Domingo XXIV del Tiempo Ordinario (C)

12-9-2010 DOMINGO XXIV TIEMPO ORDINARIO (C)

Ex. 32, 7-11.13-14; Slm. 50; 1 Tim. 1, 12-17; Lc. 15, 1-32

ORACION (I)



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

Ya en otras ocasiones os he hablado de la oración, pero veo conveniente repetir lo dicho entonces. Lo que diré a continuación no está cogido de los libros, salvo de la Biblia, sino de mi propia experiencia y de la experiencia de otras personas. Cada uno debe descubrir su propio camino de oración (el que Dios nos ha marcado para cada uno), aunque el camino de los otros nos puede servir de orientación. Además, toda vida cristiana y religiosa, o está fundada en la oración o no es vida cristiana ni religiosa. Y es que la oración es el medio ordinario de comunicación con Dios. Nadie puede ser cristiano sin una oración diaria, tranquila, seria, reposada, de escucha... Una vida cristiana sin oración se convierte en una ideología o en unos ritos vacíos o en la más espantosa de las mediocridades.

El evangelio nos presenta a Jesús continuamente orando, de noche y de día. Antes de hacer algo importante Jesús oraba: * oró 40 días antes de iniciar la vida pública, * oró en el Bautismo (Lc. 3, 21), * oró antes de elegir a los doce apóstoles (Lc. 6, 12), * oró antes de enseñar el padrenuestro (Lc. 11, 1), * oraba después de un día agotador de trabajo apostólico, * oraba antes de iniciar un día agotador de trabajo apostólico, * oró en la transfiguración (Lc. 9, 29), * oró en Getsemaní antes de su pasión, etc.

Cristo dice que Él es el camino, la verdad y la vida, que nadie va al Padre si no es por Él. Pues bien, para llegar a Dios Padre tenemos que hacerlo a través de Cristo, pero para llegar a Cristo hemos de hacerlo a través de la oración (junto con otras cosas: Biblia, sacramentos, amor a los prójimos y a los enemigos, etc.). La oración nunca puede faltar. Esto lo sabían los santos y en todos ellos encontramos la oración. Por ejemplo, en los conventos de carmelitas de Sta. Teresa de Jesús hay una frase que dice: “En esta casa hablamos con Dios o de Dios”.

Antes de empezar a deciros cosas prácticas sobre la oración hemos de conocer algunas premisas muy importantes y hemos de procurar en nosotros mismos unas actitudes, sin las cuales no podrá haber auténtico contacto con el Señor a través de la oración.

PREMISAS:

1) Se ha de distinguir entre rezar y orar: *Rezar consiste en la recitación de plegarias compuestas por otros como el Ave María, el Padre Nuestro, el Rosario, el Credo… En estos casos –en que rezamos- hemos de procurar que nuestra mente marche al unísono con lo que dicen nuestros labios, y que nuestro corazón marche al unísono con lo que dicen nuestros labios y lo que piensa nuestra mente. Es lo que se conoce por rezar con atención y con devoción. * Por otra parte, orar puede entenderse como el diálogo que tenemos con Dios a través nuestras propias palabras en que comentamos nuestras cosas a Dios, o le pedimos, o le damos gracias, o le alabamos, o meditamos sobre algo que hemos leído o sobre algo que nos ha pasado, pero sobre todo hemos de tener en cuenta que… (pasamos al segundo punto)

2) La oración no es algo que se hace, sino que se recibe… de Dios. Ir a la oración es ponerse a mendigar, a pedir (“El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues nosotros no sabemos orar como es debido, y es el mismo Espíritu el que intercede por nosotros con gemidos inefables” [Rm 8, 26]). Yo no oro, es Él quien ora en mí. La oración auténtica y plena es la que Dios mismo nos da. Él ya sabe todo lo nuestro; no tendríamos que decirle nada, no tendríamos que pedirle nada. Nosotros no sabemos, Él sí sabe, por eso tenemos que escucharlo. La oración es sobre todo escucharle a Él, es recibir de Él. Lo dicho en el punto primero es preparatorio para este segundo punto: rezamos, meditamos, pedimos y damos gracias para preparar nuestro espíritu, para sosegar nuestro ser: nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu para recibirlo a Él. Por eso, caminamos en la verdadera oración cuanto más callamos, cuanta más capacidad de silencio y de recogimiento tenemos. callamos, cuanto m la verdadera oraci cuerpo, nuestra mente y nuestro espos gracias para preparar nuestro espamos o

