Bautismo del Señor (B)

8-1-2012 BAUTISMO DEL SEÑOR (B)

Is. 42, 1-4.6-7; Sal. 28; Hch. 10, 34-38; Mc. 1, 7-11


Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

Celebramos hoy la festividad del Bautismo del Señor. El 25 de diciembre celebrábamos que Jesús había nacido; hoy, 8 de enero, celebramos su bautismo. Éste es el inicio de su vida pública. Han pasado 30 años desde una fecha hasta la otra. Este período de tiempo es lo que se conoce como la vida oculta de Jesús. Sí, Jesús nació en Belén; vivió sus primeros años de vida en Egipto, pero enseguida sus padres le llevaron a Nazaret, en donde estuvo hasta que cumplió los 30 años.

Con su bautismo Jesús inaugura los tres años que dedicará a anunciar el evangelio de su Padre Dios. También nosotros inauguramos (o deberíamos de empezar) con nuestro bautismo una vida de fe, de trato íntimo, personal y constante con Dios, y una vida de anuncio del mensaje de Jesús. Su bautismo es modelo para nuestro bautismo; su vida debe ser modelo para nuestra vida.

Vamos a profundizar un poco en el evangelio que acabamos de escuchar:

Dice San Juan Bautista: “Yo os he bautizado con agua, pero Él (Jesús) os bautizará con Espíritu Santo”. Cuando San Juan predicó y anunció un bautismo de conversión, se formaron tres grupos de personas: 1) aquellos que le escucharon y… no le hicieron caso (fariseos, Herodes, los sabios de Jerusalén, los hombres ricos de Israel…); 2) aquellos que sí hicieron caso de San Juan Bautista, se arrepintieron de sus pecados, se convirtieron y se hicieron bautizar por San Juan; 3) aquellos que fueron bautizados por San Juan, pero después siguieron a Jesús y recibieron el bautismo de Jesús. Hoy voy a hablaros de los grupos segundo y tercero.

Los del grupo segundo fueron bautizados únicamente con agua, según las palabras del mismo San Juan Bautista[1]. Ser bautizado con agua significa que esa persona ha escuchado el mensaje de Dios, ha visto su propio pecado o sus propios pecados, se ha arrepentido de ellos, quiere cambiar y pide el bautismo de agua. Este bautismo de agua no tiene fuerza por sí mismo. El bautismo de agua es un signo y un compromiso entre el bautizado y el que bautiza. El primero hace el propósito de llevar una vida honesta, honrada y según la voluntad de Dios. El que bautiza recoge este compromiso. Pero el propósito se hace en base a las propias fuerzas de uno. Uno mismo es quien lleva una vida honesta. Uno mismo es quien lleva una vida honrada. Uno mismo es quien sigue la voluntad de Dios. Uno lo hace y Dios lo mira y lo ve, como quien ve los toros desde la barrera.

Los del grupo tercero fueron bautizados con agua y con Espíritu Santo. Ser bautizado con Espíritu Santo significa que esa persona ha escuchado el mensaje de Dios, el Espíritu le ha hecho ver su propio pecado o sus propios pecados, el Espíritu le concedido el don del arrepentimiento de ellos, y esa persona siente una fuerza interior que le impulsa al cambio y a la conversión. Este bautismo con Espíritu Santo tiene fuerza por sí mismo. La fuerza no procede del hombre pecador, arrepentido y convertido. NO. La fuerza, el perdón, el arrepentimiento, la conversión, la salvación, la santidad de vida… procede sólo y exclusivamente del Espíritu Santo, pero con la colaboración del creyente. Ciertamente hay una conjunción del hombre y de Dios, de lo humano y de lo divino, del agua (que aquí representa al hombre) y del Espíritu Santo.

Veamos en un cuento esta conjunción del hombre y de Dios, de Dios y del hombre. “Dicen que un hombre convirtió, en el espacio de dos años, un territorio pedregoso en un jardín lleno de flores que se hizo famoso en la comarca. Un día un santo varón pasó por el jardín y, para que el jardinero no olvidara quién era el Creador Supremo de su obra, le dijo: ‘Jardinero, este jardín tan hermoso es una verdadera bendición que Dios te ha dado’. El jardinero comprendió el mensaje y le respondió: ‘Tienes razón, santo varón. Si no fuese por el sol y por la lluvia, por la tierra y por el milagro de las semillas y por las estaciones del año, no tendría ningún jardín. ¡Pero deberías haber visto cómo estaba este lugar hace dos años, cuando Dios lo tenía sólo para sí mismo…!’”.

