Domingo II Cuaresma (B)

4-3-2012 DOMINGO II CUARESMA (B)

Gn. 22, 1-2.9-13.15-18; Sal. 115; Rm. 8, 31b-34; Mc. 9, 2-10


Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

El domingo pasado por la noche, cuando ya había llegado al monasterio de Cóbreces (Cantabria) para hacer mis ejercicios espirituales anuales, me puse a preparar la homilía de este domingo II de Cuaresma. Lo primero que hago siempre para esto es leer las lecturas del domingo correspondiente. Al leer el evangelio, el lunes por la mañana, en el libro rojo (leccionario) ponía así en el inicio: “En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro…”, pero no era eso lo que yo había leído la noche anterior en mi Biblia, la que yo había llevado a los ejercicios. En ésta ponía esto otro: “Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro…”. E inmediatamente me pregunté: ‘¿Seis días después de qué?’ Y entonces leí los versículos anteriores y me encontré con el episodio en que Jesús narra a sus discípulos que Él iba a ser prendido por los judíos, que lo iban a maltratar y que iba a morir de mala manera. Y en aquel momento se le acerca Pedro, y apartándolo del grupo de los apóstoles, le increpa diciéndole que no diga nada de eso, que por qué está asustando a todo el grupo, que a Él no le va a pasar nada de eso… Y entonces Jesús le dice aquellas palabras tan duras: “¡Apártate de mi vista, Satanás! Tú piensas como los hombres y no como Dios”. Aquel episodio había dejado muy asustados a todos los discípulos. Nunca habían visto así a Jesús, ni les había dicho cosas semejantes: su próxima muerte, la bronca a Pedro, que apartarse de la muerte era cosa de Satanás y no de Dios. ¿Qué se le puede decir a un hombre que tiene cerca la muerte, que tiene miedo a la muerte, que sufre y padece la muerte de un ser querido? Podríamos hacer como Pedro: tratar de quitar hierro al asunto, aunque Jesús esto no se lo consintió.

El domingo por la tarde viajaba yo para el monasterio de Cóbreces (Cantabria) y paré en el pueblo de un amigo mío. Ambos estuvimos juntos en el Seminario de Oviedo y coincidimos en COU y en 1º de estudios eclesiásticos. Éramos inseparables y amigos íntimos. Luego él lo dejó y se metió a marinero, a patrón de un barco de pesca, que era en lo que trabajaba su padre. Él siguió la tradición familiar. Yo seguí en el Seminario. Siempre fuimos muy buenos amigos y teníamos bastante trato. Hace unos días él se cayó al mar y se ahogó. Este domingo pasado, de camino hacia Cóbreces, paré en su pueblo para ver a su familia. Lo que encontré allí fue horrible. Ya os lo podéis imaginar: mi amigo de 53 años muerto en la mar y sin aparecer el cuerpo. Me decía una hermana que el cuerpo puede aparecer hasta en Francia. Estábamos allí bastante gente para acompañar a su familia. ¿Qué se le puede decir a un hombre que tiene cerca la muerte, que tiene miedo a la muerte, que sufre y padece la muerte de un ser querido?

Es en estas circunstancias del pasado (seis días después de haber hablado Jesús de su muerte, de haber abroncado a Pedro, de haber asustado a sus discípulos) sucedió la Transfiguración del Señor en el monte Tabor; es en estas circunstancias del presente (la muerte y desaparición de mi amigo en la mar y el desconsuelo de su familia y de sus amigos) en que la Iglesia nos presenta hoy dicho hecho de la Transfiguración. Ya conocéis lo acaecido: Jesús se transfiguró en un ser de luz; a su lado estaban Moisés y Elías; Dios Padre habló y reconoció a Jesús como su Hijo querido y nos animó a escucharle y a acogerle en nuestro corazón y en nuestro espíritu. Los discípulos pasaron del susto por el anuncio de la muerte de Jesús y del desconcierto por la bronca de Jesús al asombro y a la alegría de una visión divina: “¡Qué bien estamos aquí!”