3) Hemos de orar en todo momento, o por mejor decir, hemos de recibir y estar abiertos a la oración (a Dios) en todo momento, incluso cuando dormimos. Al principio la haremos unos determinados minutos, pero, cuanto más inserta está la oración en nuestra vida, más nos daremos cuenta que brota de nosotros y en nosotros en cualquier momento.

ACTITUDES:

1) Una de las actitudes que debe tener el orante es la constancia. Importa ponerse en oración todos, todos los días, aunque sea simplemente unos minutos, aunque sean dos minutos. Con la constancia lograremos habituar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu a un orden, y lo someteremos a nuestra voluntad para no ser esclavo de nuestros impulsos de pereza, de desidia… de los pecados capitales. Posteriormente someteremos nuestro entero ser a Dios.

2) Otra actitud necesaria es la confianza. Vemos que ésta es muy importante en la oración de Jesús: su certeza total y absoluta de ser escuchado (Mt. 7, 7-11)[1]. Esta certeza es fuente, origen y condición de la oración. Aquel que no confía en ser escuchado no ora. Jesús confiaba totalmente en esta escucha de su Padre y por ello oraba.

3) La esperanza es condición para orar, es actitud necesaria para orar, pero también es fruto de la misma oración. Los judíos llaman a Dios Adonai: Señor, Elohim: el Otro, Yahvé: Yo soy el que soy, el que existo. Los judíos tenían y tienen miedo a Dios. No pueden ver su rostro, porque si no se mueren (película de Indiana Jones y el Arca perdida en una escena al final en que mueren todos los que no cierran los ojos al abrir el Arca de la Alianza). Pero Jesús nos enseña que Dios es papá, papaíto, papi querido. Jesús se sentía profundamente Hijo de Dios y con confianza oraba, se comunicaba con El. En el tiempo que vivió en Nazaret oculto, muchas veces se apartaba a los montes cercanos a orar en soledad y allí fue descubriendo que Dios no es el terrible, sino el papá, su papá. Por eso, para nosotros, los cristianos, Dios es Padre, papaíto. Esto no es una idea, esto hay que sentirlo en la propia carne. Hay que sentirse querido por Dios. Hasta que uno no perci­be esto no puede orar ni ser auténtica y profundamente cristiano. Por todo ello, el cristiano que sabe que Dios es Padre vive en la esperanza radical de la bondad de este mundo, de un mundo nuevo (Reino de los cielos) que vendrá, de que el amor divino lo transforma todo y es todopoderoso.

4) La humildad es la última actitud en la que hoy voy a fijarme. No puedo ir ante Dios de igual a igual. Él es Dios, yo soy criatura caduca; Él es rico en bondades, yo soy pobre y miserable; Él es santo, yo soy pecador; Él es Padre, yo soy hijo; Él ama, yo soy amado y enseñado a amar.



[1] “Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y os abrirán. Porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama le abren. ¿Acaso si alguno de vosotros su hijo le pide pan le da una piedra?; o si le pide un pez, ¿le da una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!”

Santina de Covadonga (Natividad de la Virgen María)

8-9-2010 SANTINA DE COVADONGA (C)

Cant. 2, 10-14; Lc. 1, 46-55; Ap. 11, 19a; 12, 1.3-6a.10ab; Lc. 1, 39-47



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

En toda la Iglesia universal se celebra hoy el día de la Natividad o Nacimiento de la Virgen María; en Asturias celebramos hoy a nuestra Patrona: la Santina de Covadonga.

