Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario (C)



17-11-2013                 DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO (C)
                            Mlq. 4, 1-2a; 3, 19-20; Slm. 97; 2 Ts. 3, 7-12; Lc. 21, 5-19
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Queridos hermanos:
            Empieza el evangelio diciendo: “En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo (de Jerusalén), por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: ‘Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido’”. ¿Esta destrucción se referirá sólo a un acontecimiento de hace 2000 años o también tiene algo que ver con nosotros hoy día? ¿Podrá llegar un día en que no quedará nada de nuestras parroquias, de nuestra Iglesia Católica? El 6 de septiembre tomaba posesión de estas parroquias y decía en mi homilía: “Es mi firme convencimiento que en 10 ó 15 años la Iglesia asturiana habrá desaparecido en un 20 % ó en un 40 %, tanto en sacerdotes como en seglares. Nos estamos quedando solos en nuestros templos y en nuestras parroquias”.
En este fin de semana saltó a algún periódico de Asturias la noticia de que en la zona de Boal hubo varias parroquias que se quedaron sin Misa, ya que uno de los sacerdotes (¡¡de 85 años de edad!!) está de baja por enfermedad y otro sacerdote, el que se encargaba momentáneamente de las parroquias del primero y de las propias, tuvo que ingresar en el hospital de Oviedo. En el periódico se leía: “En Castrillón no hubo misa de Todos los Santos. Y ya no la habrá. Junto con otras parroquias desde hace dos meses, se encuentran sin sacerdote que oficie la misa semanal. Aunque los propios habitantes de la comarca reconocen que la asistencia a misa los domingos no es muy numerosa, la falta del sacerdote afecta a los fieles de estas cinco parroquias. ‘Aquí en Castrillón, a la misa de las cuatro de los domingos iban cinco o seis personas’, afirma una vecina de la localidad. ‘¿Y si se muere una persona, quién la entierra?’ Es la pregunta que se hace Francisco, un feligrés. ‘Llevamos en esta situación casi dos meses, estamos completamente desatendidos’, se queja Francisco, que no entiende cómo se puede dejar a una comarca sin sacerdote. Y más teniendo en cuenta las características de la población de esta zona interior de Asturias, con una gran cantidad de personas de avanzada edad y en la que, a un sacerdote, no le falta el trabajo. ‘Al cura que le toca estar por aquí, entre los entierros y los funerales de aniversario, no da abasto. Es cierto que hay poca gente en misa: los mayores porque, por problemas físicos, ya no pueden ir, y los jóvenes, porque van poco’, reconoce Francisco. ‘En cambio, con los entierros sí que se llena la iglesia’. Bodas y bautizos, ‘pocos se celebran’”. También el periódico dice que el vicario de la zona asegura: “‘Nosotros no nos podemos multiplicar más de lo que lo hacemos, somos pocos. Yo estoy yendo hasta allí siempre que se necesita algo. La gente tiene que entenderlo y ser consecuente, hay lo que hay. Si hay un entierro o algún hecho extraordinario, tendrán alguien que les atienda, seguro. El resto de atenciones las tienen cubiertas’. Para suplir esta falta de misas semanales, el propio vicario anima a los fieles de la zona a reunirse los domingos mientras sigan sin cura ‘para rezar un rosario y escuchar la palabra de Dios, la iglesia la tienen abierta’”. Sigue diciendo el periódico: “A pesar de toda la ayuda prestada, las parroquias afectadas se han quedado, en la mayoría de los casos, sin misa semanal. La solución, dada la escasez de sustitutos, pasa por esperar una pronta recuperación de los curas titulares. Los sacerdotes que desempeñan su labor en las zonas rurales han visto como, con el paso de los años, el número de compañeros ha decrecido notablemente. ‘Hace unos veinte años, cuando llegué a Navia –explica el párroco de Navia-, éramos 28 curas en el arciprestazgo, y ahora somos doce o trece. El tema no se resuelve hoy. Cada día va a peor. No hay gente que siga nuestros pasos. La solución pasa por hacer que los fieles tomen conciencia de que, como pasa en las misiones, deben ser los seglares los que cuiden de capillas y templos, y los que se reúnan los sábados y los domingos a rezar aunque no haya sacerdote. Tampoco es totalmente necesario que el cura esté presente en los entierros. Los tiempos están cambiando’”.
¿Qué pensáis de todo esto? ¿Se acabarán las parroquias? ¿Se acabarán los curas? ¿Se acabará la Iglesia Católica? ¿Se acabará la fe? De hecho, el mismo Jesús se hizo esta última pregunta: “cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lc. 18,8).
