Domingo II después de Navidad (C)

3-1-2010 DOMINGO SEGUNDO DESPUES DE NAVIDAD (C)
Eclo. 24,1-4.12-16; Sal. 147; Ef. 1, 3-6.15-18; Jn. 1, 1-18

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Queridos hermanos:
- Existe una leyenda muy antigua y muy bonita, creo que es de la Bretaña francesa. Quizás la conozcáis. Dice así: Una madre tenía un hijo único. Ella era viuda y cuidaba de aquel hijo con todo su cariño. El creció y con el tiempo conoció a una chica, de la cual se enamoró. Enseguida los dos jóvenes se hicieron novios, pero la chica sentía celos del amor que existía entre la madre y su novio y, por eso, le dijo a éste: ‘Para demostrarme que me quieres de verdad tienes que traerme en una bandeja el corazón de tu madre’. El chico quedó sorprendido de la petición, pero, finalmente, fue, mató a su madre y le arrancó el corazón. Cuando iba corriendo con la bandeja para llevarle aquel corazón a su novia, con las prisas, tropezó y cayó él, la bandeja y el corazón de su madre. Desde el corazón salió una voz que decía: ‘Hijo, ¿te has hecho daño?’
Algo parecido nos narra el evangelio de hoy. Es como la historia de un desamor. "En la Palabra (Jesús) había vida, la vida era la luz de los hombres […] Al mundo vino; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron". Desde que Jesús nació hemos visto cuántos hombres y mujeres lo han rechazado: Herodes, los fariseos, Judas, el joven rico, y tantos de nosotros que, con nuestros pecados de cada día, rechazamos esa vida y esa luz que Él quiere darnos.
Pero, si seguimos leyendo el evangelio, encontramos un poco más adelante una cosa preciosa: “Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre”. ¿Qué significa ser ‘hijo de Dios’? Significa muchas cosas, pero ahora sólo me detendré en dos: 1) Al ser hijos de Dios, tenemos vida verdadera en nosotros, vida eterna y vida mejor, pues la sabia de Dios corre por nuestras venas y sana nuestras partes podridas. 2) Al ser hijos de Dios, tenemos luz para ver en la oscuridad, para ver lo realmente bueno y lo malo, para ver a Dios a nuestro lado y para ver a los hombres como hermanos nuestros.
En mi vida de cada día, ¿recibo a Jesús y percibo cómo El me da vida y luz? ¿O soy, más bien, como el novio e hijo único que apuñalo y arranco el corazón del ser que más quiere para entregárselo a novias que no dan luz ni vida, que son celosos y posesivos, y matan lo bueno que hay en mí?
- Permitidme ahora que os dé una pequeña clase de teología. Es bueno que entendamos un poco más nuestra fe y sepamos más de ella. Daré la ‘clase de teología’ partiendo del evangelio que acabamos de escuchar y de un trozo del Credo ‘largo’ de la Misa: “Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre…”
A principios del siglo IV hubo un sacerdote, de nombre Arrio, que negaba la divinidad de Jesucristo. Se preguntaba Arrio: ‘¿Cómo Dios se puede encerrar en la pequeñez de un cuerpo humano? ¿Cómo Dios, el puro, va a tocar al hombre que es pecador desde su concepción? Por tanto, Jesucristo fue un hombre muy bueno, el mayor de los profetas en esta tierra, pero jamás Dios. Además, sólo hay un Dios: el Padre. No hay dos dioses: el Padre y Jesucristo’. A partir de estas afirmaciones suyas se sacaron una serie de consecuencias: Si Jesucristo es hombre y no Dios , María es sólo la madre de Jesús, pero no la Madre de Dios. Estas ideas tuvieron mucho éxito y se extendieron por toda la Iglesia. En una serie de concilios convocados por la Iglesia se declaró que Jesús, el hijo de María, era Dios: la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. También se declaró la Maternidad Divina de María.
Vamos a seguir profundizando un poco más: Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre; pero… * En la cruz, ¿quién murió? ¿Cristo en cuanto Dios o en cuanto hombre? Mucha gente contesta que en cuanto hombre, ya que Dios no puede morir. * En Belén, ¿quién nació? ¿Cristo en cuanto Dios o en cuanto hombre? Mucha gente contesta que en cuanto hombre, ya que Dios no puede nacer. El existe desde toda la eternidad.