Quisiera deciros algunas palabras en esta homilía que nos ayuden a profundizar en nuestra fe y en nuestro amor a la Virgen María y quisiera hacerlo de mano de una de las Misas dedicadas a María en su ritual propio. Concretamente quisiera meditar sobre la que se titula: La Virgen María, amparo de nuestra fe.

- Ante todo se ha de tener en cuenta que la fe es un regalo de Dios. Dios da la fe a todos los hombres, ya que la fe es medio de comunicación entre Dios y los hombres. Pero la fe no es simplemente una cosa o algo inamovible. Al contrario, la fe puede y debe ser cultivada para que crezca, se profundice, se haga viva y sea operativa en nosotros. Pues una fe que no se cuida, se va perdiendo poco a poco. Pongo varios ejemplos de esto: + En esta semana me comentaban que una señora decía que daba igual ir a Misa el lunes que el domingo. ¿Qué más le daba a Dios que se fuera un día u otro? Y así lo hacía esta buena señora. ¿Sabéis cómo acabo la historia? Pues en la actualidad esta señora no va a Misa ni el domingo, ni el lunes, ni el martes, ni ningún día de la semana. Una fe que no se cuida, se va perdiendo poco a poco. + El domingo, según salí de la catedral, me fui al obispado para “subir” a Internet el video y el audio de la homilía que acababa de predicar. En la calle, al lado de la ventana del despacho donde estaba, pasaron dos señoras y una comentaba a la otra que para estar con Dios no hacía falta ir a Misa ni entrar en una iglesia. Una fe que no se cuida, se va perdiendo poco a poco. + Cuando me llama el párroco de La Corte (Oviedo) para dar una charla a los novios que van a casarse, les digo a estos que quizás ellos nos llamen hipócritas y fariseos a los curas y a los católicos que venimos regularmente a la Iglesia, y yo les indico que también ellos son unos fariseos, hipócritas e incoherentes, pues criticando a la Iglesia por las riquezas del Vaticano, desean casarse en los mejores templos y en los más bonitos de Oviedo, y no en los bajos comerciales, que sirven de templos para algunas parroquias. También les pregunto que cuánto tiempo hace que no se confiesan, que no oran, que no vienen a Misa, que no leen la Biblia, y a continuación les contesto yo mismo y les digo que seguramente hace años. No les conozco, pero no me equivoco en lo que digo (por sus caras veo que tengo razón). Una fe que no se cuida, se va perdiendo poco a poco. Y les digo que, si “pasan” en la práctica de la fe y no van a volver hasta el bautizo de su hijo primogénito, ¿por qué piden a la Iglesia el sacramento del matrimonio y de la Eucaristía? Con esto denuncio su incoherencia. Y luego les digo que no les echo a patadas de la Iglesia, a pesar de su incoherencia, porque el mismo Jesús no me echa a mí de la Iglesia por mi incoherencia, que Dios tiene paciencia con ellos como la tiene conmigo.

- Voy a contaros ahora algo sobre la historia de la advocación de Nuestra Señora de Covadonga: En los inicios del siglo VIII los musulmanes pasaron sus ejércitos a la península Ibérica y fácilmente conquistaron toda su extensión. Incluso llegaron a establecerse en Gijón, una de las poblaciones más al norte de la península. Varios de los moradores de España huían de los ismaelitas y se refugiaron entre las montañas de Asturias. Un grupo de ellos estaba comandado por Pelayo, el cual se situó en la parte oriental de Asturias huyendo de un ejército de musulmanes al mando de Alkamán. Pelayo subió con sus compañeros hasta una cueva en la que nacía el río Deva. La cueva se llamaba “Cova Dominica”, o sea, Cueva de la Señora y más adelante “Covadonga”. Desde aquí Pelayo venció a los hombres de Alkamán y ello fue atribuido a la ayuda de Dios, a la ayuda de la Virgen María. Empezaba la reconquista de España. María salvaguardó la fe cristiana de aquellos hombres… y la nuestra.

