Domingo XVII del Tiempo Ordinario (A)

24-7-11 DOMINGO XVII TIEMPO ORDINARIO (A)

1 Re. 3, 5.7-12; Slm. 118; Rm. 8, 28-30; Mt. 13, 44-52



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

La primera lectura comienza hoy con estas palabras: “El Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: ‘Pídeme lo que quieras’”. ¿Qué le pedimos hoy a la vida? Por lo visto, parece que los reyes en tiempos de Salomón pedían a sus dioses larga vida, muchas riquezas y vencer en todas las batallas contra sus enemigos. Pero, ¿qué pediríamos hoy a la vida? En lo que conozco del corazón humano creo que hoy básicamente se pide salud; trabajo; tranquilidad y paz; buenos amigos; una casa con la hipoteca pagada; unas vacaciones para conocer un lugar maravilloso; el amor de un hombre o de una mujer; el amor de los hijos; el reconocimiento de los demás; que se acaben nuestros problemas más acuciantes; un poco de dinero para pagar las deudas, para dar algunas limosnas y para tener algo de “colchón” para cuando surjan diversas necesidades…

Pues bien, también hoy el Señor se nos aparece a cada uno de nosotros y nos dice: “Pídeme lo que quieras”. ¿Qué podemos nosotros al pedir al Señor? (No a la vida, sino al Señor). Para dar esta respuesta podemos pensar desde un punto de vista humano. De hecho, hay una película norteamericana en la que el protagonista se queja ante Dios de lo que mal que va el mundo o de lo mal que le van las cosas, y Dios le contesta a sus quejas otorgándole a él todo el poder divino para que arregle los desaguisados que, según el protagonista, hay en el mundo. El resultado es tremendo. Por tanto, repito: ¿qué le pediríamos hoy día al Señor? ¿Lo mismo que más arriba se ha dicho que podíamos pedir a la vida?

Veamos qué le pidió Salomón a Dios: “Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien”[1]. Pedir esto es darse cuenta de que este corazón y este discernimiento es el tesoro escondido y la perla fina de gran valor de que nos hablaba Jesús en el evangelio. Y parafraseando la tercera parábola que nos cuenta Jesús hoy, podemos decir que en nuestra vida “pescamos” muchas cosas; muchas cosas caen en nuestras redes y tenemos que sentarnos después para examinar lo que hay dentro de las redes. Los pescadores examinan todos los peces y “reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran”. El acto de sentarse ante las redes llenas y examinar lo que hay dentro y distinguir lo bueno de lo malo, lo conveniente de lo posible… es lo que se denomina el DISCERNIMIENTO.

¿Qué difícil es discernir lo que es de Dios y lo que no es de Dios? Lo que no es de Dios siempre es malo, aunque nos parezca bueno; y lo que es de Dios siempre es bueno, aunque nos parezca malo o inconveniente o imposible. Voy a poner un ejemplo, que puede ser real como la vida misma, y en el que hay que hacer un acto de discernimiento para conseguir el bien final. El ejemplo está retratado en un cuento. Se trata del cuento de la vaca. “Un maestro de la sabiduría paseaba con su discípulo por un bosque cuando vieron una casa bastante pobre. Se acercaron y vieron que la casa la habitaba un matrimonio y tres hijos, los cuales iban descalzos y todos muy pobremente vestidos. Entonces el sabio preguntó al padre: ‘En este lugar no existen posibilidades de trabajo. ¿Cómo hacéis tú y tu familia para sobrevivir aquí?’ El hombre respondió: ‘Nosotros tenemos una vaca que nos da varios litros de leche al día. Una parte la vendemos o la cambiamos en la ciudad vecina, y con la otra parte producimos queso, manteca… para nuestro consumo, y así es como vamos sobreviviendo’. El sabio agradeció la información, contempló el lugar durante un momento, se despidió y se fue. En mitad del camino, se volvió hacia su discípulo y le ordenó: ‘Busca la vaca, llévala al precipicio que hay allí adelante y tírala’. El joven miró espantado a su maestro, y le discutió la orden, porque la vaca era el único medio de subsistencia de aquella familia. Pero, al ver el silencio absoluto de su maestro, el novicio cumplió temeroso la orden. La escena de la vaca muerta al fondo del barranco se le quedó grabada en su memoria. Pasado un tiempo, como unos cuatro años, este joven dejó a su maestro y decidió ir al encuentro de aquella familia y confesar su delito. Al acercarse vio que todo había cambiado: había una buena casa, un automóvil nuevo a la puerta… El joven se sintió triste y desesperado, imaginando que aquella humilde familia había tenido que vender el terreno para sobrevivir. Entonces aceleró el paso y habló con un hombre que estaba delante de la puerta de la casa y le preguntó por la familia que vivió allí hacía ya cuatro años. El hombre aquel le contestó que eran ellos mismos la familia por quien preguntaba, y el joven vio que efectivamente era así al mirar a los otros miembros de la familia. Entonces les interrogó: ‘¿Cómo hicisteis para mejorar este lugar y cambiar vuestra vida?’ El padre respondió: ‘Nosotros teníamos una vaca, pero un día se cayó por el precipicio y se murió. Desde ese momento nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos’”.

