Entrevista periodística

Me han hecho una entrevista en el periódico y me pide que la 'cuelgue' en el blog. Ahí va:




LA NUEVA ESPAÑA Occidente Miércoles, 25 de septiembre de 2013
Tapia de Casariego,
T. CASCUDO

«El envejecimiento de la Iglesia no
sucede en todas partes, en Asturias
algo estamos haciendo mal»
«Mis homilías son
provocativas, no quiero
que la gente salga
como entró»
Don Eugenio tenía un trato muy cercano, era muy buen compañero y muy buen sacerdote No estoy de acuerdo con los últimos cambios, una labor parroquial requiere tiempo

Andrés Pérez Díaz (Puente Castro, León, 1959) acaba de terminar el traslado de sus pertenencias a Tapia, donde ejerce desde hace unas semanas como nuevo párroco. Es el encargado de sustituir a Eugenio Maseda, el sacerdote tapiego que falleció de manera repentina a principios de año y cuya parroquia fue atendida de manera temporal por el sacerdote jubilado Alberto Torga. Pérez llega a Tapia desde Mieres - su último destino que compatibilizó con el cargo de vicario judicial dispuesto a cambiar las cosas y lograr
que «el mensaje de Dios» llegue a los jóvenes. De momento está sorprendiendo a los feligreses con unas homilías que no dejan a nadie indiferente y que además viajan por medio mundo gracias al blog (http://andresperezdiaz.blogspot.com.es) que Pérez gestiona directamente y que suma más de 88.500 visitas.
–Su primer destino como párroco fue Taramundi, así que se puede decir que ha hecho un viaje de ida y vuelta al occidente asturiano.
–El 13 de octubre de 1984 llegué a Taramundi y estuve allí cuatro años. Después me llamó el arzobispo de entonces, don Gabino, para que fuera a Roma a estudiar Derecho Canónico porque había necesidad de ello para las clases, el tribunal… Marché dos años, hice la licenciatura y vine en junio de 1990 para Oviedo. Estuve de profesor en el seminario y realizando informes jurídicos hasta que me mandaron que hiciera la tesis doctoral. El arzobispo me nombró secretario particular y al mismo tiempo daba clase, otra parte del año estaba en Roma y julio y agosto estaba en Alemania de capellán de emigrantes.
–Con ese bagaje, ¿no se le hará esto pequeño?
–Bueno, cuando me mandaron irme para Oviedo me dio pena porque yo siempre fui cura de parroquia, siempre me gustó eso porque fue donde me crié y nació mi vocación. Pero también es verdad que ser juez, profesor o fiscal también es un servicio a la Iglesia. Entonces, ahora que me mandan venir para acá pues me sorprende, porque entiendo que con todo el bagaje y la experiencia que tengo… pues no lo entiendo mucho. Ahora bien, personalmente para mí, y egoístamente, es una bendición del cielo. Por dos cosas: primera porque vuelvo a ser párroco al cien por cien de dedicación, que es lo que me encanta y me gusta y aquí estoy en la gloria. Y segundo, porque la gente de esta zona es muy buena, religiosa y con muchos valores y además tengo aquí mucha gente conocida de cuando estuve en Taramundi.
–¿Como encuentra la zona a su vuelta?
–Bueno, la encuentro bien porque la gente es muy amable, pero cristianamente hablando el ambiente está un poco envejecido. Entonces, hace casi treinta años, el ambiente religioso pesaba mucho más. Ahora lo veo, como en otras partes, como en Oviedo o Mieres, de donde vengo, que religiosamente está más frío en la parte de los jóvenes. De momento voy a ver y veremos lo que se puede hacer…
–¿Pretende hacer algo para invertir la tendencia?
–Sí, sí. Espero que me dejen aquí unos cuantos años. Este primero es un poco para ver y luego ya trabajar con eso. También habrá que hablar con otros curas de alrededor, con el profesor de religión del instituto… ver un poco. También es verdad que cuando llegué a Taramundi la gente de 16-17 años estaba como alejada y entonces no los descuidé pero lo que hice fue volcarme con los niños de primera comunión. Cuando marché esos niños ya tenían 12-13 años y ya hablábamos un mismo idioma y hacíamos actividades, incluso formamos un coro y luego me enteré de que seguían tocando. Todo eso va creando unos vínculos humanos y a partir de ahí tu palabra sacerdotal entra mucho más.
–La fórmula para rejuvenecer la iglesia en cuanto a fieles es llegar a los niños…
–Es lo que me a mí me funciona, sin descuidar lo otro. Lo que he observado es que un adolescente tiene la personalidad más hecha y es más difícil entrar. En Taramundi di preparación para la confirmación y me pasé los dos años quitando prejuicios, que si el preservativo, que si por qué las monjas no pueden ser curas… perdíamos una cantidad de tiempo en esas cosas cuando lo fundamental es el Evangelio.