Años más tarde de Arrio surgió un obispo llamado Nestorio, el cual sostenía que en Jesús había dos naturalezas: la humana y la divina, y no había mezcla alguna entre ellas. Por lo tanto, Nestorio afirmaba que Jesús, el Hijo de Dios, en cuanto Dios, en cuanto Segunda Persona de la Santísima Trinidad, no podía ni nacer, ni padecer, ni morir. Todo eso le sucedió en cuanto hombre, pero no en cuanto Dios. Estas afirmaciones suyas fueron condenadas como heréticas, pues la Encarnación quedaba muy diluida o descafeinada. En efecto, la doctrina católica dice que: 1) Jesús tiene dos naturalezas: la humana y la divina, pero también Jesús es una única persona, la cual es divina. Y en esa persona divina se unen las dos naturalezas. 2) En la cruz murió Cristo en cuanto Dios y en cuanto hombre, porque muere la naturaleza humana de Jesús, pero también ‘muere’ la persona divina de Jesús. 3) En Belén nació Jesús en cuanto Dios y en cuanto hombre, porque nace la naturaleza humana de Jesús, pero también ‘nace’ la persona divina de Jesús. 4) María es verdadera Madre de Jesús, el Hijo Encarnado y, por tanto, es verdadera Madre de Dios.
En definitiva, el problema raíz de que Arrio, Nestorio, los mormones, los testigos de Jehová… y tantos hombres de nuestro tiempo nieguen la divinidad de Jesucristo, es decir, que Cristo sea Dios, está en que no se cree en el misterio de la Encarnación. ¿En qué consiste este misterio? Muy sucintamente, lo dice el Evangelio de hoy: "... y la Palabra era Dios... Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros". Es decir, Dios, la Segunda persona de la Trinidad se hizo hombre. Dios ha querido salvarnos no a golpes de barita mágica desde su cielo. No lanzando discursos altisonantes desde las nubes. Ya no quería seguir enviando profetas que hablaran en su nombre. Quiso hablarnos El mismo. Pero quiso hacerlo desde nuestra situación concreta, pasando por los mismos problemas, alegrías y sufrimientos que nosotros. Por eso se hizo un hombre igual a nosotros en todo menos en el pecado. Pasó hambre, sed, frío, persecución, calumnias, alegría, traiciones, muerte de su padre, insultos, golpes, flagelación y muerte. Su sangre no era tomate de películas, su pasión y muerte no fue la representación de un buen actor. Jesús no representó una muerte, sino que murió. Jesús no representó un nacimiento, sino que nació. Y todo ello para nuestra salvación.
Por todo esto, podemos decir verdaderamente: “Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre…”

Santa María, Madre de Dios (C)

1-1-2010 SANTA MARIA, MADRE DE DIOS (C)
Num. 6, 22-27; Sal. 66; Gal. 4, 4-7; Lc. 2, 16-21

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Queridos hermanos:
Al terminar el evangelio del domingo de la Sagrada Familia leíamos lo siguiente: “Su Madre conservaba todo esto en su corazón”. También en el evangelio de hoy se nos dice que “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Quisiera en el día de hoy detenerme en estas dos frases y tratar de profundizar un poco en ellas.
- Recuerdo que hace tiempo leí dos historias, que nos pueden ayudar con el tema elegido para la homilía de hoy:
1) En cierta ocasión un padre quiso enseñar a su hijo algo muy importante que le sirviera para la vida, y le entregó una tabla de madera, unas puntas y un martillo. Le dijo que clavase todas las puntas en la tabla. Al chaval le pareció algo divertido y enseguida se puso manos a la obra. Cuando hubo clavado todas las puntas, el padre le dio unas tenazas y le pidió que sacase todas las puntas de la tabla. Esto ya no le gustó tanto al hijo, pero también se puso manos a la obra. Le costó más trabajo sacar las puntas que meterlas. Cuando lo logró, el padre le dijo que se fijase en la tabla. Esta estaba agujereada, desconchada y herida. El padre le dijo, finalmente: ‘Así sucede en la vida ordinaria. Es fácil hacer daño a los demás con nuestras palabras, con nuestras acciones y con nuestras omisiones. Lo más difícil es curar las heridas causadas. Y aunque pidas perdón y trates de remediar el mal hecho, la relación entre las dos personas: la que hirió y la herida, queda maltrecha y ‘tocada’. Por eso, hijo mío, procura no herir a nadie de modo gratuito, pues es casi imposible volver a la situación primera’. ¿Os sentís reconocidos en esta historia? Todos hemos sido tabla agujereada en alguna ocasión, y todos hemos sido el chico que clava puntas en las tablas, por seguir el símil o ejemplo dado por el padre.
