Santina de Covadonga

8-9-2007 SANTINA DE COVADONGA (C)
Cant. 2, 10-14; Lc. 1, 46-55; Ap. 11, 19°; 12, 1.3-6°.10ab; Lc. 1, 39-47
Queridos hermanos:
Del 11 al 14 de agosto estuve en Fátima (Portugal). Fui con otro sacerdote y con un seminarista. Os voy a contar lo que vi allí:
- Vi una gran explanada con un pasillo de mármol en medio. Este pasillo iba hasta la capilla de las apariciones de la Virgen. Fuera de la explanada había hoteles, tiendas de recuerdos… Dentro de la explanada había y se percibía paz, fe, serenidad. Fuera había ruido, comercio, trasiego de gentes. Dentro había oración, peticiones, agradecimiento.
- Vi a hombres y mujeres de rodillas por la alfombra de mármol. Eran gente joven, de media edad y a mayores. Cumplían una promesa a la Virgen. Unos iban preparados con rodilleras acolchadas. Otros sin ellas y, ante las heridas en sus rodillas, se ponían a gatas. Quienes cumplían sus promesas estaban acompañados por sus familiares o iban solos.
Me quedó grabada la imagen de un hombre de unos 55 años. Iba con su hijo de unos 20 años. El hombre de rodillas, el hijo a su lado. Este con la vista baja, como avergonzado. El padre mirando de frente, como sin ver a nadie, ni fijándose en nadie en concreto y con el rostro transfigurado. Este hombre debía de estar cumpliendo una promesa la Virgen; quizás a favor de su hijo.
El sacerdote con el que fui a Fátima me comentó que quizás la gente no supiera que nosotros, los curas, podíamos cambiar las penitencias duras o las promesas duras que ellos mismos se autoimponían. Yo le contesté que la gente que le hizo una promesa a la Virgen ante un favor, normalmente no quería “rebajas”.
- Vi familias enteras con niños, abuelos…, que aparcaban sus coches detrás del santuario y que, como no tendrían para pagar una pensión o un hotel, ponían una tienda de campaña o simplemente unos trapos para acotar un trozo de terreno y allí dormían y comían. Estas familias no iban a Torremolinos, o a Marbella, o a Cancún. Iban a ver a la Virgen, a estar con la Virgen.
- Oí como un cura español (que vive en Fátima y está encargado de los peregrinos de habla castellana en Fátima) decía en la Misa en español que la gente que llegaba a Fátima experimentaba paz y serenidad. También comentaba que los que vivían en Fátima, si marchaban por unos días, al regresar notaban que necesitaban de esa paz y de esa serenidad que allí había.
- Vi que había un lugar, en la explanada, que ponía “Confesioes”. Y yo me puse a confesar y la gente venía en oleadas. Gente que iba a Fátima sin ánimo de confesarse y aparecía allí y llevaba años sin confesarse y salía en paz.
- Por la noche había multitud de gente. A pesar de que estábamos en agosto, hacía frío. La gente estaba con mantas, y rezaba el rosario y sostenía una vela. Hubo gente que se quedó toda la noche en vigilia y en oración ante la Virgen.
- Pregunté por qué había tanta gente en aquel tiempo y me contestaron que los 13 de cada mes se reúne mucha gente en Fátima, pues el 13 de mayo de 1917 fue la primera aparición de la Virgen a los pastores. Ahora se cumplen los 90 años de las apariciones. Pregunté qué tenía de especial el 13 de agosto. Me contestaron que en esta fecha los 3 pastores (Jacinta, Francisco y Lucía) estaban en la cárcel. Algunos pensaban que mentían y que querían notoriedad al decir que se les aparecía una Señora. Para meterles miedo, los metieron en la cárcel. A Francisco le instaron a que dijese la verdad, o en caso contrario le matarían –le dijeron- como ya habían matado a Jacinta, pero los pastores se mantuvieron en su primera versión: en que se les había aparecido una Señora. Finalmente, tuvieron que soltarlos libres. Bien es verdad que, cuando metieron a Jacinta (la más pequeña de los tres) en la cárcel, ella lloraba mucho, pues nunca se había separado de su madre. Para darle más miedo la metieron en una celda con hombres, reos de algún delito. Jacinta lloraba. Uno de los encarcelados, movido a compasión, la cogió en brazos y le preguntó qué baile quería que hiciese para ella. Jacinta contestó que un fandango, y el preso bailó un fandango con Jacinta en sus brazos, y ésta se reía. De repente Jacinta se fijó en que en la celda había un crucifijo y quiso depositar sobre él su rosario y le preso la alzó en brazos para que lo hiciera. Luego ella empezó a rezar el rosario y todos los presos de aquella celda la siguieron en el rezo. La Virgen entró en la cárcel por una niña asustada y llorosa, y la Virgen ablandó el corazón de aquellos hombres endurecidos por la vida y por los delitos.
- Todo esto lo hizo y lo hace María. Ella eligió a 3 niños incultos y sin importancia a los ojos del mundo y de la sociedad. Si hoy quisiera aparecerse María a uno de nosotros, ¿a quién de nosotros elegiría? Pues a aquel que no tiene soberbia. Elegiría a aquel que no tiene orgullo, ni amor propio, ni rencor, ni doblez, sino un corazón noble y sensible.
Celebramos hoy en toda la Iglesia el nacimiento de María Virgen, y en Asturias celebramos a nuestra Patrona: la Santina de Covadonga. Fátima, Covadonga, Lourdes, Guadalupe, Pilar, Rocío… son distintos apellidos de una misma mujer, de la Virgen María. Ella quiere acercarse hoy y siempre a nosotros. Ella nos da su paz y alegría. Ella nos lleva a su Hijo, Jesucristo. Ella es la hija más amantísimo de Dios Padre. Ella es intercesora ante Dios de todas nuestras peticiones, dolores, soledades, anhelos y deseos.
En este día acerquémonos a ella con humildad, con confianza y con amor. Depositemos un beso en su mejilla y sintamos (en la fe) como ella nos abraza y pone nuestras cabezas en su corazón.