Domingo II Pascua (B)

15-4-2012 DOMINGO II DE PASCUA (B)

Hch. 4, 32-35; Sal. 117; 1 Jn. 5, 1-6; Jn. 20, 19-31

Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

El domingo pasado, después de la Misa en la Catedral, fui a San Emeterio de Bimenes (una pequeña parroquia asturiana) para celebrar allí la festividad de la Pascua. Durante la homilía hice una pregunta: si creían los allí presentes en la resurrección de los muertos. Una señora contestó rápidamente en voz alta que no; dijo aquella mujer que, una vez fallecidos, se acababa todo.

En el evangelio de hoy se nos sigue hablando de la resurrección de Jesús, de la paz que Él nos da, de que Él nos perdona los pecados, de lo felices que son quienes tienen fe… Y yo me pregunto y os pregunto: ¿Al proponernos estas cosas la Iglesia para el día de hoy, al proponernos Dios este evangelio…, no estaremos ocupándonos del ‘sexo de los ángeles’ en vez de todos los problemas reales que hay en la actualidad?

Sí, hoy tenemos muchos problemas, muchísimos y de toda índole. No estamos ahora para ocuparnos de cosas etéreas, de cosas irreales o de cosas teóricas. Tenemos que sobrevivir. En efecto, algunos de los problemas que tenemos son: una Comunidad Autónoma en Asturias ingobernable y con mucha culpa por parte de los mismos políticos y de sus partidos, un número escalofriante de parados y que sigue aumentando, gran número de personas que dependen de la limosna de otros o de la ayuda de familiares para llegar a fin de mes, gente perdiendo sus casas y que ven sus enseres amontonados en la acera al desahuciarlos, problemas familiares y personales, trabajos precarios con sueldos de subsistencia…

Lo que acabo de decir es verdad, pero también lo es que en los tiempos de Jesús las cosas no estaban mejor. Es más, estaban muchísimo peor: Israel estaba ocupado por un ejército invasor que cometía numerosas tropelías con casi todos, mucha hambre y mucha miseria, enfermedades por doquier, problemas familiares y personales, violencia extrema… Pero todo ello no estorbaba para que aquellas gentes tuviesen tiempo de soñar y de buscar otros ideales que les ayudasen a vivir el día a día.

Hace poco veía la película de El Padrino II. Hay una escena en que Miguel Corleone, hijo del mafioso, estaba en La Habana. En aquellos días Fidel Castro luchaba para derrocar el gobierno corrupto de Batista. En la escena se ve un control de los militares de Batista apresando a un seguidor de Fidel. Este hombre escapó de los soldados, pero no corrió para ponerse a salvo, sino que fue hacia el capitán de los militares, se abrazó a él e hizo estallar una granada, y con ella murieron ambos. Miguel Corleone fue testigo de este hecho y comentó posteriormente: ‘Esta guerra la van a ganar los de Fidel, porque los soldados luchan por dinero, mientras que Fidel y sus seguidores luchan por nada’. Aquí se equivocaba Miguel Corleone. Él pensaba que sólo podía luchar uno por dinero, pero aquellos hombres de Fidel luchaban por sus ideas, por sus ideales.

Y es que las ideas son muy importantes. Las ideas mueven a los hombres y al mundo. Marx decía que la historia se mueve por la economía, y es cierto, pero no es toda la verdad. Ha habido, hay y habrá hombres que se mueven por las ideas. En nuestra sociedad actual en que prima lo material, decimos que se están perdiendo los valores. Sí, la gente puede tener de todo, pero no es feliz. Sí, hay gente que no tiene de todo y, sin embargo, es feliz. Las ideas pueden mover y, de hecho, mueven a los hombres y al mundo. Veamos algunos ejemplos: *Las ideas de un nacionalismo vasco o catalán mueven a muchas personas. *Las ideas de un triunfo en la liga mueven a muchos seguidores del Real Madrid y del Barcelona. *Las ideas religiosas en algunos musulmanes les mueven a morir matando, y en los caso de los católicos a morir como mártires. Las ideas mueven a los hombres y al mundo. ¿Qué ideas o ideales nos mueven a nosotros en el día a día? ¿O nos dedicamos simplemente a vegetar, a que pase día tras día, siendo todo igual: Hoy es igual que ayer, e igual que mañana?

- Las ideas que hoy nos son subrayadas por el evangelio son las de la paz, del perdón y de la fe, y éstas nos vienen a través de Jesús resucitado. Sin embargo, no se trata simplemente de ideas, sino que se trata de experiencias de vida. Cualquier persona que tiene experiencia de Cristo resucitado, tiene una experiencia de la paz que le inunda todo su ser, independientemente de la situación económica, social, familiar y personal en que se encuentre. Cualquier persona que tiene experiencia de Cristo resucitado, tiene una experiencia del perdón que le es dado y además de un modo gratuito, independientemente de la situación económica, social, familiar y personal en que se encuentre. Cualquier persona que tiene experiencia de Cristo resucitado, tiene una experiencia de la fe, es decir, del fiarse por entero de Dios, independientemente de la situación económica, social, familiar y personal en que se encuentre.

Otro dato: no tiene porqué ocurrir primero el encuentro o experiencia con Cristo resucitado y luego las experiencias de la paz, del perdón y de la fe. Todo esto puede tener otro orden, por ejemplo, puede uno percibir la paz en su espíritu y de aquí llegar al sentirse perdonado, a percibir la presencia viva de Jesús, y al aumento y profundización de la fe, o también puede tener cualquier otro orden.

Pondré a continuación un ejemplo que sucedió en la Rusia comunista de Stalín. Ya una vez os lo conté, pero viene muy bien repetirlo aquí: Stalín quiso arrancar la fe y la creencia religiosa de todos los rusos, por lo que prohibió tributar culto a Dios bajo penas muy severas. En cierta ocasión la policía política comunista encontró a una mujer mayor haciendo oración y adoración ante un icono de Jesucristo. La policía le llamó la atención y le dijo: ‘Mujer, eso tienes que hacérselo a Stalín y no a Jesús’. A lo que la mujer respondió: ‘Sí, estoy dispuesta a hacerlo, pero sólo a partir del día en que Stalín padezca, muera y resucite por mí’. Como vemos aquí, la (idea) experiencia de un Dios vivo en esta mujer movió a esta mujer a comportarse de una manera distinta a lo políticamente correcto sin importarle las consecuencias que ello le trajera.

¡Que Jesús resucitado nos conceda su paz, su perdón y su fe todos los días de nuestra vida!