–El Papa acaba de decir algo parecido en una entrevista al cuestionar la insistencia de la Iglesia en hablar sobre determinadas cuestiones como el matrimonio homosexual o el uso de anticonceptivos.
–Algo me han dicho pero aún no lo he leído. Pero estoy de acuerdo. A mí me llega un joven y me dice que no cree en la Iglesia. Le pregunto si cree en Dios y si dice que sí, pues bien, busquemos puntos comunes. Como persona tengo cosas que decir y aportar como todo el mundo, pero si nos ponemos en lo que nos separa…
–Está muy seguro de que es posible cambiar las cosas...
–Yo tengo dos grandes convicciones. La primera es que creo totalmente en Dios, en el sentido de que Dios actúa. Y segundo, el hombre está necesitado del hombre y de Dios, tiene necesidades e ilusiones
y eso son puntos en común y en algún momento vamos a contactar.
–Su forma de predicar está llamando la atención en la zona. ¿Por qué?
–Un hombre me dijo el otro día que no predico peculiar, sino muy peculiar. La diferencia es que cuento muchos ejemplos, voy de frente y son cosas de la vida ordinaria. Busco convulsión, incluso hay gente que no soporta las homilías y se marcha. Mis homilías no dejan indiferente, no quiero decir que se esté o no de acuerdo. Son además provocativas, incluso en gestos. Lo que hago es una cosa que en retórica se llama «captatio benevolentiae », o sea, captas la atención de la gente y luego se quedan con el cuento.
–¿Funciona ya el efecto boca a boca? ¿Percibe más gente en las misas?
–Me da la impresión de que sí. Yo lo que quiero es que la gente no salga por esa puerta igual que entró. No quiero que me den la razón, ni salgan más cristianos, quiero que salgan pensando como hombres y a partir de ahí, teniendo esa base humana, el Evangelio encaja. Pero juego a medio o largo plazo. Yo sé que si pongo la semilla de Dios eso va a fructificar.
–Los cambios de párrocos el último verano no gustaron demasiado a la gente. ¿Usted los entiende?
–La gente está desconcertada y cabreada. Hay que obedecer pero no significa que uno esté de acuerdo. Yo no estoy de acuerdo porque entiendo que una labor parroquial requiere un tiempo, por lo menos seis o diez años. Yo en Mieres estuve un año escaso y eso no puede ser. También es verdad que no es lo mismo gobernar una parroquia que una diócesis, eso lo entiendo. No hablo de mi caso particular, sino en general, creo que un párroco tiene que estar un tiempo, no digo cuarenta años, pero sí un tiempo prudencial.
–¿Le trasladó su opinión al arzobispo?
–Sinceramente él no me dio justificación, ni yo se la pedí.
–Hablemos de su nueva etapa. Le toca ocupar el sitio que dejó Eugenio Maseda. ¿Le conocía?
–Sí, cuando estuve en Taramundi él estaba de coadjutor en Tapia, pero donde más nos conocimos fue en el Obispado porque fuimos los dos vicarios, él de occidente y yo de asuntos jurídicos y economía.  Entonces durante 4 o 5 años nos veíamos cada viernes en el Obispado. Siempre el trato fue muy cercano. Un hombre de una calidad humana muy importante, muy buen compañero y muy buen sacerdote, para mi fue una pérdida tremenda.
–¿Qué huella dejó en Tapia?
–Se le quiere. Una señora me dijo el otro día que me iban a querer mucho, pero no tanto como a don
Eugenio.
–En su presentación en Tapia habló de la progresiva pérdida de sacerdotes en la iglesia asturiana. ¿Cómo se resuelve eso?
–Tenemos que pasar de una Iglesia de cristiandad donde todo el mundo venía a la iglesia y pasar a otra Iglesia más pobre, más sencilla, más de convicciones personales. Que no se venga por costumbre, por hábito, sino por uno mismo. ¿Te convence el mensaje de Jesucristo? Entonces te tienes que comportar y vivir tu vida conforme al Evangelio.
–Pero... ¿así se logrará que más personas quieran entrar a formar parte de la Iglesia?
–En la medida en que vean que lo que decimos es lo que hacemos y lo que hacemos es lo que decimos habrá más gente. De todas formas, eso del envejecimiento de la iglesia no es en todas partes, porque hay zonas donde todo está plagado de jóvenes. En Asturias, desde la Iglesia, lo estamos haciendo mal.
–Para terminar, ¿qué le parece el nuevo Papa?
–No sigo cada una de las palabras que dice pero el estilo me gusta, lo veo sencillo, humano y que se acerca y conecta con la gente, tanto creyente como no creyente. Necesitamos profetas de lo bueno, de Dios, de lo humano y de lo cercano.