2) En cierta ocasión –aquí va la segunda historia- se vio a un señor escribiendo con un cincel y un martillo en una roca una cosa buena que un amigo suyo le había hecho. Poco después este mismo amigo le hizo una jugarreta y entonces el señor escribió la cosa mala que le había hecho su amigo, pero, no en una roca, sino en la arena de la playa. Se le preguntó al señor que por qué escribía lo malo en la arena y lo bueno en la roca, a lo que él contestó que lo malo escrito en la arena tenía la finalidad de que, cuando subiera la marea, el agua borrase aquel daño inflingido por su amigo; y lo bueno escrito en la roca era para que siempre permaneciera. Esta forma de actuar implica una gran generosidad por parte de este señor. El valora tanto su amistad, que está dispuesto a perdonar lo malo y a quedarse con lo bueno de su amigo.
Nuestra vida está hecha de malos y buenos recuerdos. Seguro que todos nosotros tenemos en nuestro corazón una lista de agravios, pero también de cosas buenas recibidas a lo largo de nuestra vida, e igualmente guardamos en nuestro corazón otra lista de agravios y de cosas buenas hechas por nosotros a los demás.
Cuando una persona no ve nunca el mal que hace a los demás, es que nos encontramos ante un inmaduro y/o un egoísta. Como decía Jesús, nadie está libre de pecado, de haber fallado ante los demás.
Cuando una persona sólo ve el daño que le hacen los otros, estamos ante un amargado, un resentido, un desconfiado y/o un egocéntrico. La convivencia con una persona así se vuelve muy difícil o insufrible. Nunca aciertas con este tipo de personas: Si callas, porque callas. Si hablas, porque hablas. Si haces, porque haces. Si no haces, porque no haces. Lo que hoy vale, mañana puede no valer. Nunca sabes por dónde va a salir una persona así.
- Pero vamos ahora, en esta segunda parte de la homilía, a examinar esto desde el punto de vida de Dios. Como os decía al principio de la homilía, María se fijaba y escuchaba las cosas y palabras que se decían o sucedían a su alrededor y con su Hijo Jesús, y todo ello lo guardaba en su corazón. Pues todas esas palabras y esos hechos venían de parte de Dios, y ella quería guardarlos en su corazón y meditarlos. También hay muchas personas que guardan en su corazón hechos o palabras del Señor. Estoy seguro que todos los que estamos aquí tenemos memoria de lo que el Señor ha hecho por nosotros o con nosotros a lo largo de toda la vida. Quien no tiene nada en su corazón de las obras de Dios, es que ha caminado por la vida a oscuras y/o en la superficialidad. Cualquier persona que tiene una mínima sensibilidad religiosa, seguro que ha percibido la presencia de Dios, sus hechos y sus palabras. Cada día el Señor nos sale al encuentro y nos muestra todo su amor. Son cosas tan sencillas como éstas: experiencias de Dios que cuida de una madre y de sus hijos abandonados por el marido y padre; experiencias de paz al hacer un poco de oración, al leer un poco la Palabra de Dios; experiencias de Dios al recibir la absolución sacramental o a Jesús Eucaristía; experiencias de sentirse amado por Dios a través de la familia y de los amigos que uno tiene; experiencias de ser salvado de un peligro de cualquier tipo y uno sabe en su interior que ha sido la mano de Dios; etc. Y son estas experiencias las que van construyendo la vida de fe de una persona.
Una persona que padezca amnesia y no recuerde absolutamente nada de su pasado: no recuerda su nombre, dónde nació, quién es su familia, sus amigos, en qué trabajaba, etc., es una persona con un gran vacío. De la misma manera, una persona que no tenga una historia de su relación con Dios… es una persona incompleta. Si yo le pregunto a alguien quién es Dios para él y su respuesta es: una mano poderosa, alguien muy lejano, no sé qué decir, no existe, Él se ocupa de sus cosas y yo de las mías… Todo esto es muy triste. Si no tenemos cosas de Dios que guardar en nuestro corazón y que meditar, entonces –repito- nuestra vida está muy incompleta.