Pero, ¿qué quería Jesús decirles con esta Transfiguración suya?

- La muerte, el sufrimiento, el desconcierto, el desagradecimiento, la soledad, la duda y la incertidumbre forman parte del ser humano: *En demasiadas ocasiones escucho a la gente que se vuelve contra Dios porque le pasa algo malo: ‘¿Qué mal he hecho yo para que me suceda esto? ¿Por qué no les pasa a otros más malvados que yo?' *El otro día veía un programa de televisión en donde un psicólogo decía que es un error de la sociedad moderna occidental apartar a los niños de la muerte de sus seres queridos; la muerte forma parte de la vida humana y tenemos que enseñarla a nuestros niños. *Todo el mundo exige sus derechos, pero pocos están dispuestos a esforzarse por sus deberes. *Asimismo dicen los psicólogos que hoy la gente está mucho menos preparada para sufrir frustraciones o fracasos en la vida. *Hace un tiempo me contaron de un cardenal que era el responsable en Roma de las órdenes religiosas y recibía a los superiores generales de todo el mundo. De ellos recibía regalos, agasajos, buenas palabras… Tenía una vida llena de tareas y de visitas las ‘26 horas’ de cada día. Pero un buen día este cardenal cumplió los 80 años y fue jubilado y reemplazado por otro cardenal para cumplir sus funciones. Desde ese día dejó de ser llamado, visitado y regalado por la gente, salvo por tres personas. Y él se quejaba de todo esto. ¡Ay de nosotros si no estamos preparados para cuando ya no servimos, para cuando ya no podemos dar nada, para cuando ya no tenemos responsabilidades! ¡Qué difícil es y cómo nos cuesta a todos pasar a la segunda o a la tercera fila de la vida! Repito: las experiencias negativas forman parte de nuestra historia humana. Si no nos vienen antes, nos vendrán después. Si ahora tocan a los de lejos, pasado algún tiempo tocarán a los de cerca y a nosotros mismos. Mientras primero aceptemos esto, antes estaremos preparados para hacerles frente. Y Jesús quiso preparar a sus discípulos para cuando Él faltase o a Él lo matasen de mala manera.

- Con el episodio de su Transfiguración Jesús quiso animar a aquellos discípulos suyos y también a nosotros: ‘Nunca llovió que no parara; a la tormenta le sigue el sol’. La alegría, el gozo, la justicia, el reconocimiento, la satisfacción… también forman parte de la vida del hombre. Es cierto que Jesús va a morir, pero también lo es que Dios está de su parte. Es cierto que le llamarán mentiroso o se burlarán de Él, pero también lo es que Él ha dicho y dice siempre la verdad. Cuando Dios nos visite con su luz y con su fuerza, entonces nos daremos cuenta que mereció la pena esta vida. Sólo con Dios podremos decir, como Pedro: “¡Qué bien estamos aquí!” Sólo con Dios podremos decir la última frase que Sta. Clara de Asís pronunció antes de morir: “Te doy gracias, Señor, porque me has creado”.

- Para mí una de las claves del evangelio que acabamos de escuchar está en las últimas palabras de Jesús: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”. ‘Si contáis esto antes de mi resurrección, no os van a creer. Dirán que estáis bebidos, que habéis tenido visiones, que tenéis que ir al psiquiatra… Sólo cuando yo haya muerto, y sólo cuando yo haya resucitado y vuelto a la vida de entre los muertos, podréis contar lo que hoy habéis visto: esta Transfiguración y la voz de mi Padre Dios. Pues tan cierto es que voy a ser asesinado y que os quedaréis solos como que me habéis visto al lado de Moisés y de Elías. Y, si estas dos cosas son ciertas, también lo es que yo voy a resucitar de entre los muertos. Y lo mismo que yo resucitaré, también lo hará el amigo ahogado en la mar y todas las personas que han muerto antes que él e igualmente aquellas que mueran después de él’.