Domingo VI Pascua (B)


13-5-2012                               DOMINGO VI DE PASCUA (B)

Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            En varias ocasiones el evangelio de hoy nos habla de amor. Es el mandato que Jesús nos ha dejado: “Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”.
En esta homilía me fijaré en una forma concreta de desamor y así veremos más claramente cómo podremos practicar de un modo concreto ese amor del que nos habla Jesucristo: Con relativa frecuencia me encuentro con personas que hablan habitualmente de los defectos de los otros (yo mismo también caigo en ello). Hablamos de los defectos que vemos en la familia, en el lugar de trabajo, con respecto al fútbol, a la política, a la religión, a los amigos… El sacar los defectos de los otros no sólo es un “deporte nacional” en España, sino también es un “deporte mundial”. Sí, este “deporte” lo he visto y oído en diversas partes de España, pero también en Alemania, en Italia, en Suiza… Fijaros si es un “deporte” tan practicado que hasta le han sacado un cuento. Se titula el cuento de las dos alforjas. Allá va:
            “Un día, Dios bajó a la tierra, convocó a todos los animales, así como al hombre, y les dijo: ‘Quiero que viváis en armonía, felices y contentos. Así que, si alguien tiene alguna queja, que la diga sin temor, y enseguida le pondré remedio’. Nadie expuso nada. Dios entonces se dirigió al mono: ‘Y tú, ¿qué, estás contento? ‘¡Claro!’ –respondió el mono-, ‘tengo cuatro patitas que son un tesoro, y tengo un tipito que muchos envidian. Yo no tengo motivos para envidiar a nadie. Comparado con el oso, que es tan feo, soy una maravilla. Él sí tendrá de qué quejarse’. Los otros animales pensaban como el mono, pero esperaban la queja del oso. Sin embargo, el oso no se quejó. Al contrario, con tono de orgullo dijo: ‘Yo me veo fuerte, bien proporcionado, con cierto aire señorial. Comparado con el elefante, que es un monstruo, una masa de carne que parece que se cae a pedazos, soy un encanto. No me quejo de nada’. El elefante tomó la palabra y dijo: ‘¡Ah!, pues yo tampoco me quejo absolutamente de nada. Me siento fuerte, sólido, como un rey poderoso. Mucho peor es la ballena, que parece una masa informe’. La ballena no se quejó; se consideraba mejor que la jirafa, larguirucha y desgarbada. La jirafa se sentía esbelta, fina, señorial, no como la hormiga, insignificante y rastrera. La hormiga se veía como la reina en comparación con el mosquito. Y el mosquito se veía ágil y capaz de defenderse perfectamente… Así todos, hasta que llegó el hombre. Éste se entretuvo en contar sus cualidades y atractivos. Así estuvo un largo rato. Luego siguió hablando sobre los defectos de los otros. Y se reía de ellos. Dios, que había estado en silencio, se dirigió a todos de nuevo y les dijo: ‘Bien, veo que cada uno lleva dos alforjas: en la de atrás metéis vuestros propios defectos para no verlos, y en la de delante los defectos de los demás para criticarlos y reíros de ellos’”.
            Vamos a sacar de este cuento varias conclusiones o moralejas:
            1) Una persona que habla mal de otro o de otros delante de nosotros, más tarde, cuando no estemos presentes, hemos de suponer que también murmurará de nosotros. Ya conocéis el refrán: ‘Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar’.
            2) El otro día me decía una persona que ella, en ocasiones, hablaba mal de los otros, pero sólo decía la verdad. De acuerdo: Si es cierto lo que se dice de otros y lo que se dice son hechos negativos, se estará diciendo la verdad…, pero la verdad que no está acompañada de la caridad, no es la verdad de Jesucristo.
            3) La verdad es y debe ser siempre una espada de doble filo, es decir, lo mismo que “corta” y pone en evidencia los defectos de los otros, ha de “cortar” y poner en evidencia también nuestros propios defectos, pues “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” (Jn. 8, 7b).
De hecho, los santos también tienen dos alforjas, pero, en vez de poner sus propios defectos en la alforja de detrás, los ponen en la de delante. Y, en vez de poner los defectos de los demás en la alforja de delante, los ponen en la alforja de detrás. Así, ellos tienen continuamente presentes sus propios fallos antes que los fallos de los otros.
            A continuación para rematar la homilía propongo aquí algunos “dichos de luz y amor” de San Juan de la Cruz, que nos pueden ayudar mucho en esta materia. Estas frases son para meditarla, para orarlas y para que Dios nos conceda el cumplirlas:
            * “No mirar imperfecciones ajenas, guardar silencio y continuo trato con Dios desarraigarán grandes imperfecciones del alma y la harán señora de grandes virtudes”.
            * “Hable poco, y en cosas que no es preguntado no se meta”.     
            * “No se queje de nadie”.
            * “Lo que hablare sea de manera que no sea nadie ofendido, y que sea en cosas que no le pueda pesar que lo sepan todos”.
            * “Quien se queja o murmura, ni es perfecto ni aun buen cristiano”.
            * “Mejor es vencerse en la lengua que ayunar a pan y agua”.

            En definitiva, cuando Jesús nos dice en el evangelio de hoy “que os améis unos a otros como yo os he amado”, podemos practicarlo no hablando mal de nadie o, si decimos algo negativo, pero cierto…, que esté siempre acompañado de la misma caridad y del mismo amor con los que Cristo nos muestra a cada uno de nosotros nuestros pecados.