Moraleja: Dios nos da sus dones, su santo Bautismo y su Santo Espíritu, que es con mucho lo principal, pero también Dios necesita de nuestra colaboración para que se realice el milagro de la santidad. Ojalá un día también nosotros escuchemos, como escuchó Jesús, a Dios Padre decir sobre nosotros: “Tú eres mi hijo amado, mi preferido”.

[1] Se dice por parte de algunos estudiosos que hoy día aún existen algunos discípulos de San Juan Bautista. Son los llamados mandeos. Su número no supera los 60.000 en todo el mundo. Principalmente están ubicados en Irak. Los mandeos nunca han aceptado a Jesús, a quien consideran un traidor que fue crucificado por Dios como castigo por volverse contra Juan el Bautista. Los mandeos obedecen diecisiete mandamientos. Un rasgo curioso es que la continencia se considera impiedad y quien no engendra hijos, no tendrá un lugar en el cielo, por lo cual el matrimonio es obligatorio y la poligamia está permitida. En el mandeísmo las mujeres poseen exactamente el mismo valor social, rango y respeto que el hombre. Las ceremonias más importantes de los mandeos son el entierro, la fiesta de los muertos y el bautizo. La ceremonia del bautizo tiene su origen en Juan el Bautista, quien es el último los profetas de los mandeos. Cada mandeo es bautizado varias veces a lo largo de su vida aunque sería deseable un bautizo cada domingo, pues, según la concepción mandea, durante la ceremonia del bautizo es cuando más nos acercamos al reino de la luz. Gracias a la inmersión ritual obtenemos el perdón de los pecados, la curación de las enfermedades y la expulsión de los demonios.

Epifanía (B)