Recuerdo también haber leído hace tiempo que a principios del siglo XX hubo una persecución muy fuerte por parte del gobierno de México contra los católicos: se expulsó a sacerdotes, se cerraron iglesias y conventos, se colocaron banderas comunistas en las torres de diversas catedrales de México, se impidió el culto divino fuera de los templos, se quiso obligar a los sacerdotes a casarse, se disolvieron a la fuerza las órdenes religiosas. Hubo muchos fieles católicos que murieron mártires de su fe en aquellos años. Igualmente en aquellos años se quiso cerrar el santuario de la Virgen de Guadalupe, pero una masa de fieles se puso delante del santuario e impidió a los soldados enviados por el gobierno el cierre. La Virgen de Guadalupe ayudó siempre a los fieles y estos ayudaron a la Virgen en aquella ocasión. De igual modo me tienen comentado gentes de allá que, cuando llegan gentes de sectas protestantes estadounidenses a México para arrancar la fe católica de aquellas gentes y les dicen que tienen que renunciar al Papa, a los obispos, a las imágenes de los santos y la Virgen María, concretamente a la de Guadalupe; al llegar a la Virgen María, bajo la advocación de Guadalupe, ya los fieles les paran los pies y les dicen: podemos renunciar a todo, pero no a nuestra Virgen de Guadalupe. Ésta ha amparado su fe.

- Bien. Ante esta situación, es decir, ante la realidad de una fe entregada por Dios a cada uno de nosotros y que en tantas ocasiones no la alimentamos y se debilita, e incluso llega a desparecer, es cuando aparece una figura maravillosa que es protección y amparo de la fe regalada por Dios: se trata de la Virgen María. Sí, la devoción, el amor y el trato asiduo por nuestra parte con la Virgen María es un medio maravilloso para tantas gentes: en México, en África, en Asturias, en España, en Latinoamérica, en Europa, en todo el mundo… para preservar y ahondar en nuestra fe. Ya os he contado y os lo recuerdo cómo en la peregrinación que hice este año a Lourdes con otras 219 personas de toda la Archidiócesis de Oviedo fui testigo de cómo la Virgen María hizo avivarse y crecer la fe de un chico que la tenía casi muerta: le vi llorar sobre los hombros de su novia al salir de las piscinas, a donde había ido a sumergir a los enfermos e impedidos. Supe cómo la Virgen María hizo avivarse y crecer una fe casi desparecida en otro chico, que ahora “desperdicia” unos días de sus vacaciones en Lourdes para ayudar a otras personas, que no podrían por sí solas valerse durante la estancia en Lourdes.

Os lo suplico: arrimaos y acercaos a la Virgen María con entera confianza; tratad frecuentemente con ella y ella será amparo de la fe, de esa fe que su Hijo Jesucristo y nuestro Padre Dios nos ha regalado al nacer.

¡Santina de Covadonga, sé tú el amparo de nuestra fe por los siglos de los siglos!

AMEN

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario (C)

5-9-2010 DOMINGO XXIII TIEMPO ORDINARIO (C)

Sb. 9, 13-19; Slm. 89; Flm. 9b-10.12-17; Lc. 14, 25-33



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

- El evangelio que acabamos de escuchar nos parecerá exigente y duro; tan duro que, incluso algunos de nosotros, podemos decir que es una metáfora. Sin embargo, las palabras de Jesús están bien claras. Dios no quiere sólo nuestra asistencia a Misa, ni nuestros rezos, ni nuestras limosnas, ni que simplemente nos confesemos católicos. Eso es demasiado poco. Dios nos quiere a nosotros, por entero.

Jesucristo en el evangelio de hoy nos expone una serie de condiciones para seguirlo, para ser discípulo suyo. Veámoslas:

* “Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

* “Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.

* “El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.

