Domingo XIV del Tiempo Ordinario (C)

4-7-2010 DOMINGO XIV TIEMPO ORDINARIO (C)
Is. 66, 10-14a; Slm. 65; Gal. 6, 14-18; Lc. 10, 1-12.17-20

Homilía de audio de MP3
Queridos hermanos:
Cuando voy a preparar las homilías, leo las lecturas y procuro empaparme de su significado y dejándome impactar por una palabra o una frase o una idea. A partir de aquí confecciono y elaboro las homilías. Así lo he hecho para la predicación de hoy.
El otro domingo os preguntaba, de la mano de Jesucristo: ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros? Hoy os pregunto: ¿Quién es Dios para vosotros? O para concretar un poco más: ¿Cuál es la imagen que tenéis de Dios en vuestra mente, en vuestro corazón, en vuestra vida de cada día? Voy a ayudaros a profundizar en esta pregunta:
- Normalmente, cuando se dice a los creyentes o a la gente en general que lea la Biblia, bastantes responden que prefieren leer el Nuevo Testamento y no todo, pues el Antiguo Testamento y varias partes del Nuevo Testamento no son fácilmente comprensibles. En muchas ocasiones se ve en el Antiguo Testamento a un Dios asesino de hombres y haciendo o diciendo cosas horribles. Sin embargo, la realidad es que, cuando se lee todo el Antiguo Testamento, se descubren en él cosas preciosas. Yo soy un enamorado del Antiguo Testamento. Para entender lo horrible y para descubrir lo precioso conviene tener una cierta guía a la hora de leer la Biblia. Una de esas cosas preciosas del Antiguo Testamento la hemos escuchado hoy. En efecto, en la primera lectura decía Dios a través del profeta Isaías: “como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo”. Fijaros qué imagen más bonita y sugerente utiliza el profeta para hablar de las cosas de Dios y en nombre de Dios. Quién no vio alguna vez a una madre atender a su hijo. Hace un tiempo fui a visitar a una familia y la hija del matrimonio, una niña de año y medio de edad, estaba entretenida en la nevera con una cosa. Yo me acerqué por detrás y le di un beso en la mejilla y, como extrañara mi presencia, se puso a llorar desconsolada y corrió a refugiarse con su madre. Ésta la abrazó, y la niña lloraba diciendo: "¡Mamá, mamá!" La madre la acariciaba y la consolaba. Así es como veo yo a Dios en muchas ocasiones y así nos es descrito en el día de hoy por el profeta Isaías: “como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo”.
Las imágenes que se nos han transmitido de Dios con frecuen­cia han sido terribles, como unas malvadas caricaturas y, por lo tanto, falsas:
a) Se nos ha transmitido la imagen de un Dios terrible que castiga a los hombres, que les guarda rencor perpetuo y que nunca les podrá perdonar sus pecados. Es el Dios policía.
b) También la del Dios que nos castiga con el infierno o con enfermeda­des o con desgracias. Fruto de esta mentalidad es la famosa y antigua cadena de la carta y de la peseta en el sobre. Si no mandábamos nueve cartas con una peseta en cada carta, nos íbamos a morir, perderíamos el trabajo y, si las mandábamos, entonces nos tocaría la lotería y similares. En varias ocasiones tuve que romper esas cartas, que feligreses míos habían recibido y estaban atemorizados. A este Dios terrible le trata­mos de aplacar y que se muestre proclive a nosotros con ofreci­mientos de promesas, de misas, de rezos, de limosnas...
c) Otra imagen falsa de Dios es la de un Dios que nos ignora, que está en su mundo y que no se preocupa de nosotros. Cada está en su mundo, en su casa y Dios no se ocupa de nosotros para nada.
Algunas de estas imágenes de Dios, ¿están dentro de vosotros o conocéis a gente que las tengan?
- El otro domingo sabéis que prediqué sobre el seguimiento de Jesús. El evangelio era muy exigente y fuerte, y yo prediqué en el mismo sentido. Como sabéis, siempre grabo en MP3 la homilía y luego a subo al blog que tengo. Enseguida apareció un comentario a la homilía y el comentario decía lo siguiente:
“Buenos días, Removedor de Conciencias.
Sólo unas palabras para que te hagas una idea de como le queda a uno, que conoces bien, su espíritu después de escucharte.
Antes de decirlo tú, ya a mi lado oí la expresión: ‘¡Qué Evangelio más duro!’ En el curso de la homilía tenía la esperanza de oír de tu boca alguna expresión que suavizase un poco las condiciones que pone Jesús para seguirlo (porque ya sabemos que a veces la Parábola tiene varias interpretaciones). Pero el final llegó y el listón no se movió ni un milímetro que facilitara cumplir esos requisitos; mas bien lo contrario: tus palabras no dejaron resquicio a la duda.
Resignación y seguiremos viendo los toros desde este lado de la barrera.
Un abrazo
Un penitente agradecido”.

Al leer el comentario, en un primer momento me sonreí, pero luego quedé preocupado. Quedé preocupado, pues se me pasó por la cabeza el hecho de que pudiera estar yo predicando a un Dios terrible, castigador, duro, inflexible… ¡Nada más lejos de mi intención!
El Dios con el que yo me identifico, el Dios que me ha enamorado, el Dios que quiero predicar… es el Dios que aparece en la primera lectura. En efecto, dice Dios: "como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo". Esta es la verdadera imagen de Dios. El Dios de Jesucristo quiere nuestro bien, está siempre dispuesto a escucharnos, a perdonarnos, a darnos muestras de cariño, y esto es así porque Él nos ama. Nos ama desde siempre y nos ama para siempre. Independientemente de lo que hagamos nosotros. El hombre puede llegar a cansarse de amar a otra perso­na, pero Dios nunca se cansará de amarnos. Por eso, tengamos una confianza absoluta e ilimitada en él.
- Termino como en una clase del colegio, con un ejercicio práctico. Voy a poneros un caso real de un hombre italiano y vosotros tenéis que descubrir la imagen de Dios que tiene esta persona. Vamos allá:
Esta información apareció en el diario de La Repubblica (es como decir aquí de El País) el 4 de julio de 2004. En el 2004 hubo un campeonato de fútbol europeo. En uno de los partidos jugaba Italia contra Dinamarca. En un momento del encuentro Francesco Totti, jugador italiano, escupió sobre el danés Poulsen. Por este hecho, Totti fue descalificado y se le prohibió jugar durante 3 partidos. Al llegar a Italia, a su casa, descalificado y no pudo seguir jugando con su equipo. Totti cogió un papel y escribió: “Santísima Virgen del Divino Amor (nombre de la devoción de un santuario mariano muy famoso en Italia), te pido perdón y te ruego que nunca me abandones. Tu Francesco”. Este papel lo envolvió en su camiseta de la selección y lo entregó al santuario a través de un sacerdote, al que conocía desde niño. Totti ha elegido el camino de la fe para borrar su feo gesto con otro jugador. Decía Totti: “El modo más hermoso para pedir perdón es dirigirse al único que sabe perdonar. Y por eso he sentido la exigencia de regalarle a la Virgen del Divino Amor mi camiseta. En ella confío y me siento en paz con Dios y con los hombres”.