Sí, cuatro años antes el joven discípulo hizo un acto de discernimiento y pensó que lo mejor era dejar a aquella gente con su vaca y su pobreza. ¡Al menos que tuvieran la vaca! El maestro, sin embargo, hizo otro acto de discernimiento y sólo vio comodidad, pereza y cobardía en aquella familia. Por eso, les quitó de un golpe la vaca y les obligó a salir de su mundo encerrado y abrirse, y eso les supuso vida y una vida mejor, aunque al principio lo tuvieron que pasar muy mal cuando descubrieron la vaca muerta y empezaron a pasar hambre.

En definitiva, pidamos al Señor, como Salomón, ese corazón dócil a Dios y ese discernimiento entre el bien y el mal, entre lo que es de Dios y lo que no es de Dios. Si esto nos es concedido por Dios, sí que encontraremos el auténtico tesoro y la auténtica perla fina de gran valor.



[1] Por cierto, falta hace que Dios otorgue los gobernantes, de cualquier signo político y de cualquiera país o región, este corazón y este discernimiento entre el bien y el mal.

GP Inglaterra , Soplando voy,soplando vengo


!!Ay hacienda,cuanto tiempo me hace perder!!....Por fin llego la victoria,con poderío,con la polémica,pero victoria,eso sí,puede que caiga alguna más esta temporada,pero con la revuelta sobre el soplado del difusor,sí está bien dicho,revuelta ya que cambiar 3 veces  las ordenanzas  en cinco días es para llamarlo así o peor, ya que sería mejor  nombrarlo como "CACHONDEO".Desde que la FIA limitó el uso de los gases de los escapes se sabía que el rendimiento de Red Bull y McLaren se vería  afectado,lo que no se sabía era toda la polémica que se originó el viernes después de los libres 1 cuando se le autoriza a los dos equipos utilizar una configuración de escapes limitada al 50% y no al 10% como a los demás por presuntos problemas de fiabilidad de sus motores.Después los comisarios recularon la concesión y para clasificación y la carrera se determinó volver a la limitación original, todos al 10% de soplado como máximo cuando el acelerador no esté pisado y al final vuelta a las limitaciones que se impuso en Valencia sobre el no poder cambiar los mapas motor,lo dicho un cachondeo.
Quede claro que modificar las normas a mitad de temporadas para perjudicar a un equipo que arrasa no es de recibo ,ya pasó con el Mass Dumper del Renault de Alonso,que le hizo complicarle el campeonato,pero con los franceses no hubo vuelta atrás y ahora sí.La norma se estableció hace 2 meses y si sabían que perjudicaban tanto la fiabilidad de los motores,¿por qué esos 2 equipos tomaron medidas para evitar eso?¿no pudieron desviar parte de los gases fuera del difusor y así no sufrirían los motores?¿no quisieron tensar la cuerda para que volviera todo atrás?lo cierto es que después del despropósito los equipos decidieron todos volver atrás y ahora nos preguntaremos¿hubiera ganado Ferrari en un circuito como Silverstone con curvas rápidas como es gracias al cambio?¿si tanto le beneficiaba el capado de los gases,por qué votó a favor de volver la normas antiguas?¿a qué juega Sauber,Williams, les han dado un ataque de locura?¿con la normativa tal cual,volverán a arrasar los Red Bull?interesante saberlo y lo dejaremos para sucesivas carreras.
Despues de una calificación apretada la carrera se mostraba atractiva después de la lluvia mañanera.Con una salida limpia,en la primera parte de la carrera. Alonso ha gestionado bien las primeras vueltas, favorecido porque no le han presionado desde atrás también, y ha cuidado gomas mientras Vettel se escapaba y Webber se mantenía en su punto de mira.Cuando la pista empezó a secarse surgió lo mejor que da el Ferrari,eso sí,el de Alonso.Marco un ritmo demoledor,y fueron callendo las posiciones,consiguiendo la primera plaza con un error en el pit de Vettel,de todas formas no hubiera aguantado en pista delante del asturiano visto lo visto.¿sería que estaban guardando el motor? no se sabe,aunque no parecía tener tantos problemas como habían llorado.