6-1-2012 EPIFANIA DEL SEÑOR (B)
Is. 60, 1-6; Sal. 71; Ef. 3, 2-3a.5-6; Mt. 2, 1-12
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
Celebramos hoy la festividad de la Epifanía del Señor, más conocida como la festividad de los Reyes Magos. Como ya os he dicho en otras ocasiones, “Epifanía” es una palabra que procede del griego y que significa “manifestación”. En el evangelio del domingo pasado leíamos cómo el Niño Dios se había manifestado (Epifanía) al pueblo de Israel personificado en los pastores. Hoy, día de 6 de enero, leemos cómo el Niño Dios se manifiesta (Epifanía) a unos extranjeros, a los magos de oriente.
- Me llama la atención que gran parte del relato que nos hace hoy el evangelio se centre en narrar las reacciones de Herodes, de los sumos pontífices y de los letrados del país ante el nacimiento de Jesús. Ellos tenían ante sí todos los medios para conocer y reconocer al Mesías de Dios, pero NO se movieron ni un paso de sus casas y de sus palacios para acercarse a Belén. Sin embargo, los pastores SÍ dejaron sus rebajos, su descanso bien merecido para ver al Niño Dios y para estar con Él. Igualmente los magos de oriente SÍ dejaron las seguridades de sus casas y de sus países para ver y adorar al Niño Dios, pero –repito- Herodes, los sacerdotes judíos y los sabios no movieron ni un músculo para ir ante el Hijo de Dios. Si hubiera venido el emperador romano a Israel, entonces sí que hubieran dejado todo para estar con él; pero para ver a Dios, al Mesías no se movieron nada; no le dieron importancia. A estas gentes (Herodes, los sacerdotes judíos y los sabios) da ganas de decirles aquel dicho tan de nuestros días: “¡Que no te enteras, Contreras!”
Pero este no enterarse es bastante común entre nosotros, los humanos. Veamos un poco lo que sucede a nuestro alrededor: 1) Un chico de Túnez empezó las revueltas en el mundo árabe al quemarse a lo bonzo por la corrupción generalizada de sus gobiernos. Los jefes árabes no se enteraban o no querían enterarse de los que sucedía entre sus ciudadanos. Y tanto tiraron de la cuerda, que, al final, ésta rompió. Los medios de comunicación han tomado como fecha de inicio de la revuelta en Túnez y por consiguiente en todo el mundo árabe el viernes 17 de diciembre de 2010, cuando el joven universitario y vendedor ambulante Mohammed Bouazizi se quemó a lo bonzo en la ciudad de Sidi Bouzid, para protestar por la acción de la policía que, al confiscarle su puesto callejero de venta de frutas, le había condenado al paro y a la miseria más absoluta. Los hechos continuaron por la reacción de la población con fuertes protestas ante el suceso, así como el incremento excesivo de los precios en los alimentos básicos, la corrupción, las malas condiciones de vida de los habitantes tunecinos y la falta de oportunidades para superar la crisis económica que sufría el país desde 2008. Después de Túnez las revueltas pasaron a Egipto, a Yemen, a Marruecos, a Jordania, a Libia, a Siria… Ahora muchos jefes árabes quieren “enterarse”, pero ya es tarde en muchos casos. Ahora muchos jefes árabes (Gadafi, Mubarak, Ben Alí) quisieran “haberse enterado”, pero ya es tarde en muchos casos.
2) También podríamos decir lo mismo (“¡Que no te enteras, Contreras!”) con lo de la crisis económica. Era anunciada por algunos, pero mucha gente no quiso enterarse y siguieron endeudándose, comprando y huyendo hacia adelante hasta que “les pilló el toro”. Supe del caso de un avispado hombre de negocios que a mediados de la década de 2000 cogió su dinero, el dinero de sus hijos y de sus conocidos y compró unos terrenos; los edificó y vendió las viviendas sacando mucho dinero. Al ver la ganancia, de más de un 500 %, más gente, además de los primeros, le confió su dinero a este avispado hombre de negocios, e incluso éste hombre pidió dinero prestado al banco e hipotecó su casa; luego con todo el dinero que había reunido compró otros terrenos y los edificó, pero cuando fue a vender la nueva remesa de viviendas… era ya 2009, y entonces no se vendía nada. Al final, este hombre perdió el dinero de sus amigos, de sus conocidos, de sus familiares, de sus hijos, el suyo propio, su casa de toda la vida… Ahora muchos avispados negociantes, empresarios, obreros, amas de casa, padres de familia, gobernantes, etc. quisieran “haberse enterado”, pero ya es tarde en muchos casos.
Pues, como dije más arriba, así sucedió en Israel: Herodes, los sacerdotes judíos y los sabios iban a lo suyo y a pesar de las señales que les venían, no quisieron enterarse de lo que sucedía muy cerca de ellos. El acontecimiento universal y cósmico, el hecho más importante de la humanidad, es decir, el nacimiento del Hijo de Dios para ellos pasó entonces desapercibido. Ellos estaban muy cómodamente instalados en su vida y en Israel. Un Mesías les traería problemas y complicaciones, por eso quisieron “pasar” de la noticia, o quisieron ahogarla en sangre, como Herodes con los Santos Inocentes. Ahora, me consta por la fe, Herodes, los sacerdotes judíos y los sabios quisieran “haberse enterado”, pero ya es tarde en muchos casos.
- Tengo miedo que también a nosotros se nos diga hoy día aquello de “¡que no te enteras, Contreras!”, en referencia a la venida de Jesús, el Hijo de Dios a nuestras vidas, a nuestro mundo. No dejemos que las fiestas, las reuniones de familia, las comidas, las pagas extras, los problemas y discusiones, el deseo que pasen pronto estos días, que para muchos son de los más tristes del año…, nos impidan enterarnos de lo que realmente importa: Dios nos entrega a su Hijo querido para nuestra salvación y para nuestra alegría. No dejemos que los “Herodes, los sacerdotes judíos y los sabios” de ahora nos arrebaten esta alegría y a este Jesús, y no dejemos que se desvíe nuestra atención. Si ellos quieren ver otras cosas, que las vean. Nosotros sabemos bien dónde está nuestro tesoro. Los que quieren enterarse, como los magos de oriente y los pastores, entonces se llenan de inmensa alegría, pueden entrar en el corazón de Jesús y pueden ver a éste con María, su madre.

Hombres de la Biblia - Jonás

Jonás = “Paloma de la paz”. 

I. Hijo de Amitai, fue un profeta hebreo enviado por Dios a una nación extranjera (Jonás 1:2)

El hombre que huyó

Jonás era originario de la ciudad hebrea Gat-hefer (2 Reyes 14:25) que era parte de la tribu de Zabulon (Josué 19:10-13). Por lo tanto, esto es una prueba de la falsa  declaración de los fariseos acerca de que ningún profeta sale de Galilea (Juan 7:52).

“… ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.”(Juan 7:52)

Jonás vivió en la primera parte del reinado de Jeroboam II, en un período en que el reino estaba en un estado dividido. Él es sin duda uno de los primeros, si no que el primero de los profetas cuyos escritos se conservan para nosotros. Él es el primero de un nuevo orden de los profetas, que aparecen para declarar el amor de Dios para el mundo entero. Muchas personas se han burlado de Jonás, y ha sido ridiculizado, torturado y tratado como un mito o una parábola. Pero nuestro Señor Jesucristo creía en el como un personaje histórico.

Compare Jonás 1:7 con Mateo 12:39-40

“Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.” (Jonás 1:7)

“El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.”  (Mateo 12:39-40)

Y Lucas 11:29-30, Jonás 3:5 con Mateo 12:41

“Y apiñándose las multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala; demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás. Porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del Hombre a esta generación.” (Lucas 11:29-30)

“Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos.” (Jonás 3:5)

“Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar.” (Mateo 12:41)

Un esquema útil para el desarrollo de la historia de Jonás es el siguiente:

Capítulo uno: Un profeta desobediente huyendo de Dios y recibiendo su castigo.
Capítulo dos: Un profeta orando y regresando al camino de Dios.
Capítulo tres: Un profeta fiel, trabajando para Dios y recibiendo recompensa.
Capítulo cuatro: Un profeta enojado con Dios y su respectiva reprimenda y lección.

En el Libro de Jonás tenemos una bella historia, en pocos capítulos se nos narra una gran cantidad de incidentes que cuenta con los diálogos necesarios para llevar a cabo una historia grande y variada. Jonás era un nacionalista, creyendo que la salvación era para únicamente para los Judíos.

Aquí algunos detalles de su vida:

Fue desobediente (Jonás 1:1-11),
Estuvo afligido (Jonás 1:12-17),
Logro comunión divina (Jonás 2:1-9),
Fue re comisionado (Jonás 3:1-3),
Se convirtió en un evangelista (Jonás 3);
Respaldado (Jonás 3:4-10);
Estaba enojado con su propio trabajo (Jonás 3:5-10, 4:1);
Se le enseñó la misericordia divina (Jonás 4:4-11).



II. También es el nombre del papa de Pedro. (Mateo 16:17,  Juan 1:42,  Juan21:15)

"Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos." (Mateo 16:17)

“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.” (Juan21:15)



El texto Biblico ha sido tomado de la version Reina-Valera © 1960 Sociedades Biblicas en America Latina ; © renovado 1988 Sociedades Biblicas Unidas. Utilizado con permiso. La serie Hombres de la biblia ha sido tomada de BibleGateway.com con permiso.

Santa María, Madre de Dios (B)

1-1-2012 SANTA MARIA, MADRE DE DIOS (B)

Núm. 6, 22-27; Sal. 66; Gál. 4, 4-7; Lc. 2, 16-21


Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

- En el evangelio se nos habla de unos pastores. Estos estaban pasando la noche en las inmediaciones de Belén y les sucedió que unos ángeles se les aparecieron y les hablaron de un niño que acababa de nacer. Este niño sería el salvador de Israel y de todos los hombres.

¿Conocéis algo del oficio de pastor de ovejas? Yo conozco muy pocas cosas. En el evangelio se nos dice que los pastores de Belén hacían turnos por la noche para cuidar el rebaño. Parece que es una vida bastante dura. Creo que sabéis que nací en León y allí paso algunos días en los veranos. Tienen mis padres una casa en los alrededores de la Virgen del Camino y varias veces a la semana pasa por allí un pastor con su rebaño de unas 100 ó 150 ovejas. Le acompañan 2 ó 3 perros. Cuando el sol está en lo más alto y no hay ningún árbol ni ninguna sombra en la cual guardarse, por allí está el pastor y su rebaño. Cuando hay tormentas con abundante lluvia y aparato eléctrico, allí está el pastor con su rebaño. El pastor tiene que tener cuidado de que las ovejas no entren en algunos terrenos con siembra. Sólo cuando se la cosechado el terrero, puede permitir el pastor que las ovejas entren en aquel sitio a pastar. En otras ocasiones el pastor tiene que tener cuidado de que las ovejas no coman de las plantas que salen por encima de las tapias de las casas de campo, pues a veces las señoras protestan por ello. En invierno también sale el pastor con el rebaño. Podría dejarlas en el establo y darles de comer pienso, pero éste está tan caro…, y lo más barato es sacarlas, aunque a costa de estar tiritando de frío y soportando mojadura tras mojadura. Además, el pastor ha de soportar el ataque de los perros asilvestrados contra las ovejas o de algunos lobos, según las zonas, y ha de tener cuidado de las enfermas, de las preñadas y de las que paren en cualquier momento. No hay día de descanso para el pastor. Trabaja los 365 días del año y casi las 24 horas del día. Un pastor no puede ponerse enfermo. ¿Quién atenderá el rebaño si él enferma? Pues las ovejas y los perros no reconocerán a un extraño que venga a hacer una sustitución de un día o de una semana.

