Domingo XV Tiempo Ordinario (B)


15-7-2012                               DOMINGO XV TIEMPO ORDINARIO (B)
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            Lo mismo que el domingo pasado se nos hablaba de dos grupos de personas: 1) de los familiares y de los vecinos de toda la vida de Jesús, por una parte, y 2) de los discípulos de Jesús, por otra. También en el evangelio de hoy se nos mencionan otros dos grupos de gentes: 1) aquellos que hablan en nombre de Jesús y 2) los que escuchan lo predicado por los discípulos de Jesús. Vamos a examinar a estas personas, pues no cabe duda de que nosotros nos encontramos en uno o en otro grupo y, en tantas ocasiones, incluso en los dos grupos.
            - Los discípulos de Jesús. Les envió con una misión muy concreta, la cual nos es revelada al final de este evangelio: “Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”. Para cumplir esta tarea Jesús les da los siguientes ‘instrumentos’: 1) Su autoridad, pues sin ella no pueden hacer nada. Los discípulos predican en el nombre de Jesús y en el nombre de Dios, pero no sólo eso, también y sobre todo hablan y actúan con el poder de Dios y con el poder de Jesucristo. Sin esto los discípulos estarían totalmente desarmados y serían como cualquier charlatán de feria. 2) Les dice que lleven sólo un bastón, el cual sirve para apoyarse en el caminar. Este caminar les llevará de un sitio a otro; este caminar les acercará a las personas a las que tendrán que hablar de Jesús y de las enseñanzas de Dios. 3) También les dice Jesús que lleven consigo unas sandalias, que igualmente les ayudarán en su caminar. Es decir, Jesús indica a sus discípulos que han de llevar consigo sólo aquello que les es necesario en la misión que les ha confiado.
Pero, para que las cosas les queden más claras, Jesús les dice lo que NO tienen que llevar: no debe portar consigo ni pan, ni alforja, ni dinero, ni túnica de repuesto. ¿Por qué les dice que no lleven estas cosas? Pues, porque lo otro (la autoridad, el bastón, las sandalias) les servía para apoyarse en Dios y eran cosas totalmente necesarias para la misión encomendada. Sin embargo, las cosas que les dice ahora que no lleven (ni pan, ni alforja, ni dinero, ni túnica de repuesto) sólo les servirían para apoyarse en las seguridades que dan las cosas humanas, pero no para apoyarse en la única SEGURIDAD, que es Dios. En efecto, si el discípulo lleva comida consigo, ello le dice a él y a los demás que, para comer, no necesita pedir nada a nadie. Llevar alforja le dice al discípulo y a los demás que tiene lo necesario para él en este viaje que está haciendo, que este discípulo tiene más cosas en su casa y que no es un pordiosero o transeúnte cualquiera. Llevar dinero consigo le dice al discípulo y a los demás que puede comprar en cualquier momento lo que necesite y que tiene más dinero, pues, lo que trae ahora, es sólo una parte de lo que tiene. Llevar una túnica de repuesto viene a indicar lo mismo de lo que se está diciendo hasta ahora. En definitiva, quien va 'armado' con pan, alforja, dinero y túnica de repuesto está diciendo que camina apoyado en sus seguridades y viene predicando sostenido en su propia fuerza, en su propia riqueza, en su propia sabiduría, pero no en el nombre de Jesús ni con la autoridad de Jesús.
Si los discípulos van sólo en el nombre de Jesús y con su única autoridad, entonces Él cuidará de sus discípulos, y les dará alojamiento, comida y hospitalidad en casa de aquellos a los que van a predicar y a sanar: “Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio”.
            - Los que escuchan a los discípulos de Jesús. De éstos nada más se nos dice lo siguiente en el evangelio de hoy: “Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa”. Porque Jesús no sólo contempla la posibilidad de que haya gente que no quiera escuchar a sus discípulos, sino también que ni siquiera quieran recibirlos.
¿Por qué motivos puede un hombre rechazar a los enviados de Dios y negarse a escucharlos? Veamos diversas posibilidades: 1) Porque tiene el corazón y el espíritu tan embotados y llenos de cosas materiales, que todo ello le incapacita para escuchar y acoger la Palabra de Dios. Este embotamiento puede provenir de la falta de sensibilidad religiosa existente ya desde la infancia o juventud, o también porque a lo largo de su vida ese hombre ha vivido para lo externo y para lo material, de tal manera que ha perdido la capacidad de percibir a Dios en su vida o en la de los demás. Hace un tiempo me llamó una persona que ha sufrido mucho, y un día que oraba a Dios y le preguntaba el por qué de tanto dolor, sintió cómo Dios le decía que ella siempre había sido una persona muy superficial y que no valoraba otras cosas más profundas. También le dijo que, gracias a ese dolor (no provocado por Dios, sino por los hombres), se había acercado a Él, pues todo lo demás no le servía y/o le había fallado. Y ahora esta persona daba gracias a Dios por su situación, pues gracias a ella había descubierto el TESORO de Dios en su vida. Si todo le hubiera ido a pedir de boca, esto no hubiera sucedido. 2) También tenemos que decir que, lo mismo que el sufrimiento acerca a muchas personas a Dios (como el caso anterior), otras personas rechazan todo lo que “huela” a Dios por considerarlo culpable de su desgracia o de la de sus seres queridos. Por ello, no quieren saber nada ‘de ese Señor ni de sus mensajeros’. 3) Asimismo conocemos el caso de otras personas que no quieren recibir ni escuchar a los mensajeros de Dios… ni a Dios mismo, porque, si los recibieran y los escucharan, tendrían que cambiar de su forma de vida, y eso no lo quieren en modo alguno. Están muy a gusto como están y no quieren que nadie les ‘complique’ la vida. 4) (Aquí vayamos poniendo nosotros mismos otros casos… o nuestro propio caso, pues estoy seguro que, en tantas ocasiones y momentos de mi vida, yo no he querido recibir ni escuchar a Jesús ni a sus mensajeros, que venían a darme luz, salvación, paz, alegría, esperanza…).