Domingo III de Cuaresma (C)



3-3-2013                                 DOMINGO III CUARESMA (C)

Homilía del Domingo III de Cuaresma (C) from gerardoperezdiaz on GodTube.

Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            Hace unos años estaba en Madrid asistiendo a unas reuniones y, yendo desde donde me hospedaba hasta el lugar en donde tenían lugar las reuniones, me encontré con un chico que repartía unos papeles, que decían lo siguiente (está copiado literalmente): “Profesor Madu. Gran ilustre vidente mágico africano. Con rapidez, eficacia, garantía y discreción. El maestro chamán africano, gran médium espiritual, mágico con poderes naturales, y experiencia en todos los campos de alta magia africanos, resuelve todo tipo de problemas y dificultades, por difícil que sea: enfermedades crónicas, judiciales, matrimoniales, conocedor de los secretos, protección, depresión, mal de ojo, limpieza, suerte, juegos de azar, romper ligadura, impotencia sexual, y lo más eficaz para recuperar la pareja, y atraer personas queridas, encontrar pareja, amarres y cualquier problema matrimonial. Él tiene los espíritus mágicos más rápidos que existen y cualquier otra dificultad que tengas en el amor la soluciona inmediatamente con resultados al 100 % garantizados de 3 a 7 días como máximo”.
            Sin lugar a dudas estamos ante un mago (él mismo se denomina así) y dice practicar la magia para lograr una serie de objetivos. En diversas ocasiones me han preguntado varias personas si es pecado o está permitido en la religión cristiana practicar la magia, por ejemplo, echar las cartas, hacer la güija, etc. Incluso me han hablado de personas que regularmente acuden a la Misa, comulgan, rezan oraciones cristianas, asisten a actividades de la parroquia… y, a la vez, practican o acuden a personas que realizan algún rito de magia para conseguir algo que de Dios y de Jesucristo no logran, o para conocer algo de su futuro.
            No es mi intención dar una clase sobre la magia y su relación o diferencia con la religión, pero sí que apuntaré algunas cosas que nos pueden aclarar conceptos y ayudar en nuestra vida de fe:
Según un autor, “la magia es considerada generalmente como una práctica humana por la que se obtienen unos favores inalcanzables por medios naturales ordinarios. La magia manifiesta un poder o habilidad especial sobre las fuerzas de la naturaleza, que sólo posee el que la practica. La magia está basada en el deseo connatural al hombre de dominio y poderío sobre la realidad; la magia representa un fenómeno tan antiguo como la humanidad. Se ejerce por dos motivos principales: para obtener determinados objetos o favores (magia positiva-activa) y para evitar el mal proveniente de fuerzas ocultas caprichosas y arbitrarias (magia negativa-pasiva). En el primer caso, el mago se propone una doble finalidad: 1) inclinar la fuerza oculta con el fin de obtener bienes para la comunidad (magia blanca), o 2) causar daños irreparables a los enemigos (magia negra) […] Pero más que en una intervención poderosa agraciante, su eficacia se apoya en la habilidad del mago y no en agentes sobrenaturales (dios, espíritus, etc.)”.
            En definitiva y sacando ya algunas conclusiones: a) En la magia la iniciativa siempre parte del hombre; éste busca algo: o un bien para él y los suyos o evitar un mal o dañar a otro, y usa a un experto en estos ‘medios no ordinarios’. En la fe cristiana, por el contrario, la iniciativa siempre parte de Dios. Así lo vemos claramente en la primera lectura: Dios se hace el encontradizo con Moisés; Dios ve la esclavitud y los sufrimientos del pueblo de Israel y se ofrece para librarlo de todo ello. De forma clarísima también nos lo dice el salmo que hoy hemos proclamado: “Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; Él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos”.
b) En la magiael hombre busca el camino fácil y rápido: un atajo. “…con resultados al 100 % garantizados de 3 a 7 días como máximo”. De hecho, sé de gente que iría corriendo a consultar a ese Profesor Madu y a requerir sus servicios, si tuviera una garantía 100 % de los resultados prometidos por él en todos los campos que arriba están citados. En esta semana me hablaba una madre de su hijo, el cual no quiere ni trabajar ni estudiar. Y ¿de qué piensa vivir? Pues de acudir a un programa de televisión titulado ‘Hombres, mujeres y viceversa’. Por cada sesión los chicos y chicas cobran 300 € ¡¡y salen en la ‘tele’!! Éste es el modo de vivir que se promueve hoy en parte de nuestra gente: algo rápido, algo vistoso, algo que no exija demasiada preparación ni esfuerzo, algo de lo que vivir, algo que valga para el aquí y el ahora sin que el futuro (ni siquiera el futuro inmediato) preocupe demasiado. Y esto encaja bastante con lo dicho anteriormente para la magia. En la fe cristiana, sin embargo, Dios busca el bien del hombre, su crecimiento personal, su plena realización mediante la conversión y el cambio radical de vida. En la parábola de la higuera improductiva Dios es ese amoexigente y es, a la vez, ese viñador que trabaja en el terreno y que es paciente para esperar otro año más por los frutos.
La fe cristiana no nos engaña con algo ilusorio. La fe cristiana quiere que pongamos los pies sobre el suelo: nos habla del esfuerzo propio, por una parte, y del don y regalo de Dios que es esa conversión y ese fruto, por otra parte. La fe cristiana nos ayuda a crecer de modo armónico y equilibrado, y valora la constancia, el esfuerzo personal, la necesidad de crecer y dar fruto para los demás (la higuera debe producir frutos para que otros se alimenten). Para mí un caso clarísimo de una higuera que ha dado frutos, y muchos, ha sido el Papa Benedicto XVI. Sus palabras de renuncia al Papado son una gran enseñanza para todo el que quiera escuchar: “Para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado [...] Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos[1][...] Por lo que a mí respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria”.
Termino: tenemos ante nosotros en este tiempo de Cuaresma un Dios que nos busca y que nos sale al encuentro, un Dios que nos pide frutos de conversión, y un Dios que es paciente y misericordioso con nosotros.



[1] No dice ‘por los defectos que haya tenido’, tal y como se acostumbra mucho a decir en España, sino que dice: “pido perdón por todos mis defectos”.