¿Por qué digo todo esto? Simplemente para que caigamos en la cuenta que los pastores, de que nos habla el evangelio de hoy, no eran gentes ingenuas o débiles. Eran personas endurecidas por la vida y seguramente desconfiadas. Tampoco creo que estuvieran bien pagados. Ser pastor debía ser, lo mismo que hoy, un oficio de los menos apetecidos: mucho trabajo, muy duro, mal pagado, mucho tiempo fuera de casa, lo cual impedía una convivencia familiar normal y habitual.

Pues bien, ante estos pastores: endurecidos, desconfiados y mal valorados en la sociedad de Israel, se presentan los ángeles de Dios a anunciarles el nacimiento de su Hijo y los pastores creyeron en aquel anuncio que se les hizo[1]. Como dice una poesía, al nacimiento de Jesús no fueron invitados ni Herodes, ni los fariseos, ni los grandes de este mundo, sino los pastores, lo más bajo de la sociedad. Herodes supo del nacimiento de Jesús, nos dice el evangelio, por boca de los magos de oriente. También supieron del nacimiento de Jesús los sabios del palacio de Herodes y los sabios de Jerusalén, pero ninguno de ellos quiso acudir a Belén a ver al Mesías de Dios, y eso que hacía ya siglos que los profetas de Dios habían anunciado su venida.

¿En qué grupo me encuentro yo? Está claro que Dios anuncia su evangelio a todos los hombres. Dios habla con todos los hombres. Unos le hacen caso y otros no. Unos alaban y dan gloria a Dios y otros lo desprecian o pasan de Él. ¿En qué grupo me encuentro yo?

- Hoy quisiera terminar esta homilía con una referencia a otro tipo de pastores. También se nos llama pastores a los sacerdotes. Dios nos ha enviado un día a sus santos ángeles; ellos, en nombre de Él, nos han anunciado el nacimiento del Hijo de Dios para que vayamos a adorarlo y demos la enhorabuena a San José y a la Virgen María, y luego contemos a los demás los que hemos visto y oído (“Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores”).

Quiero hoy orar y pedir al Niño Dios por todos los sacerdotes, mis compañeros. Aquellos que tienen dudas de fe; aquellos que están ya cansados y desalentados; aquellos que corren peligro en Irak o Nigeria y les matan junto con sus feligreses con bombas en sus parroquias; aquellos que soportan la extorsión, secuestro y muerte violenta de sus feligreses en Veracruz y en otras partes de México; aquellos que siguen por pura inercia en su sacerdocio y que aconsejan a jóvenes y niños que no se metan en el Seminario, como ellos hicieron un día; aquellos que siguen ilusionados y con alegría en su tarea pastoral; aquellos que, pudiendo llevar una vida más fácil, renuncian a ello por amor a ese Niño Jesús que un día se les apareció en su corazón; aquellos que, como la Virgen María, siguen conservando en su espíritu “todas estas cosas, meditándolas en su corazón”.



[1] “En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño […] Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho”.

Navidad (B)

25-12-2011 NAVIDAD (B)

Is. 52, 7-10; Slm. 97; Hb. 1, 1-6; Jn. 1, 1-18


Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

Una año más celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, del Niño Jesús. Ésta es una historia tan antigua y, sin embargo, una historia nueva y real para tantas personas hoy día.

Voy a fijarme en la homilía en dos frases del evangelio y hacer un pequeño comentario de ellas:

- Navidad es ser poseído por la luz de Dios. “La Palabra (Jesús) era la luz verdadera”. En diversos pasajes de la Biblia se define y se describe la presencia de Dios como algo luminoso frente a la oscuridad de la lejanía de Dios. Dios es realmente la fuente de la luz; así, podemos asegurar que la luz verdadera procede únicamente de Jesús, pero, sobre todo, el evangelio nos dice que es Jesús mismo esa luz verdadera.