Bien, ante esta realidad de falta de sacerdotes, de sacerdotes envejecidos y enfermos; ante esta realidad de falta de vocaciones en el Seminario…, deseo manifestar lo siguiente:
* En cualquier momento esta falta de sacerdotes y de celebración de Misas puede afectar a estos concejos de Tapia y alrededores. Con el tiempo habrá un sacerdote en Vegadeo, otro en Tapia, otro en Navia y otro en Luarca,… y gracias.
* La solución que propone el periódico(que los sacerdotes enfermos se restablezcan) sólo es un parche. Pido a Dios que mis compañeros se mejoren de salud, pero hay que buscar soluciones a más largo plazo.
* Dice un feligrés en el periódico que a un sacerdote por la zona de Boal no le falta trabajo: tiene muchos funerales y aniversarios, aunque bodas y bautizos hay pocos. Pero es que un sacerdote no está (ni debe estar) sólo para celebrar funerales, o bodas, o Misas. La labor del sacerdote es (y tiene que ser) mucho mayor: anunciar a Jesucristo y ayudar a que los creyentes vivan en su vida ordinaria según las enseñanzas del evangelio.
* No podemos tener una visión clerical de la Iglesia, ni de la fe, ni de este problema. La realidad es que, si hay sacerdote, hay Misas. Si no hay sacerdotes, no hay Misas y, por lo tanto, no se va a las iglesias ni a las capillas. Desde mi punto de vista, hay que tener una visión de Pueblo de Dios sobre la Iglesia. ¿Qué quiere decir esto? Pues quiere decir que el sacerdote es muy importante en la Iglesia. Sí, pero es uno más dentro de la Iglesia. No se puede acabar la fe porque no haya casi sacerdotes. No se pueden quedar nuestras iglesias y capillas vacías porque no vaya el sacerdote. Entonces, ¿quién es más indispensable en la Iglesia Católica: el sacerdote o los fieles? Pues la respuesta es… que el indispensable es Jesucristo.
Para explicar esto último os narraré un episodio ocurrido en el siglo XX. Hacia 1918 triunfó la revolución bolchevique en Rusia. Los comunistas aplastaron allí toda manifestación religiosa. Llegaron a una zona de Rusia de amplia mayoría católica y expulsaron, mataron o encarcelaron a los sacerdotes. Uno de estos sacerdotes, antes de ser apresado por los comunistas, reunió a la comunidad de fieles y les celebró la última Misa. Los comunistas les habían robado todos los cálices y copones, y este sacerdote cogió un corporal y consagró unas decenas de formas sobre el paño, y se las dejó a los fieles. Estos se siguieron reuniendo cada domingo en torno a aquel corporal lleno de formas consagradas. Se reunían a escondidas de los comunistas; rezaban, leían la Palabra de Dios e iban comulgando de aquellas formas. Enseguida se acabaron éstas, pero ellos se siguieron reuniendo cada domingo alrededor de aquel corporal. Pasaron los años y, a finales de 1989, cayó el muro de Berlín y se desintegró la U.R.R.S. y los gobiernos comunistas de los países del este europeo. Hacia 1990 ó 1991 los sacerdotes católicos pudieron volver a entrar en Rusia. Uno de ellos iba vestido con alzacuellos y, al pasar por una calle, una persona lo llamó y le pidió que lo siguiera. Así lo hizo el sacerdote y entró en una casa grande en donde se encontró a un grupo de personas de todas las edades. Todos estaban reunidos alrededor de aquel corporal de 1918. Era los nietos y bisnietos de los fieles de 1918. ¿Qué los mantuvo unidos a Dios, a su fe? ¿Qué les dio fuerzas y luz para seguir transmitiendo la fe a sus descendientes a pesar del peligro que representaba esto en tiempos de Lenin, de Stalin, de Kruchev, de Bresnev, etc.? ¿Les dieron fuerzas un trozo de tela, o el miedo a un Dios castigador, o los cuentos de fe de unos ancianos? Yo lo tengo claro: fue Jesucristo. Por eso digo que Jesús es el único indispensable.
* Por todo ello, afirmo que aunque los Seminarios se llenaran de chicos con vocación al sacerdocio, no sería ésa la solución. Ésa es una solución clerical, pues se basa todo en los curas, en los sacerdotes. La única solución es Cristo Jesús y que los sacerdotes y los laicos estemos unidos a su alrededor. Por ello, pienso que todos, curas y laicos, tenemos que cambiar de mentalidad y asumir corresponsablamente esta Iglesia. Para ello me propongo que, a partir del año que viene, nos vayamos preparando todos para reunirnos alrededor de Jesucristo, sea con el sacerdote, o sea sin el sacerdote. ¿Cómo será eso? Ya lo iremos viendo poco a poco.
Jesús nos anima a todos, sacerdotes y laicos, laicos y sacerdotes, a no desfallecer por muy mal que vayan las cosas. Así el evangelio de hoy termina de este modo: “con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.