7-11-2010 DOMINGO XXXII TIEMPO ORDINARIO (C)
2 Mcb. 7, 1-2.9-14, 2; Slm. 16; 2 Ts. 2, 16-3, 5; Lc. 20, 27-38
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
Con la homilía de hoy termino estas predicaciones sobre Julio Figar.
- La fuerza de
La finalidad de la predicación de Julio era la liberación de las gentes. Hay mucha gente que no está liberada. Pero el hecho de predicar la liberación no libera a la gente; al contrario, cuando predicamos la liberación donde no hay liberación la gente queda frustrada y es posible que se aumente su desesperación. Entonces de lo que se trata es de dar a las gentes un poder para ser liberados. Jesús no vino a traernos una nueva doctrina, sino un poder para ser sanados, para ser liberados; pero este poder no lo tenemos en nosotros mismos. Julio prescindió casi por completo de dar consejos, de hacer psicología o pedagogía, incluso de consolar a la gente; él iba derecho a pedir al Señor ese poder para que la gente que acudía a él fuera liberada. Entraba con la gente en oración y el Señor, sin quitar los problemas, derramaba su paz. La mayoría de los problemas humanos vividos en el Señor, dejan de ser problemas.
Finalmente, otra de las características de la predicación de Julio era hacerla desde la pobreza de espíritu: Desaparición de la persona del predicador convertido en puro instrumento para que no hubiera ningún impedimento a la acción del Espíritu. Julio estaba bien convencido de la imposibilidad de convertir y liberar a nadie por las solas fuerzas humanas. Imposible. El Señor es el único dueño de los corazones y
- La muerte de Julio. El 28 de diciembre de 1981 hacia las tres de la tarde, viniendo de Ocaña a Madrid, el P. Julio Figar tuvo un accidente que le costó la vida. Venía a un cursillo sobre oración En una curva peligrosa, en el Km. 41, tal vez por la abundante lluvia caída todo el día, el coche patinó y, dando vueltas sobre sí mismo, invadió la calzada contraria en el momento que pasaba un camión que le arrolló. Allí mismo hay un puesto de
Esta primera tarde reconoció a algunas personas y aunque no podía hablar daba signos de presencia apretando las manos de los que le saludaban. Le pusieron en la habitación 237, ya que no parecía su situación de extrema gravedad. Se quedó con él por la noche Beatriz, una chica del grupo Rosa de Sarón (de
Permaneció varios días clínicamente muerto, si bien seguía respirando con ayuda de aparatos. En estos días acudió al hospital una multitud de personas que terminaban, por lo general, en la capilla del 7º piso haciendo oración por grupos o asistiendo a alguna Eucaristía. El Señor fue dando paz a los corazones y se comenzó a vislumbrar el misterio de una muerte tan temprana y tan absurda a los ojos de los hombres. Incluso sus padres y sus dos hermanas se contagiaron del ambiente reinante y de la paz de todos. Su madre el segundo día dijo: “noto una fuerza mágica dentro de mí que me da mucha paz”. Así hasta las ocho de la mañana del día 1 de Enero en que falleció. Tenía 27 años de edad y le faltaban algunos meses para cumplir los tres años como sacerdote.
Fueron centenares de personas las que acudieron a visitar su lecho de muerte. Nunca se vio un cadáver tan querido, tan tocado, tan besado, tan contemplado… pasándole rosarios, estampas, etc. Su madre dijo en un momento de especial aglomeración: “nos le rompen, nos le rompen”.
Por eso mucha gente ha comentado: Julio ha muerto, pero su espíritu está entre nosotros. Y la verdad es que esta palabra “espíritu” se podía poner con mayúscula, porque el que actuó en Julio no fue su espíritu, sino el Espíritu de Cristo. Otras han hablado de la necesidad de heredar y continuar el espíritu de Julio. Y desde la fe mucha gente se ha visto sorprendida por una fuerte presencia espiritual de Julio. La muerte de una persona santificada por el Señor, se puede interpretar sin duda en términos de resurrección y de presencia consoladora, sobre todo cuando suceden hechos reales de cambios de vidas y se percibe que algo nuevo ha brotado entre nosotros. Y esto no por los méritos de nadie, sino por un aumento de