Sí, necesitamos la luz de Jesús para ser capaces de ver y reconocer a Dios a nuestro alrededor y en nuestro interior. Cuando un hombre dice que no cree en Dios, que no ve a Dios, de lo que está hablando no es de la existencia o no de Dios, sino de su propia ceguera por no verlo.

Necesitamos la luz de Jesús para que nos alumbre y nos haga ver las cosas tal y como son, por ejemplo, que los otros no son tan perversos ni nosotros tan buenos. Decía Fr. Luis de Granada que los hombres tenemos un corazón de siervo para con Dios, un corazón de juez para el hermano y un corazón de madre para nosotros mismos. Si Jesús nos da su luz, entonces cambiaremos esta visión y tendremos un corazón de hijo para con Dios, un corazón de madre para el hermano y un corazón de juez para con nosotros.

- Navidad es la cercanía de Dios con el hombre, sobre todo con el que sufre. Y Jesús “se hizo carne y acampó entre nosotros”, dice el evangelio de hoy. ¿Qué significa que el Hijo de Dios haya tomado nuestra propia carne y se quede con nosotros para siempre? Porque esto es lo que representa la Navidad realmente. Después de la caída del régimen comunista en la URSS, dos americanos fueron invitados en 1994 por el Ministerio de Educación de Rusia para enseñar en algunos lugares moral y ética, pero que estuvieran basadas en principios bíblicos. Uno de los lugares a donde acudieron los americanos aquellos fue a un orfanato con casi 100 niños, que habían sido abandonados por sus padres y estaban bajo la tutela del Estado. Cuando estos dos americanos fueron a este orfanato estaba ya cerca la fiesta de la Navidad y les contaron a los niños la historia del nacimiento de Jesús: Les contaron que María y José llegaron a Belén, que no encontraron lugar en las posadas, que por ello tuvieron que irse a un establo, en donde finalmente nació el niño Jesús y fue puesto en un montón de pajas por su madre, que poco después unos pastores trajeron regalos para el niño y también hicieron lo mismo unos magos venidos de oriente. A lo largo de la historia, los niños y los empleados del orfanato no podían contener su asombro. Algunos estaban sentados al borde de la silla tratando de captar cada palabra. Una vez terminada la narración los americanos plantearon a los niños la idea de hacer entre todos un “belén” con trapos, cartones, papeles…, y todo el mundo se puso a ello. Mientras los huérfanos estaban atareados armando todo aquello, paseaba uno de los americanos por entre los niños hasta que llegó a Misha, que tenía unos seis años y que había puesto en el establo dos niños. El americano llamó al intérprete para que preguntara a Misha por qué había puesto dos bebés, si en la narración se hablaba de un solo bebé. Entonces Misha repitió toda la historia del nacimiento de Jesús, pero, cuando llegó a la parte en donde María colocaba a su hijo en la cuna, Misha inventó su propio final, y dijo así: “Y cuando María dejó al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para estar. Yo le dije que no tenía mamá ni papá y que no tenía un lugar para estar. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con él. Le dije que no podía, porque no tenía un regalo para darle. Pero yo quería quedarme con Jesús, por eso pensé qué cosa tenía que pudiese darle a él como regalo; y se me ocurrió que un buen regalo podría ser darle calor. Por eso le pregunté a Jesús: ‘Si te doy calor, ¿ése sería un buen regalo para ti?’ Y Jesús me dijo: ‘Si me das calor, ése sería el mejor regalo que jamás haya recibido’. Por eso me metí dentro del pesebre y Jesús me miró y me dijo que podía quedarme allí para siempre”. Cuando el pequeño Misha terminó su historia, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas empapando sus mejillas; se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo. El pequeño huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría ni abusaría de él. ¡Alguien que estaría con él para siempre!

Misha entendió lo que significa realmente la Navidad: el nacimiento de Jesús, el cual se pone siempre al lado de los niños abandonados por sus padres; el nacimiento de Jesús, el cual acepta consigo a los parados, a los desahuciados de sus pisos embargados; el nacimiento de Jesús, el cual se queda con tres niños menores (de 10 años el mayor) que están sufriendo mucho, porque sus padres, que trabajan los dos y que tienen buenos sueldos, que tienen dos casas y que tienen dos coches…, se están separando ahora mismo y cada uno tira de los hijos para sí; el nacimiento de Jesús…

¡Nos ha nacido el Salvador! ¡Aleluya! ¡Santa Navidad!