Os propongo un ejercicio a realizar: en un día de oración, o en varios días, tratar de recordar todo lo que el Señor ha hecho en vosotros y os ha dicho a lo largo de vuestra vida. Estoy seguro que sale un historial maravilloso. Os encontraréis con una verdadera historia de amor… de Dios para vosotros. La Virgen María sí que hizo este ejercicio, lo hacía cada día. Por eso, el evangelio de hoy nos dice que “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. María veía, observaba, acogía, conservaba y meditaba asiduamente las cosas de Dios y lo hacía en lo más profundo de su ser, que para los israelitas era el corazón de la persona. Hagamos nosotros lo mismo y descubriremos un mundo nuevo.

Domingo de la Sagrada Familia (C)

27-12-2009 SAGRADA FAMILIA (C)
Eclo. 3, 3-7.14-17a; Slm. 127; Col. 3, 12-21; Lc. 2, 41-52

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Queridos hermanos:
El día de Navidad hablé algo sobre los niños y diversas situaciones de sufrimiento que padecen en el mundo. También os hablé algo de cómo se situaba Dios, a través de su Hijo Jesucristo y hecho también Niño, ante los niños. Hoy, día de la Sagrada Familia, quiero seguir profundizando un poco más sobre este tema.
- En diversas ocasiones he hablado con parejas de novios y de casados de distintos temas. Uno de los asuntos más recurrentes es el tema de los hijos. Me encuentro con bastantes padres que muestran su preocupación por educar adecuadamente a sus hijos y que sufren ante los problemas de ellos y que tienen con ellos. En bastantes ocasiones me han dicho los padres que, ante el nacimiento próximo de un hijo, han buscado diversa literatura y documentación sobre los niños para prepararse mejor ante su llegada. Por curiosidad he tecleado en Internet la palabra “niños” y me ha aparecido un listado impresionante. Me he detenido en una página (http://www.aciprensa.com/Familia/ninos.htm) que trataba sobre los niños desde el punto de vista cristiano y ¡fijaros todos los temas que tenía expuestos para ahondar sobre cada aspecto de los allí reflejados!: * Cómo educar a los niños en la virtud de: la austeridad, el autocontrol, la conciencia moral, la fortaleza, la fuerza de voluntad, la generosidad, la laboriosidad, el orden, la sinceridad. * Cómo enseñar a orar a los niños, * es vital hablar y acariciar al bebé, * aconsejan que virtudes como el esfuerzo y el sacrificio tengan un lugar en las aulas, * juegos educativos para los más pequeños, * la importancia de los cuentos, * cómo educar la inteligencia y la voluntad, * haciéndole frente a un niño muy enérgico, * cómo escoger juguetes, * niños deprimidos, * niños hiperactivos, * niños con problemas de atención, * niños malcriados, * niños mentirosos, * niños tercos, * ¿es normal que los niños tengan miedo?, * los niños ante la muerte, * los niños ante las mudanzas, * cómo lograr una autoridad positiva con los hijos, * ¿disciplina o castigo?, * cuando nace un nuevo hermanito, * los abuelos y los nietos preferidos, * la alimentación en los primeros años de vida, * la depresión en el niño, * algunos síntomas de la depresión en el niño, * mi hijo no quiere comer, * ¿qué hacer para que tus hijos recojan su juguetes?, * por qué no hacerle las tareas a los hijos, * los niños pagan las consecuencias cuando los padres no se casan, * es peor un divorcio que la muerte de un padre, * un estudio demuestra que el divorcio afecta más a los hijos que la muerte de un padre, * agresividad en la infancia, * ¿educamos a nuestros hijos?, * cómo hacer para que los niños lean más, * el temor a los exámenes, * un juguete para cada edad, * cinco pasos para vivir los valores en la familia, * ¿conviene educar al niño en alguna religión?, * cómo evitar accidentes infantiles, * cómo evitar una intoxicación, * la importancia de las buenas amistades, * el arte de aprovechar el tiempo libre del niño, * los riegos de la televisión para los niños, * cómo regular el uso de la televisión y del ordenador.
Creo que muchos de vosotros habéis visto y escuchado por Internet un video de un juez de menores de Granada, Emilio Calatayud (http://www.youtube.com/watch?v=K2GTauJT5Vg), en donde habla de la situación actual de niños, adolescentes y jóvenes. Dice este juez que en la sociedad actual a ellos se les reconocen los derechos, pero no se les dice nada o casi nada de las obligaciones. Y tan necesario es inculcar lo uno como lo otro.
