pie, pues de primeras podríamos decir que nos coincidieron a la vez todas las casas que no querían aceptar ese regalo que les llevábamos, y nos desanimamos un poco, pero las cosas fueron cambiando. Había gente que se emocionaba al tener a la Santina en sus manos.”
- Francisco de Mieres: “Mi experiencia personal fue muy acogedora, pues muchas casas me abrieron la puerta y me dejaron entrar y pasar una pequeña convivencia con ellos. Se ve que hay personas que aman a Cristo y a nuestra madre y lo que más me sorprendió fue el acogimiento de los jóvenes del Caudal que te abrían sus vidas sin pudor ninguno, En una sola mañana repartí yo solo unas 15 láminas y mis compañeros aproximadamente igual. También el acogimiento de la gente en las parroquias fue enriquecedora, pues ninguna te ponía una mala cara, sino que te daban las gracias y te ponían buenos gestos. Llega la tarde todos después de comer nos pusimos enseguida a la misión y la gente nos acogió igual de bien, aunque hubo de todo: personas que nos abrieron con una sonrisa y otra que no tanto, pero todos con buen corazón; yo creo que en esos dos días repartiríamos unas 80 o más laminas. Y esta semana fue la clausura oficial lo cual no quiere decir que fuese la definitiva pues todos debemos de misión por que un misionero no es dos semanas ni de una sola cosa, sino toda la vida y sobre todo de Jesús Cristo y debemos de seguir el camino de El con el buen corazón de nuestra Madre amantísima: la Virgen de Covadonga.”
- Un chica de Mieres: “Fuimos yendo por varias calles de la zona de Mieres; la verdad que la gente fue muy receptiva, en la mayoría de los hogares nos acogieron muy bien. Y en uno de esos hogares, pues me llamó mucho la atención, pues había una señora que la verdad que me estuvo contando un poco su vida, y me paré a reflexionar, cuando cerró la puerta me puse a orar por ella, pues me dio mucho. Por la tarde nos encontramos de todo, edificios vacíos, que no nos querían atender, y también gente de lo más amable que se pueda encontrar uno; o sea, que hubo de todo. En los sitios en los que me encontré las casas vacías o que no nos querían abrir, pues yo no me desanimé; todo lo contrario, me armé de valor y seguí con mi mejor sonrisa en la cara. Jamás olvidaré esta experiencia, pues le doy gracias a Dios de haber sido una misionera de LA SANTINA. GRACIAS SEÑOR”
- En Oviedo: “Santa María del Naranco está de fiesta: disfrutó de 17 misioneros caminando por sus calles y pueblos. Hasta el famoso night club Yuma recibió misioneros. Les agradecieron mucho la lámina de la Santina y prometieron ponerla en el comedor. ‘Las chicas que trabajan aquí son muy religiosas y van a misa los domingos’, les comentó el señor que los recibió.”
- En la zona del Caudal: “Corre que te corre por Mieres. Elsa y yo nos vamos a los pueblos de los extrarradios. Nevaba a chuzos. Comida compartida a las 14 horas, breve oración y comienza la Misión por las calles Manuel Llaneza y Barrio de San Pedro. Encontronazos, puertas cerradas y gente muy amable. El equipo de Pola de Lena bajo la incesante granizada de la tarde no paró en todo el día. A las 20 horas volvemos a la base, hacemos una oración, merendamos y hacemos balance del día. Por cierto: las monjas se han portado genial con nosotros: calentándonos la comida y preparándonoslo todo para cuando llegásemos de vuelta.”
- José Ángel de Oviedo: “Creo que ha sido una experiencia tanto para mis chicos y compañeros animadores, como para mi, emocionante y llena de alegría, amistad y presencia de Jesús. Qué gran acierto el del Señor Arzobispo el habernos comprometido en esta misión., de verdad que no saben lo que se pierden los que van a rechazar esta preciosa experiencia de comunión misionera. LOS QUE MÁS HEMOS RECIBIDO SOMOS LOS PROPIOS MISIONEROS. Como anécdotas deciros que en una de las veces que rezamos el ave María con una persona, éste quiso hacerlo en latín... En otra puerta nos asaltó un perrazo (que por supuesto su dueño no consintió en que llegase a mordernos, pero el susto nos lo pegó). ¡¡GLORIA AL SEÑOR!!)Un abrazo a todos en Jesús y ¡¡MUCHO ÁNIMO!!!”