Es verdad, muchos de nosotros anteponemos muchas cosas y muchas personas a Dios: + Por ejemplo, cuando nos hacen daño de palabra, de obra o de omisión y no somos capaces de perdonar por amor a Dios; entonces es que anteponemos otras cosas a Dios y a su evangelio. + Por ejemplo, cuando un joven dice que no tiene tiempo de ir a Misa el domingo porque tiene exámenes, pero sí que saca tiempo para irse a distraer algo o para ir al cine o para ir a tomar algo o para ir a la playa. + Por ejemplo, cuando en Taramundi había gente que no tenía tiempo de ir a la Misa de los domingos, pero el lunes moría algún vecino y entonces sí que esa gente sacaba tiempo para ir el miércoles al funeral. Es decir, saco tiempo para ver una película, o un partido de fútbol, o una carrera de coches, o una telenovela, o para Internet…, pero Dios queda en el último lugar. + Por ejemplo, hace poco me contaba una persona cómo su hijo estuvo reñido con Dios durante un año completo, porque su marido había estado enfermo de cáncer. El hijo había suplicado insistentemente a Dios que lo curase y, como no lo había hecho y el padre había fallecido, este hijo se había enfado con Dios y no le había dirigido la palabra ni había acudido a los cultos ni al templo en un año. + Por ejemplo, cuánto trabajo nos cuesta desprendernos de objetos materiales que vamos acumulando mes tras mes. Estamos muy pegados a ellos. Digo esto porque con frecuencia, al terminar la confesión, pongo a algunas personas el desprenderse de 2 ó 3 objetos personales y ¡qué trabajo les cuesta hacerlo!

Pero también he visto lo contrario: + Por ejemplo, cuando decimos que es primero la obligación que la devoción es, con frecuencia, para dejar a Dios en segundo lugar. Hacia 1995 fui un verano a ayudar en una parroquia alemana (en Wadersloh [diócesis de Münster]). Allí conocí a Frau Adrian, una madre con 7 hijos, la cualre Münster]) o a ayudar en una parroquia alemana (Wadersloh u mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, sacaba tiempo, además de para hacer su trabajo en casa y fuera de casa, para ir a Misa cada día. Me decía ella que era de donde sacaba fuerza para llevar adelante a su familia. El hijo mayor tenía unos 20 años y el pequeño unos 2 años, y todo el mundo colaboraba en aquella casa, pero era Frau Adrian quien sostenía toda la familia y a quien acudían todos con los problemas más distintos. + Por ejemplo, cuando un padre separado y con dos niñas pequeñas me contaba que, estando sus hijas con los abuelos maternos y estando él preocupado de la educación religiosa de sus hijas, de que amaran a Dios, les pidió a sus hijas que requiriesen a los abuelos que las llevaran un domingo a Misa. Las dos niñas, de unos 10 y 9 años, así lo hicieron. Al saber esto el padre, muy emocionado les dijo que Dios había engordando tanto en el cielo de satisfacción, que varios ángeles tuvieron que salirse del cielo, pues no cabían. La más pequeña contestó sorprendida a su padre: “¿De verdad, papi?” Y es que amar a Dios más que a los hijos, no es “mandar a estos a la porra”, sino que este hombre lo ha hecho de tal manera que, para ella y para sus hijas, Dios es lo más importante. Y esto entra perfectamente dentro del mensaje de Jesús en el evangelio de hoy.

Esto es el evangelio de Jesucristo: anteponer a la llamada de la sangre (hermanos, padres, mujer, hijos) la llamada de Dios; anteponer a Dios sobre la propia vida; anteponer a Dios sobre mis bienes, mi razón o mis razones; coger nuestra cruz de cada día (dolores, incomprensiones, ataques personales e injustificados por parte de otros, etc.) y apretándola y sujetándola fuertemente seguir los pasos de Jesús. Cuando yo soy capaz de hacer esto, es cuando puedo llamarme y ser discípulo de Jesús.

* Ante esta explicación y haciendo un examen de mi vida, ¿puedo ser llamado por los demás, por Dios “discípulo de Jesús”? Ante esta explicación y haciendo un examen de mi vida, ¿puedo considerarme “discípulo de Jesús”?

* Oigamos una vez más las palabras de Jesús en el evangelio de hoy:

“Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

“Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.

“El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.