También quiero narraros aquí el episodio que me contó una profesora de religión en un instituto de Asturias. Ella preguntó en cierta ocasión a los alumnos quién era la persona que más los quería: casi todos contestaron que el padre o la madre o un pariente cercano. Hubo un adolescente que dijo que el único que lo quería era su perro, pues sólo él era quien siempre estaba en casa para recibirlo cuando llegaba del colegio o de cualquier otro sitio. La profesora le preguntó: “¿Y tus padres?”, y su respuesta fue que ésos iban a lo suyo. Quizás a trabajar para tener más cosas materiales y darle esas cosas al hijo, pero éste estaba necesitado de presencia, de cariño, de atención paterna.
- Yo estoy totalmente convencido que la fe cristiana, cuando está bien asumida, es un factor importantísimo, no sólo de educación religiosa, sino también de educación humana. Uno de los elementos fundamentales de educación integral de la persona y en este caso de los niños es la familia. Y aquí la Iglesia quiere ponernos en el día de hoy el modelo de la Sagrada Familia formada por José, María y Jesús como ejemplo de vida humana. La Sagrada Familia se asienta sobre valores humanos de amor, respeto, entrega, confianza, perdón, generosidad, etc., primero entre los esposos. Mal pueden transmitir algo los esposos a sus hijos, si antes no lo viven ellos entre sí. Pero estos valores humanos vividos en la Sagrada Familia tienen su origen y su fin en los valores espirituales y divinos que se consiguen por la relación íntima, cercana y constante con Dios.
El 5 de enero de 1964 el Papa Pablo VI estuvo en Nazaret (Israel) y allí pronunció un bellísimo discurso que reproduzco en parte[1]: “Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizás de una manera casi insensible, a imitar esta vida […] Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de una disciplina espiritual, si queremos seguir las enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo. ¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde, pero sublime escuela de Nazaret! ¡Cómo quisiéramos volver a empezar, junto a María, nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y a la más alta sabiduría de la verdad divina! […] Se nos ofrece, además, una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irremplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social.
Lo decía Emilio Calatayud, el juez de menores de Granada, en su video: todos los niños-adolescentes-jóvenes que vienen a su juzgado es por que han cometido algún delito, pero no todos ellos son delincuentes. Estos, los que cometen delitos de un modo habitual, proceden de familias desestructuradas y tienen, además, fracaso escolar. Por ello, sabemos que Dios ha creado la familia como el mejor medio para educar armónica e integralmente a los niños. Cuando la familia falla en algunos o alguno de sus miembros, enseguida se resiente el resto de la familia y la sociedad. De la misma manera, cuando una familia transmite alegría, serenidad, comprensión, generosidad, amor, seguridad, fe, ánimo de compartir y de estar abierta a los demás…, entonces ello es asumido de un modo natural por todos los miembros de la familia y beneficia a la sociedad.
Nosotros los cristianos tenemos a la Sagrada Familia como ejemplo y modelo, pero también como ayuda en nuestros corazones y espíritus, pues José, María y Jesús actúan en nosotros.
[1] Si alguien quiere tener un acceso completo a sus palabras tiene que mirar en la segunda lectura del Oficio de Lectura de las Liturgias de las Horas del día de la Sagrada Familia.

Navidad (C)

25-12-2009 NAVIDAD (C)
Is. 62, 11-12; Slm. 96; Tit. 3, 4-7; Lc. 2, 15-20

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Queridos hermanos:
¡¡¡Santa Navidad!!! en el día de hoy os deseo para todos vosotros. ¡¡¡Santa Natividad!!!, pues estas palabras nos indican que el Hijo de Dios, el Santo entre los santos ha nacido como hombre y está en medio de nosotros. Ha nacido Dios y ha nacido como todos los hombres, es decir, siendo primero un bebé.
Un niño siempre nos inspira ternura debido a su pequeñez, a su ingenuidad, a su desvalimiento, a la necesidad total y absoluta que tiene de los adultos. Hace unos años una mujer me contó el siguiente hecho de su padre: Este era un hombre que iba a Misa sólo en funerales, bodas, Viernes Santo y Navidad. Un día de Navidad fue a Misa. Al ter­minar la celebración se acercó al ver el “belén” que habían hecho en la parroquia y al contemplar al niño desnudo le entró una pena por el frío que debía estar pasan­do o no sé qué pasó por su mente que allí mismo le prometió al Niño Jesús que desde entonces iría a Misa todos los domingos. Y este señor no falló a su promesa.