Y al final,la guerra de los azules por la segunda plaza del podium.!Ay,que mala memoria tienen algunos!,el año pasado cuando Webber con 10 ptos de diferencia con el segundo era el líder, no se podía dar ordenes al  frigodedin,"los dos son iguales y tienen el derecho de luchar por igual", y ahora con 94 ptos con el segundo "no puedes adelantar por miedo a chocarse los coches" y dice Vettel «Era innecesario hacer ninguna estupidez»,  Ha olvidado pronto el descalabro que provocó en Turquía el año pasado cuando Mark Webber era líder y él ocasionó un accidente doble al intentar adelantarlo.
Nunca se ha tratado bien a Webber,es injusto tratar así a un piloto de la calidad del Australiano y el sabe que está sentado en un avispero,es de mal pensado creer que en el equipo le han hecho la cama en la primera mitad de temporada ,no es lógico que se le olvide correr como hace un año,no sé,coches que suenan distinto,piezas defectuosas, miradas al coche del compañero cuando se baja de una calificación,es para pensar.
Del resto,lamentable lo de Massa,escusas,escusa y escusas.Hamillton a lo suyo,de coches choques,si no que se lo pregunten al brasileño.También Alguersuari ha hecho una buena carrera que pudo ser mejor por como se mueve en agua.
En fin una victoria que sabe agridulce por la duda sobre el favor concedido y a expensas de ver si realmente las evoluciones del Ferrari le hacen así de competitivo o fue simplemente un espejismo.
PD:algo cachondo para el final,aunque al comisario y a de la Rosa no le haría mucha gracia

Domingo XVI del Tiempo Ordinario (A)

17-7-11 DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO (A)

Sab. 12, 13.16-19; Slm. 85; Rm. 8, 26-27; Mt. 13, 24-43


Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

Tenemos que acostumbrarnos a escuchar, y no simplemente a oír, la Palabra de Dios. Escuchar supone un plus: supone acoger en mi interior lo que se me dice o lo que leo y, además, supone profundizar en el sentido de las palabras. Así, hemos de preguntarnos qué nos quiere decir Dios, aquí y ahora, con su Palabra y de qué modo hemos de aplicar dicha Palabra a nuestra vida concreta. Yo voy a tratar de ayudaros un poco a esto sabiendo que lo que vale para mí, vale igualmente para los demás, pues no somos tan diferentes unos de otros, ni tenemos necesidades tan diversas unos de otros.

- Alguno puede pensar que varias frases de este evangelio no son para el mundo moderno de hoy; por ejemplo cuando Jesús explica la primera parábola y dice: “la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo”. ¿Son modernas estas palabras de Jesús, o son ya antiguas? Más aún, ¿son reales estas palabras de Jesús en estos tiempos? Yo personalmente creo que son totalmente reales, actuales y, por tanto, son totalmente modernas. Fijaros de qué modo tan sutil puede Satanás actuar: El martes venía yo de Alemania en el autobús desde Madrid a Oviedo. En la radio pusieron una canción de Amaral. La canción es pegadiza y el estribillo dice así: ‘Te necesito, como a la luz del sol, en este invierno frío para darme tu calor’. Pero al escucharla más veces me di cuenta de que la letra de esta canción no es tan inocente. Leo: ‘Como quieres que me aclare si aún soy demasiado joven para entender lo que siento, pero no para jurarle al mismísimo Ángel Negro que, si rompe la distancia que ahora mismo nos separa, volveré para adorarle. Le daría hasta mi alma, si trajera tu presencia a esta noche que no acaba…’ Ese ‘Ángel Negro’ es Satanás, al cual Amaral está dispuesta a adorarle e incluso está dispuesta a entregarle su alma, si actúa para que ella pueda unirse con el hombre amado. Esta canción con música pegadiza va calando entre nosotros, y con ella cala esa letra. Éste es uno de los modos de siembra del diablo entre nosotros. Éste es uno de los modos de que aparezca la cizaña y crezca en medio del campo de trigo sembrado por Dios.