¿Puede realmente alguien ser de verdad discípulo de Jesús, o más bien esto es una utopía y algo inalcanzable para cualquier hombre de carne y hueso?

- La respuesta ante esta pregunta está contenida, a mi modo de ver, en la primera lectura que acabamos de escuchar. Dice así: "¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría enviando tu santo Espíritu desde el cielo?" Y sigue diciendo la lectura que sólo con la sabiduría de Dios y de su Santo Espíritu podrán ser rectos los caminos de los hombres; sólo con esta sabiduría divina podrán aprender los hombres lo que le agrada al Señor, y sólo esta sabiduría los salvará.

El martes pasado, en la Misa se leía la 1ª carta a los Corintios donde S. Pablo decía: "A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una locura; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu". Todo esto es una verdad como un puño. Sólo se puede entender la voluntad de Dios y las palabras de Dios, si Él acude en nuestra ayuda con el Espíritu, que es quien nos lo explica todo y quien nos guía para que la palabra y la voluntad de Dios se cumplan en nosotros. Por ejemplo, ¿cómo vamos a entender el evangelio de hoy, si no es con la asistencia del Espíritu? ¿Cómo vamos a vivir el evangelio de hoy, si no es con la asistencia del Espíritu?

En definitiva, todo esto y todo lo que procede de Dios sólo lo podremos entender si Él viene en nuestra ayuda; en caso con­trario, como decía S. Pablo, nos parecerá una locura. Sólo el Señor puede hacer que nosotros lleguemos a vivir esto. Quien ha probado de las mieles de Dios, de sus amores puede llegar a entender esto y a posponer todas las personas y las cosas ante el mismo Dios, porque Él es lo único eterno.

Saludos y vacaciones

Como veis no he "subido" la homilía de este domingo 25 y es que estuve en Lugo impartiendo una tanda de ejercicios espirituales a consagradas. Por otra parte, en agosto estaré fuera de Oviedo por vacaciones y hasta el primer domingo de septiembre no reanudaré la readacción y el envío de las homilías.
Me encomiendo a vuestras oraciones.
Un saludo y la bendición de Dios.

Andrés

Domingo XVI del Tiempo Ordinario (C)

18-7-2010 DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO (C)

Gn. 18, 1-10a; Slm. 14; Col. 1, 24-28; Lc. 10, 38-42



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

- El salmo 14 presupone que el compositor de dicho salmo tenía un origen nómada o tenía un recuerdo muy reciente del nomadismo de Israel, es decir, cuando éste atravesó durante 40 años el desierto del Sinaí huyendo de Egipto y camino de la tierra prometida. Y hablo de una alusión al nomadismo en el salmo 14 porque en el mismo se hace referencia a la tienda, que era la casa habitual de los nómadas. En efecto, las casas de los nómadas no eran de barro o de piedra. No eran casas sujetas día y noche al suelo a través de los cimientos, sino que eran tiendas de lona que se armaban por las tardes y se desmontaban al amanecer para seguir el camino. Pues bien, este pueblo nómada creía firmemente que Dios mismo les acompañaba cada día a ellos y era uno más entre el pueblo. También Dios, como el resto de la gente, armaba su tienda por la tarde y la desmontaba al amanecer para acompañar a su pueblo en todo tiempo. De ahí viene la respuesta al salmo 14: “Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?”

Era normal que, al anochecer y después de haber atendido a los ganados y otras obligaciones, las gentes se pasaran a una tienda para hablar y contar historias del pueblo. Ahí aprendían los niños y jóvenes de los más mayores. También era normal que, si algún caminante pasaba al lado del campamento, se le ofreciera hospitalidad.

Bien, imaginaros que estamos en el campamento del pueblo de Israel y que somos parte de este pueblo. Hemos atendido nuestras obligaciones y al anochecer, antes de acostarnos, mucha gente va a la tienda de Dios para escuchar sus enseñanzas, para hablar con Él, para sentir su amor. De hecho, en la actualidad mucha gente, antes de acostarse, dedica un tiempo a la oración personal con Dios Padre. Imaginaros igualmente que cogemos la Biblia y leemos y meditamos el salmo 14, el cual nos presta sus palabras para poder preguntarle a Dios: “Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?” ¿Quiénes de los que estamos aquí podremos ser hospedados por Dios en su tienda para pasar la noche, para escucharlo? Y el mismo salmo que hace la pregunta, da también la respuesta.