- Pero, por desgracia, los niños también inspiran otras cosas a los adultos. La semana pasada leía la siguiente noticia en un periódico: “Un niño de dos años de edad fue ingresado por primera vez en un centro hospitalario de Brasil tras sentir dolores abdominales. Las radiografías que le hicieron revelaron que tenía cuarenta y dos agujas en el interior de su cuerpo. La Justicia del estado decretó la prisión temporal de los tres sospechosos de incrustar las agujas en el cuerpo del menor. En el día de ayer el padrastro del menor, que se encontraba en paradero desconocido y fue detenido por la policía, confesó haberle clavado las agujas con la ayuda de su amante y de la propietaria de un centro de rituales religiosos. Roberto Carlos Magalhaes, de 30 años, aseguró que llevó al niño varias veces a la casa de una mujer llamada Angelina, donde clavó las 42 agujas con su colaboración y la de una tercera persona, cuyo nombre no fue divulgado. La madre del niño no ha querido pronunciarse sobre el rumbo de las investigaciones. La cirugía para la retirada de 42 agujas a un niño brasileño de dos años que fue víctima de un ritual fue aplazada debido a una infección provocada por uno de los objetos puntiagudos en el corazón, informaron hoy fuentes médicas”. En esta semana, concretamente el martes 22, saltaba a los periódicos un segundo caso, también en Brasil y también otro niño de dos años al que habían introducido 7 agujas en su pequeño cuerpo. De igual modo el martes 22 leía que “el alarmante aumento de casos de pornografía infantil ha sacudido Japón con una horrible 'moda': madres que comercializan fotos pornográficas de sus propios hijos. Al menos doce personas han sido detenidas como sospechosas de traficar con imágenes pornográficas con sus propios hijos como protagonistas. Las madres o alguno de los familiares de los menores daban salida a las fotografías vendiéndolas a hombres que conocían a través de Internet. Estos les pagaban a 8 € por cada fotografía”.
Tampoco quiero olvidarme de mencionar aquí a tantos niños asesinados en los vientres de sus propias madres por las causas más dispares.
Pero igualmente quiero contaros el caso sucedido hace un tiempo en un comercio de Asturias: una señora mayor entró con su nieto para comprarle un regalo con ocasión de su 1ª Comunión. De repente el niño empezó a insultar y a pegar a la abuela cuando ésta le mostraba un reloj como posible regalo, pues el niño no lo quería; entonces la abuela le mostraba otro, y el niño siguió pegando a la abuela y protestando.
Quiero decir con todo esto que unos padres o adultos no equilibrados hacen mucho daño a los niños, tanto si los maltratan de palabra o de obra, como si abdican de la educación que tienen que darles, les consienten y no les ponen indicadores claros de actuación. Seguro que hay matizar muchas más cosas, pero éstas son ciertas.
- Alguien puede preguntar que por qué saco este tema precisamente el día de Navidad. La verdad es que al ver la imagen del Niño Jesús, al leer en el evangelio de hoy en el que se narra que María y José rodeaban y guardaban al Niño Jesús, al leer también que los pastores fueron a ver al Niño que les había sido anunciado[1], me acordé de tantos niños que por el mundo sufren de una u otra manera, y no tienen defensa posible en las mayoría de los casos. Me acordé que el Niño Jesús tuvo que padecer, como muchos niños en todo el mundo y a lo largo de todos los tiempos, ciertos peligros nada más nacer: 1) Jesús nació rodeado de unos padres que le dieron todo su cariño, pero en unas condiciones insanas: en un portal recién barrido por José para su mujer con los dolores de parto. 2) Jesús tuvo que ser llevado de Belén antes de que fuera alcanzado por los soldados de Herodes, quienes no dudaron en matar a los niños de dos años para abajo en aquella aldea.
