Santina de Covadonga (Natividad de la Virgen María)

8-9-2010 SANTINA DE COVADONGA (C)

Cant. 2, 10-14; Lc. 1, 46-55; Ap. 11, 19a; 12, 1.3-6a.10ab; Lc. 1, 39-47



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

En toda la Iglesia universal se celebra hoy el día de la Natividad o Nacimiento de la Virgen María; en Asturias celebramos hoy a nuestra Patrona: la Santina de Covadonga.

Quisiera deciros algunas palabras en esta homilía que nos ayuden a profundizar en nuestra fe y en nuestro amor a la Virgen María y quisiera hacerlo de mano de una de las Misas dedicadas a María en su ritual propio. Concretamente quisiera meditar sobre la que se titula: La Virgen María, amparo de nuestra fe.

- Ante todo se ha de tener en cuenta que la fe es un regalo de Dios. Dios da la fe a todos los hombres, ya que la fe es medio de comunicación entre Dios y los hombres. Pero la fe no es simplemente una cosa o algo inamovible. Al contrario, la fe puede y debe ser cultivada para que crezca, se profundice, se haga viva y sea operativa en nosotros. Pues una fe que no se cuida, se va perdiendo poco a poco. Pongo varios ejemplos de esto: + En esta semana me comentaban que una señora decía que daba igual ir a Misa el lunes que el domingo. ¿Qué más le daba a Dios que se fuera un día u otro? Y así lo hacía esta buena señora. ¿Sabéis cómo acabo la historia? Pues en la actualidad esta señora no va a Misa ni el domingo, ni el lunes, ni el martes, ni ningún día de la semana. Una fe que no se cuida, se va perdiendo poco a poco. + El domingo, según salí de la catedral, me fui al obispado para “subir” a Internet el video y el audio de la homilía que acababa de predicar. En la calle, al lado de la ventana del despacho donde estaba, pasaron dos señoras y una comentaba a la otra que para estar con Dios no hacía falta ir a Misa ni entrar en una iglesia. Una fe que no se cuida, se va perdiendo poco a poco. + Cuando me llama el párroco de La Corte (Oviedo) para dar una charla a los novios que van a casarse, les digo a estos que quizás ellos nos llamen hipócritas y fariseos a los curas y a los católicos que venimos regularmente a la Iglesia, y yo les indico que también ellos son unos fariseos, hipócritas e incoherentes, pues criticando a la Iglesia por las riquezas del Vaticano, desean casarse en los mejores templos y en los más bonitos de Oviedo, y no en los bajos comerciales, que sirven de templos para algunas parroquias. También les pregunto que cuánto tiempo hace que no se confiesan, que no oran, que no vienen a Misa, que no leen la Biblia, y a continuación les contesto yo mismo y les digo que seguramente hace años. No les conozco, pero no me equivoco en lo que digo (por sus caras veo que tengo razón). Una fe que no se cuida, se va perdiendo poco a poco. Y les digo que, si “pasan” en la práctica de la fe y no van a volver hasta el bautizo de su hijo primogénito, ¿por qué piden a la Iglesia el sacramento del matrimonio y de la Eucaristía? Con esto denuncio su incoherencia. Y luego les digo que no les echo a patadas de la Iglesia, a pesar de su incoherencia, porque el mismo Jesús no me echa a mí de la Iglesia por mi incoherencia, que Dios tiene paciencia con ellos como la tiene conmigo.

- Voy a contaros ahora algo sobre la historia de la advocación de Nuestra Señora de Covadonga: En los inicios del siglo VIII los musulmanes pasaron sus ejércitos a la península Ibérica y fácilmente conquistaron toda su extensión. Incluso llegaron a establecerse en Gijón, una de las poblaciones más al norte de la península. Varios de los moradores de España huían de los ismaelitas y se refugiaron entre las montañas de Asturias. Un grupo de ellos estaba comandado por Pelayo, el cual se situó en la parte oriental de Asturias huyendo de un ejército de musulmanes al mando de Alkamán. Pelayo subió con sus compañeros hasta una cueva en la que nacía el río Deva. La cueva se llamaba “Cova Dominica”, o sea, Cueva de la Señora y más adelante “Covadonga”. Desde aquí Pelayo venció a los hombres de Alkamán y ello fue atribuido a la ayuda de Dios, a la ayuda de la Virgen María. Empezaba la reconquista de España. María salvaguardó la fe cristiana de aquellos hombres… y la nuestra.

Recuerdo también haber leído hace tiempo que a principios del siglo XX hubo una persecución muy fuerte por parte del gobierno de México contra los católicos: se expulsó a sacerdotes, se cerraron iglesias y conventos, se colocaron banderas comunistas en las torres de diversas catedrales de México, se impidió el culto divino fuera de los templos, se quiso obligar a los sacerdotes a casarse, se disolvieron a la fuerza las órdenes religiosas. Hubo muchos fieles católicos que murieron mártires de su fe en aquellos años. Igualmente en aquellos años se quiso cerrar el santuario de la Virgen de Guadalupe, pero una masa de fieles se puso delante del santuario e impidió a los soldados enviados por el gobierno el cierre. La Virgen de Guadalupe ayudó siempre a los fieles y estos ayudaron a la Virgen en aquella ocasión. De igual modo me tienen comentado gentes de allá que, cuando llegan gentes de sectas protestantes estadounidenses a México para arrancar la fe católica de aquellas gentes y les dicen que tienen que renunciar al Papa, a los obispos, a las imágenes de los santos y la Virgen María, concretamente a la de Guadalupe; al llegar a la Virgen María, bajo la advocación de Guadalupe, ya los fieles les paran los pies y les dicen: podemos renunciar a todo, pero no a nuestra Virgen de Guadalupe. Ésta ha amparado su fe.

- Bien. Ante esta situación, es decir, ante la realidad de una fe entregada por Dios a cada uno de nosotros y que en tantas ocasiones no la alimentamos y se debilita, e incluso llega a desparecer, es cuando aparece una figura maravillosa que es protección y amparo de la fe regalada por Dios: se trata de la Virgen María. Sí, la devoción, el amor y el trato asiduo por nuestra parte con la Virgen María es un medio maravilloso para tantas gentes: en México, en África, en Asturias, en España, en Latinoamérica, en Europa, en todo el mundo… para preservar y ahondar en nuestra fe. Ya os he contado y os lo recuerdo cómo en la peregrinación que hice este año a Lourdes con otras 219 personas de toda la Archidiócesis de Oviedo fui testigo de cómo la Virgen María hizo avivarse y crecer la fe de un chico que la tenía casi muerta: le vi llorar sobre los hombros de su novia al salir de las piscinas, a donde había ido a sumergir a los enfermos e impedidos. Supe cómo la Virgen María hizo avivarse y crecer una fe casi desparecida en otro chico, que ahora “desperdicia” unos días de sus vacaciones en Lourdes para ayudar a otras personas, que no podrían por sí solas valerse durante la estancia en Lourdes.

Os lo suplico: arrimaos y acercaos a la Virgen María con entera confianza; tratad frecuentemente con ella y ella será amparo de la fe, de esa fe que su Hijo Jesucristo y nuestro Padre Dios nos ha regalado al nacer.

¡Santina de Covadonga, sé tú el amparo de nuestra fe por los siglos de los siglos!

AMEN