Santa Cruz

14-9-08 EXALTACION DE LA SANTA CRUZ (A)
Num. 21, 4b-9; Slm. 77; Flp. 2, 6-11; Jn. 3, 13-17
Queridos hermanos:
- Desde el 13 de enero del 2008 hasta enero del 2009 la Archidiócesis de Oviedo quiere orientar su vida pastoral en torno a la celebración del Año Santo, un período de gracia concedido por el Papa Benedicto XVI a petición de nuestro arzobispo, con objeto de que las comunidades de la Iglesia asturiana puedan profundizar en sus valores cristianos a la sombra de la Cruz de la Victoria y de la Cruz de los Ángeles, insignias de la fe y de la historia de la región, y de las cuales se cumplen 1200 y 1100 años respectivamente. Alfonso II, "el casto", donó en el año 808 a la iglesia de San Salvador de Oviedo la Cruz de los Ángeles. Y la Cruz de la Victoria es una reliquia donada por Alfonso III en el año 908 a la iglesia de San Salvador de Oviedo, aunque previamente había estado en la iglesia de la Santa Cruz de Cangas de Onís, edificada bajo su advocación. Bien, dije estas palabras primeras a modo de introducción histórico-religiosa.
- Ahora vamos a reflexionar sobre el papel de la cruz en la vida de los cristianos. Con relativa frecuencia se escucha decir, más o menos lo siguiente, ante una desgracia que nos sucede: "¿Por qué me ha tenido que suceder esto a mí? ¿Qué mal he hecho para que ahora tenga un cáncer, se me haya muerto un hijo, me echen de casa...? Yo, que siempre he rezado, que voy al santuario de Ntra. Sra. de Covadonga … todos los años, que no hago mal a nadie, ¿por qué me ha tenido que pasar esto?"
Cuando alguien dice esto, lo hace desde lo hondo de su dolor con un grito de angustia. Y por eso se ha de comprender, pero..... hablando desde el evangelio todas estas frases tienen una respuesta muy clara para los cristianos.
¿Cuál es la señal de cristiano?, se preguntaba en el catecismo. Y se respondía: la señal del cristiano es la santa cruz. ¿Cómo comienza cada Misa? Con la señal de la cruz (hacerla). ¿Cómo termina cada Misa? Con la señal de la cruz (hacerla).
Se podrían decir multitud de textos bíblicos en los cuales, de una forma u otra, se nos habla de la importancia de la cruz o del camino de cruz en la vida de un cristiano. Aquí va una pequeña muestra: "Quien no carga con su cruz y se viene detrás de mí, no puede ser discípulo mío" (Lc. 14, 27). "Nosotros predicamos un Cristo crucificado; para los judíos, un escándalo; para los paganos, una locura; en cambio, para los llamados un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios: porque la locura de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios es más potente que los hombres" (1 Co 1, 23-25). Y el último texto que citaré no está tomado de la Escritura, sino que procede de Sta. Rosa de Lima, cuya fiesta celebrábamos el 23 de agosto: "Sin la cruz no se encuentra el camino del cielo."
De todo esto se pueden sacar una serie de consecuencias:
* El cristiano no ama la cruz por la cruz. Eso es masoquismo. El cristiano no busca el sufrimiento, sino que lo acepta. Cristo no buscó su muerte en la cruz, sino que la aceptó.
* Dios no quiere el sufrimiento de nadie, no castiga a nadie con cruces ni con muertes ni con enfermedades. Desde la Biblia, el mal en el mundo es consecuencia del pecado.
* Todos los hombres y mujeres en esta vida, en un momento u otro, vamos a tener algún tipo de sufrimiento. Nadie está vacunado contra ello, no hay ningún seguro a todo riesgo. Quien se haga cristiano o tenga fe sólo para que no le suceda nada malo está muy equivocado. Mueren los ateos como los creyentes, tienen cáncer los ateos como los creyentes, suspenden los exámenes los ateos como los creyentes, pierden el trabajo los ateos como los creyentes, etc. La única diferencia está, o debe de estar en que los creyentes se enfrentan ante la cruz de cada día, ante el sufrimiento, ante la muerte de otro modo. Con esperanza. Sabiendo que Cristo pasó primero por ello y ahora pasa con nosotros por ello otra vez. En varias ocasiones he escuchado que muchos médicos ateos o agnósticos reconocen que los pacientes que están a punto de fallecer y son creyentes (en cualquier tipo de fe) llevan su situación de una manera mucho más animosa, optimista y serena que aquellos que no tienen ningún tipo de creencia. Llegados a este punto quisiera leeros un trozo de una obra de Lev Tolstói, que nació en 1828 y murió 1910. Fue un literato ruso con alguna riqueza, que, al llegar a la juventud, perdió la fe y más adelante, al no encontrar ningún sentido a su vida, volvió a encontrarla. Escribió un libro llamado “Confesión” en donde narra maravillosamente este proceso. En una parte de su libro escribe así: “Y empecé a examinar la vida y las creencias de esos hombres (la gente sencilla y sin estudios), y cuanto más profundizaba, más me convencía de que tenían la verdadera fe, de que su fe era imprescindible para ellos y que sólo ella les daba el sentido y la posibilidad de vivir. A) En oposición a lo que había visto en nuestro círculo (de conocidos), donde es posible la vida sin fe y donde de mil personas sólo una se reconocerá creyente, en su medio apenas hay un no creyente por mil personas. B) En oposición a lo que veía en nuestro círculo, donde toda la vida transcurre en la ociosidad, entre diversiones e insatisfacción vital, veía que toda la vida de esos hombres transcurría trabajando duramente, pero que estaban más satisfechos de la vida que los ricos. C) En oposición a los hombres de nuestro círculo, que se oponían y recriminaban al destino la pérdida y el sufrimiento, aquéllos aceptaban la enfermedad y el dolor sin ningún tipo de duda ni oposición, sino con una tranquila y firme seguridad en que todo esto tenía que existir y no podía ser de otro modo, que todo formaba parte del bien. D) En oposición a nosotros, que, cuanto más inteligentes somos, menos entendemos el sentido de la vida y vemos en el sufrir y el morir una burla cruel, esos hombres viven, sufren y se aproximan a la muerte con sosiego e, incluso, la mayoría de las veces, con alegría. E) En oposición a que la muerte plácida, la muerte sin horror y desesperación, es una rara excepción en nuestro círculo, la muerte desasosegada, inaceptada e infeliz es la excepción entre el pueblo. Y son gran cantidad las personas que estando privadas de todo lo que para mí es la única dicha de la vida, sin embargo, experimentan la mayor felicidad”.
* La cruz de Cristo nos ayuda a llevar la nuestra. Yo sé de gente que se paran ante un crucifijo y en silencio contemplan al Cristo crucificado que les alienta y les anima en sus dolores. Y salen de allí más reconfortados. Porque perciben que El está con ellos, El no les deja solos... No nos deja solos.
* La cruz, que nos conduce a la muerte, sólo tiene sentido como camino para llegar a la resurrección, a la vida.