Jesús nos habla de los niños en el evangelio en varias ocasiones: * “Dejad que los niños se acerquen a mí, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos” (Mt. 19, 14). * “Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los cielos. El que se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre, a mí me acoge” (Mt. 18, 3-5). * “Cuidado con despreciar a uno de estos niños; porque os digo que sus ángeles en el cielo contemplan sin cesar el rostro de mi Padre celestial” (Mt. 18, 10); * No quiero terminar estas citas bíblicas sin aludir a la profecía de Oseas, que tiene un texto bellísimo de la relación de Dios con los hombres comparándola con la relación de un padre con su niño: “Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo […] Con cuerdas de ternura, con lazos de amor, los atraía; fui para ellos como quien alza un niño hasta sus mejillas y se inclina hasta él para darle de comer” (Os. 11, 1.4).
Jesús tomó la carne, la mente, el espíritu de un niño hace ya 2009 años. Hoy también Jesús toma la carne, la mente, el espíritu, en definitiva, el ser de todos los niños y se alegra con ellos, cuando son amados y cuidados. El Niño Jesús sufre con todos los niños cuando son asesinados, prostituidos, cuando les clavan las agujas, cuando no les dan la educación adecuada, cuando se les maltrata de palabra, de obra o de omisión.
Hoy, día de Navidad, día del nacimiento de un Niño que nos trae la paz a todos los hombres quisiera que, a través de este Niño, viéramos a todos los niños del mundo para darles lo mejor que tiene el ser humano: * bienes materiales suficientes, pero no de un modo desmesurado; * cariño, comprensión, protección, seguridad; * una educación integral en la que se les dé, pero también se le exija, para que crezcan de un modo armónico y equilibrado; * la fe y el amor de Dios, que le acompañará toda su vida. De todo esto necesitarán los niños que Dios pone en nuestras manos. El próximo domingo celebramos la Sagrada Familia. Si Dios quiere, seguiremos profundizando en este tema de los niños.
[1] Así se nos cuenta en el evangelio que acabamos de escuchar, cuando nos dice que los pastores fueron a Belén “y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño”.

Domingo IV de Adviento (C)

20-12-2009 DOMINGO IV DE ADVIENTO (C)
Miq. 5, 2-5a; Slm. 79; Heb. 10, 5-10; Lc. 1, 39-45

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Queridos hermanos:
- Le dice Isabel a su prima María en el evangelio: “¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. ¿A qué se refería Isabel? Pues se refería al episodio narrado por san Lucas unos versículos antes sobre cómo el arcángel Gabriel se acercó a María y le dijo que Dios se había fijado en ella, que iba a tener un Hijo de Dios, que no hacía falta que se acostara con un hombre para quedar encinta, que el Espíritu Santo la fecundaría con esperma divino… Si viene una hija vuestra o una vecina o una conocida con esta “historia”. ¿Cómo reaccionarías vosotros? María sí que discernió que realmente aquello era cierto, que aquello era de Dios, y creyó y aceptó aquel embarazo. María fue recibiendo enseguida varias pruebas de la veracidad de lo anunciado por el arcángel: 1) se quedó realmente embarazada sin intervención de un hombre; 2) una prima suya, Isabel, nada más verla, cuando María fue a visitarla, le dijo: “¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Pero seguramente en nuestro caso, en nuestra vida ordinaria no tengamos tanta suerte como tuvo María en esa ocasión, es decir, probablemente no recibamos tantas pruebas de que es Dios quien está con nosotros o quien nos habla.
Sigamos profundizando en este tema y para ello vamos a fijarnos ahora en la primera lectura. Es un trozo de la profecía de Miqueas, el cual fue un profeta que vivió unos 700 años antes de Jesucristo. Miqueas recibió una Palabra de Dios y se la creyó. Y, como se la creyó y creyó que venía de Dios, no se la guardó para sí, sino que la proclamó a sus contemporáneos. En aquellos momentos el pueblo de Israel estaba en una guerra civil entre el reino del norte y el del sur. En esta guerra hubo unos 120.000 muertos en el reino del sur. Y, más o menos, los mismos habría en el reino hermano. Pero es que, además, poco después el reino de Asiria aplastó al reino del norte y cogió a todos sus habitantes y los desterró para siempre por otros territorios conquistados, y el lugar vacío que dejaron los habitantes del reino del norte fue ocupado por otros desterrados por Asiria: los samaritanos. De aquí viene el origen de ellos y su mención en el evangelio. Pues bien, en medio de tanto odio y tanta devastación Miqueas recibe una Palabra de Dios, la que hoy acabamos de escuchar y que dice así: “Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel [...] Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel […] Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz”. ¿Creerían a Miqueas las madres, esposas e hijos de los muertos en la guerra civil? ¿Creerían a Miqueas los parientes y conocidos de los que habían sido llevados por Asiria como desterrados? ¿Creerían a Miqueas todos aquellos que sólo veían guerra, destrucción, hambre cuando el profeta les anunciaba que Dios traería la paz? Esta profecía de Miqueas se cumplió 700 años después de haber sido procamada. De hecho, cuando los reyes magos se acercaron al rey Herodes para preguntarle dónde habría de nacer el futuro rey de los judíos, Herodes consultó a los sabios y le citaron este pasaje del profeta, pues sí hubo hombres y mujeres que habían creído a Miqueas y habían escrito sus palabras, y esperaban que el liberador de Israel viniera un día y naciera en un pequeña aldea: Belén.