Sin embargo, antes de leer dicha respuesta, quisiera leeros otro ‘salmo’. Resulta que el domingo pasado, al terminar de celebrar la Misa de 11, entré en la sacristía para quitarme la casulla e ir al confesionario y Fran, el sacristán, me habló de un artículo que había aparecido en el periódico del día anterior. Yo no había leído entonces el artículo, pero sí que lo hice después. Creo que será reconocido y recordado por algunos de vosotros. Voy a leeros algunas de sus partes. El titular decía así: “Mi madre me felicitó cuando aborté”. “‘Quise contarle a mi madre que había abortado para hacerle un regalo, como agradecimiento a todos los años en los que estuvo inculcándonos a mí y a mí hermana que teníamos que ser libres, que no debíamos cargar con algo que no deseáramos. Cuando le conté que había abortado, mi madre me felicitó’. La madre de Eva, la que le dio la enhorabuena por su aborto como otras lo hacen por su futura maternidad, se casó embarazada de su primer hijo y después llegaron otros tres, cuatro en total. ‘Ninguno fue deseado, aunque nos quiera muchísimo’, cuenta Eva. Así que puso todo su empeño en que las hijas no repitieran los errores de la madre, incluso enfrentándose a su marido, y su hija no supo hasta que punto se lo tenía que agradecer, dice, hasta el día que tomó la decisión de abortar.

Eva no quiere ser madre, nunca lo ha querido, así que experimentar en su cuerpo los síntomas del embarazo fue una sensación casi insoportable […]

De aquellos días aún conserva cierto regusto de la gran vergüenza que sintió por haber dejado que lo que nunca se le había pasado por la cabeza, un embarazo inesperado, le hubiese sucedido a ella. Es algo que repite una y otra vez mientras recuerda aquellos acontecimientos.

No tiene remordimientos, conflictos morales ni culpabilidad por motivos religiosos. ‘Era creyente, pero fui evolucionando y ahora soy atea convencida’, comenta […] Eva no tuvo ninguna duda de lo que tenía que hacer y se siente satisfecha de haber ‘reparado un error’. Eso precisamente, el haber fallado, es lo que la avergonzaba. ‘A mí, ¿cómo podía haberme pasado aquello a mí? Teniendo toda la información, sabiendo todo lo que hay que saber...’, se atormentaba”. Creo que el texto se comenta por sí solo.

- Lo que está claro es que todos nosotros somos nómadas y estamos de paso en este mundo.

- Lo que está claro es que todos nosotros pasamos horas y horas en alguna tienda, en la que se nos enseña ya desde niños qué hacer en nuestra vida y cómo hacer con nuestra vida. Nadie queda sin aprender o con el disco duro de nuestro ordenador sin rellenar. Si no aprendemos de un lado, aprendemos de otro.

- Esta chica, Eva (se trata sin duda de un seudónimo), aprendió en la tienda de su madre y fue una buena alumna, puesto que su madre la felicitó. Eva está muy a gusto con lo aprendido y con las acciones hechas a raíz de su aprendizaje.

- Pero nosotros, los que estamos aquí, no queremos aprender en la tienda de la madre de Eva. Nosotros queremos aprender en la tienda del Señor. Por eso, con las palabras del salmo 14 oramos y suplicamos: “Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?” Y el mismo Señor nos responde y nos expone las condiciones para entrar en su tienda. Escuchemos: “El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino […] El que no presta dinero a usura, ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra, nunca fallará”.

Y ahora que lo hemos escuchado…, vamos a meditar si en nuestra vida ordinaria hacemos esto que el Señor nos dice, pues queremos practicarlo con la ayuda de Dios.

¡Que así sea!