- Creo que alguno de vosotros ya ha escuchado alguna vez esta anécdota: “Una chica estaba esperando su vuelo en una sala de un aeropuerto. Como debía esperar un largo rato, decidió comprar un libro y también un paquete de galletas. Se sentó para poder descansar y leer en paz. En un asiento de por medio, se sentó un hombre que abrió una revista y empezó a leer. Entre ellos quedaron las galletas. Cuando ella cogió la primera, el hombre también tomó una. Ella se sintió indignada, pero no dijo nada. Solo pensó: ‘¡Qué descarado; si yo fuera más valiente, hasta le daría una bofetada para que nunca lo olvide!’ Cada vez que ella cogía una galleta, el hombre también tomaba una. Aquello le indignaba tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar. Cuando quedaba solo una galleta, pensó: ‘¿Qué hará ahora este aprovechado?’ Entonces, el hombre partió la última galleta y dejó media para ella. ¡Ah! ¡No! ¡Aquello le pareció demasiado! ¡Se puso a resoplar de rabia! Cerró su libro, cogió sus cosas y se dirigió al sector del embarque. Cuando se sentó en el interior del avión, miró dentro del bolso, y para su sorpresa, allí estaba su paquete de galletas intacto y cerrado. ¡Sintió tanta vergüenza! Sólo entonces se dio cuenta de lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso! El hombre había compartido las suyas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado”.

Una de las moralejas de esta historia es ésta: ¿Cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones cuando debiéramos observar mejor? ¿Cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas?

- Esta historia encaja muy bien en las lecturas que acabamos de escuchar. Encontramos palabras preciosas en la primera lectura: “Tu soberanía universal te hace perdonar a todos […] Enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento”. Dios perdona a todos, no sólo a unos pocos: no sólo a los ricos, no sólo a los pobres, no sólo a los católicos, no sólo a los de arriba o a los de abajo…

Cuando el hombre peca, esa acción procede del hombre, que voluntariamente se aparta de Dios. Pero, en medio de ese pecado, Dios se muestra al hombre y le concede una “dulce esperanza”: el arrepentimiento, que es el preludio del perdón. El pecado procede del hombre; el arrepentimiento y el perdón proceden de Dios. Y Dios pide al hombre, a todo hombre, pero sobre todo al justo que sea humano, es decir, compasivo y misericordioso, como Dios lo es. El justo, al modo del mundo, hace las cosas bien, pero eso no basta. El justo, al modo de Dios, hace las cosas bien, es humano, y perdona, porque es perdonado por Dios. Así le ha enseñado Dios a actuar.

¿Cuántas veces nos hemos preguntado por qué Dios permite la existencia de los malos en este mundo? ¿Por qué Dios no les saca de este mundo o les deja morir antes para que hagan menos daño? A esta pregunta contesta Jesús con la parábola del trigo y de la cizaña, que acabamos de escuchar: Dios no quiere que se arranque la cizaña (los malos) antes de tiempo, porque “podríais arrancar también el trigo”. Nosotros sí que hubiéramos llamado la atención al hombre que en el aeropuerto “nos comía” las galletas, sin darnos cuenta que, en muchas ocasiones, somos nosotros quienes comemos las galletas a los demás. En efecto, ¿quiénes de nosotros somos el trigo? ¿Quiénes de nosotros somos la cizaña? Nosotros somos en tantas ocasiones los malos, la cizaña, pero también, en tantas ocasiones somos el trigo.