Y ahora nos toca hacer presente la Palabra de Dios en nosotros. Hoy, 2709 años después de predicada esta profecía por Miqueas, Dios nos vuelve a decir que una mujer da a luz a un Niño, que ese Niño será el pastor de todos los hombres de la tierra, que ese Niño hará que todos los hombres retornen a Dios para siempre, que ese Niño nos traerá la paz. ¿Creemos esto? ¿Creemos esto cuando los templos están vacíos y casi todos somos gente mayor? ¿Creemos esto cuando los musulmanes avanzan más y más, y la fe cristiana retrocede? ¿Creemos esto cuando nos vemos débiles, frágiles, pecadores y más viejos cada día? Y es que el tiempo de Navidad puede ser tomado como un aniversario de un hecho cosa que ocurrió hace muchos años, o más bien como algo cierto que está ocurriendo aquí y ahora, y en nuestra vida concreta. Si hoy estuviera Isabel, la prima de la Virgen María, delante de nosotros, ¿nos podría decir como a ella: “¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”?
- En la segunda lectura se nos dice que Jesús vino a este mundo para cumplir la voluntad de Dios Padre: “Aquí estoy yo para hacer tu voluntad”. ¿Estoy yo cumpliendo la voluntad de Dios en mi vida, o se está cumpliendo su voluntad en mi vida? Hace poco una persona comentaba que estaba asustada de lo ingrata que era para con Dios. Decía que se había dado cuenta de esa ingratitud un día que reflexionó un poco en su relación con Dios. Se dio cuenta que, en tantas ocasiones Dios le había pedido en su vida ordinaria un poco de tiempo para hablar con Él, pero esta persona le había contestado tantas veces que estaba muy ocupada, que en ese momento no podía, que ya hablaría con El dentro de un rato, o por la tarde, o por la noche, pero al final del día nunca encontró ese momento o ese rato para hablar con Dios. Al mismo tiempo esta persona se había dado cuenta que, tantas veces estando ella haciendo alguna cosa en casa, vino alguien y le pidió un favor, y al momento dejó de lado la tarea que estaba realizando entonces para hacer ese favor. Y en otras ocasiones estando ocupada en casa alguien llegaba a su casa a pasar un rato de conversación, y ella paraba de hacer las cosas que estaba haciendo y se ponía a hablar con la visita. Con lo cual se daba cuenta que en su vida Dios era el “último mono”. Para los demás estaba siempre dispuesta, pero para Dios casi siempre sacaba disculpas y lo dejaba para después...
Estoy preocupado con estas Navidades que están a la vuelta de la esquina y como sacerdote de mi Señor Jesucristo no quisiera que nos pasaran desapercibidas; no quisiera que las viviéramos como paganos. Por eso, voy a daros algunas pautas:
* En estos días procurar no faltar a los cultos cristianos. El viernes 25, día de Navidad. El domingo 27, día de la Sagrada Familia. El viernes 1, día Santa María, Madre de Dios. El día 6, miércoles, fiesta de la Epifanía (manifestación) del Señor a los Reyes y a todos los hombres. El domingo 10, día del Bautismo del Señor y último día de las celebraciones navideñas. Asimismo podemos proponernos acudir a alguna Misa entre semana o, al menos, hacer alguna visita al Santísimo deteniéndonos unos minutos con el Señor, Jesús.
* María se puso en camino para atender a su prima Isabel en las labores de casa y en el parto. Ella se preocupó por los demás. También en este tiempo debemos preocuparnos de otras personas. Dios nos guiará hacia ellas.
Procuremos que no nos pase a nosotros como a esa persona de la que hablaba más arriba, cuando se dio cuenta que Dios para ella era el “último mono”.