- En definitiva, esta Palabra de Dios nos habla de su PACIENCIA. Él espera en nosotros, Él espera de nosotros que cambiemos, pues nadie es blanco o negro, sino que somos grises, con partes buenas y partes menos buenos. Dios tiene paciencia con nosotros, pues espera que nos vayamos acercando a El a través del arrepentimiento y del perdón, que es la “dulce esperanza” que da a TODOS LOS HOMBRES. Y así la paciencia de Dios ha de ser el modelo de nuestra paciencia. Paciencia para con Él (si no va todo tan deprisa como queremos); paciencia para con nosotros mismos (si fallamos una y mil veces); paciencia para con los demás (si no son como nosotros querríamos y cuando nosotros queríamos; quizás, al fin y al cabo, sean ellos los que tengan más razón que nosotros).

Domingo XV del Tiempo Ordinario (A)

20-7-08 DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO (A)

Is. 55, 10-11; Slm. 64; Rm. 8, 18-23; Mt. 13, 1-23

Emprendo este miércoles, 6 de julio, un viaje de trabajo a Alemania. Estaré fuera, Dios mediante, hasta el 12. Por ello, este domingo que viene no podré “subir” la homilía del domingo XV del tiempo ordinario.

Un abrazo Andrés

Domingo XIV del tiempo ordinario (A)

3-7-11 DOMINGO XIV TIEMPO ORDINARIO (A)

Zac. 9, 9-10; Slm. 144; Rm. 8, 9.11-13; Mt. 11, 25-30



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

En el día de hoy acabamos de escuchar un texto bellísimo. Jesús habla de su Padre Dios y todo su amor hacia Él le sale a borbotones. Sin embargo, no voy a comentar este trozo del evangelio en esta ocasión, pues ya lo he hecho en años anteriores.

- He pensado detenerme hoy en el salmo 144. Hay un hecho incontestable: las palabras de Jesús en el evangelio de hoy y las palabras del salmista sólo pudieron ser dichas y escritas por personas que tuvieron previamente una experiencia de Dios. Y esto no se inventa ni se fabrica; no basta con leerlo en los libros o con ser un literato o un poeta. Se notaría enseguida si las palabras sobre Dios proceden de la vida, de la experiencia o han sido simplemente memorizadas o es mera teoría. Voy a poner un ejemplo: ¿Habéis oído hablar de Manuel García Morente? Manuel nació en 1886 y huyó por la guerra civil española a París. Él fue catedrático de Ética y ateo confeso, pero un día se convirtió al cristianismo y más tarde se ordenó sacerdote. Aquí está el relato de su conversión en base a un encuentro personal con Dios. Estando en París, el 29 de abril de 1937, a medianoche se puso a oír música clásica. Escuchaba “L’enface de Jesús”, de Berlioz y de repente le sucedió esto que escribió en su diario: “No puedo decir exactamente lo que sentí: miedo, angustia, aprensión, turbación, presentimiento de algo inmenso, formidable, inenarrable que iba a suceder ya mismo, en el mismo momento, sin tardar. Me puse en pie, todo tembloroso, y abrí de par en par la ventana. Una bocanada de aire fresco me azotó el rostro. Volví la cara hacia el interior de la habitación y me quedé petrificado. Allí estaba Él. Yo no lo veía, yo no lo oía, yo no lo tocaba. Pero Él estaba allí. Yo permanecía inmóvil, agarrotado por la emoción. Y la percibía: Percibía su presencia con la misma claridad con que percibo el papel en que estoy escribiendo y las letras –negro y blanco- que estoy trazando. Pero no tenía ninguna sensación, ni en la vista, ni en el oído, ni en el tacto, ni en el olfato, ni en el gusto. Sin embargo, le percibía allí presente, con entera claridad. Y no podía caberme la menor duda de que era Él, puesto que le percibía, aunque sin sensaciones. ¿Cómo es posible? Yo no lo sé. Pero sé que Él estaba allí presente, y que yo, sin ver, ni oír, ni oler, ni gustar, ni tocar nada le percibía con absoluta e indubitable evidencia. Si se me demuestra que no era Él o que yo deliraba, podré no tener nada que contestar a la demostración, pero tan pronto como en mi memoria se actualice el recuerdo, resurgirá en mí la convicción inquebrantable de que era Él, porque yo le he percibido. No sé cuánto tiempo permanecía inmóvil y como hipnotizado ante su presencia. Sí sé que no me atrevía a moverme y que hubiera deseado que todo aquello –Él allí- hubiera durado eternamente, porque su presencia me inunda de tal y tal íntimo gozo que nada es comparable al deleite sobrehumano que yo sentía. ¿Cómo terminó la estancia de Él allí? Tampoco lo sé. Terminó. En un instante desapareció. Una milésima de segundo antes estaba Él allí y yo lo percibía y me sentía inundado de ese gozo sobrehumano que he dicho. Una milésima de segundo después ya no estaba Él allí, ya no había nadie en la habitación, ya estaba yo pesadamente gravitando sobre el suelo y sentía mis miembros y mi cuerpo sosteniéndose por el esfuerzo natural de los músculos”.

- Bien, y ahora vamos ya con el salmo 144. En el trozo que acabamos de escuchar hay 1) algunas partes en las que el salmista habla de Dios y de sus atributos, y 2) en otras partes se alaba y se glorifica a Dios. En esto último la alabanza se hace en primera persona del singular, pero también se exhorta a toda la creación a dicha alabanza.

1) Veamos primero la descripción de Dios y los atributos que le pone el salmista:

“El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;

el Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus criaturas”.

Sí, el hombre que conoce a Dios cara a cara se siente amado y perdonado por Dios. Ese hombre siente y sabe que Dios le ama y le perdona a él, pero también a todos los hombres: a los que conoce y a los que no conoce, a los que le caen simpáticos y a los que no le caen simpáticos. Sí, “el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas”. Hace unos días estaba yo con unas personas (una de ellas era una chica joven) tomando un refresco y me llamaron al móvil. Me aparté un poco para contestar y al volver a la mesa me contaron que unos jóvenes que estaban en la mesa de al lado habían hechos comentarios hirientes sobre mí (yo iba vestido de sacerdote): que si la chica joven era hija mía, que si el móvil lo había pagado con la colecta de la Misa, etc. Yo sentí en ese instante una rabia grande dentro de mí, pero luego el Señor tuvo misericordia de mí y me dijo: ‘Andrés, si yo los amo y los perdono, si yo soy bueno con ellos, si yo tengo paciencia con ellos, cómo tú no la vas a tener con ellos. Además, yo también te amo y te perdono a ti, y tengo paciencia contigo’. Por eso, hoy digo con el salmista: “El Señor es clemente y misericordioso […]; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas”, y pido perdón a Dios por aquellos jóvenes y por mí, que soy mucho más pecador que ellos.

Y sigue el salmo diciendo:

“El Señor es fiel a sus palabras,

bondadoso en todas sus acciones.

El Señor sostiene a los que van a caer,

endereza a los que ya se doblan”.

Cuando las cosas nos vayan mal, nunca echemos la culpa a Dios. Si pierdo el trabajo, no tiene la culpa Dios. Si se me muere un familiar cercano o un amigo querido, no tiene la culpa Dios. Si hablan mal de mí o pierdo el permiso de conducir por infracciones de tráfico, no tiene la culpa Dios. Si hay un terremoto en Haití o mueren soldados españoles en Afganistán, no tiene la culpa Dios. Pues el Señor es “bondadoso en todas sus acciones”. El Señor no es nuestro contrario ni nuestro enemigo, ni nos tiene envidia. No, el Señor nos sostiene en las dificultades, nos consuela en los sufrimientos, nos acompaña en las soledades. Ésta es la imagen correcta de Dios, porque es la imagen verdadera. Así lo experimentaron Jesús, el salmista, Manuel García Morente y tantos otros a lo largo de la historia de la humanidad.

2) Por todo ello el salmista alaba a Dios diciendo:

“Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;

bendeciré tu nombre por siempre jamás.

Día tras día, te bendeciré

y alabaré tu nombre por siempre jamás”.

Pero al salmista no le basta con alabar él solo a Dios. El salmista quiere que todos los hombres, que todos los animales, que toda la creación alaben también a Dios y por eso escribe:

“Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles;

que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas”.

¡Que así sea!