Mostrando entradas con la etiqueta Charlas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Charlas. Mostrar todas las entradas

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario (B)

18-10-2009 DOMINGO XXIX TIEMPO ORDINARIO (B)
Is. 53, 10-11; Sal. 32; Hb. 4,14-16; Mc. 10, 35-45


Homilía de audio en MP3
Homilía de audio en WAV
Queridos hermanos:
Voy a seguir con el tema que ya comencé el domingo pasado referido a las nulidades eclesiásticas de matrimonio. Sigo donde terminé: sobre los vicios del consentimiento.
c) También existe como origen de nulidad de matrimonio la incapacidad psíquica para llevar adelante una vida de matrimonio. Aquí es necesario que exista de modo documentado y demostrado una anomalía psíquica con una gravedad suficiente, que impida el correcto desarrollo de la vida conyugal, es decir, el cumplimiento por parte de un esposo o de los dos de las obligaciones esenciales del matrimonio. Por ejemplo, un cónyuge que es drogadicto y toda su meta es conseguir dinero como sea (robando, vendiendo los objetos de la casa, pidiendo a todo el mundo) para comprar droga. Si el otro cónyuge no le da ese dinero, puede robarlo de casa o ponerse muy violento. Muchas veces hay líos de policías, deudas bancarias, despidos de trabajos, embargos judiciales, etc. En ocasiones el cónyuge no drogadicto es conocedor de la situación del otro antes de la boda, pero piensa que, con cariño y comprensión, podrá sacarlo de ahí. El cónyuge drogadicto se deja querer y realmente quisiera llevar adelante una vida auténtica de matrimonio, pero la droga es más fuerte. Otro ejemplo, se da con el alcohol y puede pasar lo mismo que en la droga. También puede suceder parecido con el juego. Igualmente puede suceder con personas que padecer graves trastornos de personalidad como esquizofrenias, narcisismos, borde-line, histrionismos, antisociales, dependencias. De esto últimos hemos tenido en los tribunales diversos casos: se trata de personas que se han criado con una dependencia enfermiza de sus padres o de algún familiar cercano y al casarse no pudieron posponer a su familiar al marido o a la mujer (Ejemplo: “porque estamos en Canarias, sino me iba para casa de mi madre”. Dicho y hecho).
d) Otra de las causas de nulidad es el engaño, también conocido como error doloso. Se da este caso cuando uno de los novios, para conseguir que el otro otorgue el consentimiento matrimonial, por acción u omisión, induce a un engaño. Por ejemplo, dice uno de ellos que sólo se casara cuando el otro tenga la carrera terminada y un trabajo fijo, pues, en caso contrario, sería temerario contraer matrimonio. Entonces el que engaña asegura que ya terminó los estudios y presenta la orla como “prueba” y, además, dice que ya tiene trabajo fijo. Al cabo de dos años de casados, la parte engañada descubre que su cónyuge tiene aún varias asignaturas pendientes de la carrera y que sale de casa, pero no para trabajar, sino a dar una vuelta de 8 de la mañana a 3 de la tarde. Otro caso se dio cuando una chica dijo que estaba embarazada del chico con el que mantenía relaciones y que su padre buscaba al “culpable” de aquello. El chico aterrorizado se casó y, al cabo de 3 meses de matrimonio, se dio cuenta que el vientre de su mujer no cambiaba nada. Entonces ella confesó su engaño. En definitiva, cualquiera que se casa de este modo, contrae inválidamente y, por tanto, su matrimonio es nulo.
e) Los últimos casos que trataré aquí son la de aquellos que se casan, pero excluyen de modo permanente tener hijos, guardar la fidelidad o casarse para siempre.
Por supuesto, no basta simplemente afirmarlo una vez separados, sino que hay que demostrar que todo esto estaba presente ya antes de la boda o a la vez que la boda.
- Mucha gente piensa que, una vez obtenida la nulidad, uno puede casarse sin más por la Iglesia. Nada más lejos de la realidad, pues hay que saber que en un 95 % de las sentencias de nulidad existe una cláusula por la que se prohíbe el matrimonio canónico a uno de ellos o a los dos. Es lo que se conoce con el veto. Normalmente el veto se impone a aquel o aquellos que han originado la nulidad de matrimonio a fin de que no accedan a nuevo matrimonio, pues el segundo enlace sacramental sería nulo de nuevo. Por ejemplo, si uno padece una grave enfermedad psiquiátrica y ésta es incurable, todos los matrimonios que haga o que se le permitan hacer serán nulos. Por lo tanto, el veto tiene la finalidad de proteger el sacramento del matrimonio, pero también salvaguardar a otro fiel que inocentemente desconoce alguna circunstancia importante de la persona que ha tenido un matrimonio nulo y con la que pretende casarse. El veto puede ser levantado por el Obispo, pero una vez demostrado fehacientemente que la causa que originó la nulidad del primer matrimonio ha desaparecido.
- ¿Cuánto cuesta un proceso de nulidad matrimonial? En este aspecto ha de saberse que un proceso de nulidad puede ser llevado por “justicia gratuita” (es decir, sin cobrar) o en “clase de derechos” (o sea, pagando). Cuando una persona no tiene medios económicos suficientes para afrontar los gastos de una nulidad y lo demuestra documentalmente, el tribunal le concede la exención total o parcial de los gastos. Se entiende que una persona que gana unos 1.000 € al mes no puede afrontar estos gastos. Pero, ¿cuánto cuesta el proceso? En Oviedo tenemos las siguientes tarifas: - a unos 1.000 € suben los costes del tribunal; - unos 300 € el pago del psiquiatra, si ha de intervenir por causa de tipo psíquico; - algo más de 1.200 € el pago de un abogado del elenco del tribunal, aunque uno es libre para escoger otros abogados (que le cobrarán en Asturias unos 3.000, 6.000 ó 12.000 €); - menos de 500 € el pago de un procurador; - y, si todo va bien, unos 500 € en segunda instancia, en la Rota de Madrid. En total son unos 3.000 €, que se pueden ir pagando en plazos. Pero se ha de subrayar que, por falta de dinero, nadie deja de iniciar la nulidad y de conseguirla, si es que tiene motivos para esto último.
- Ya para terminar, voy a poner un ejemplo práctico: Alguien se ha casado por la Iglesia, ha fracasado en su matrimonio y piensa, ante Dios, que su boda ha sido un gran error y que aquello que vivió no puede ser ni matrimonio, ni sacramento, ni tiene por qué vivir con ese peso el resto de su vida. ¿Qué hacer? Mi consejo es que esa persona se acerque al tribunal de Oviedo y hable con alguna de las personas que están allí para saber si su caso concreto tiene motivos para la nulidad. Para eso en el tribunal se facilita un cuestionario a fin de que sea respondido por escrito por parte de la persona interesada; a continuación se tiene una entrevista entre esta persona y un miembro del tribunal y ya se le explica los posibles motivos de nulidad y los trámites a realizar. Por otra parte, se contestan a todas las dudas que pueda tener la persona que pretende iniciar su causa de nulidad matrimonial.
Confío que estas rápidas ideas hayan aclarado algo en torno a este tema en el que circulan tantos bulos, pero sobre todo tanto desconocimiento.

Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario (B)

11-10-2009 DOMINGO XXVIII TIEMPO ORDINARIO (B)
Sb. 7, 7-11; Sal. 89; Hb. 4,12-13; Mc. 10, 17-30

Homilía de audio en MP3
Homilía de audio en WAV
Queridos hermanos:
El evangelio de domingo pasado comenzaba así: “Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le preguntaban: ‘¿Puede el marido repudiar a la mujer?’ El respondió: ‘¿Que os prescribió Moisés?’ Ellos le dijeron: ‘Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.’ Jesús les dijo: ‘Teniendo en cuenta la dureza de vuestros corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre’”.
El otro día celebré la boda de unos amigos y en los pinchos que se tomaron a continuación uno de los invitados se acercó a mí y, sabiendo que yo estaba de juez en el Tribunal eclesiástico, me preguntó cómo podía ser que la Iglesia Católica concediese nulidades de matrimonio cuando Jesús mismo había dicho tan claramente en el evangelio: “Lo que Dios unió, no lo separe el hombre”. El comentario de esta persona y el evangelio del domingo pasado me dan pie para que predique en dos homilías algo sobre las nulidades eclesiásticas de matrimonio. Ya tenía ganas de abordar este tema, pues entiendo que hay un gran desconocimiento en la sociedad, en general, y entre los católicos, en particular.
- Preliminares: antes de empezar propiamente con la homilía tengo que apuntar algunos puntos. 1) Se trata de un tema muy extenso y aquí diré sólo algunas cosas. Otras quedarán en el tintero para quien desee hablarlo más tranquilamente. 2) Esta homilía va a ser entendida de distinto modo por aquellos que la escuchen ahora o la lean en otro momento, ya que pueden acceder a ella católicos practicantes, católicos no creyentes, personas anticlericales, agnósticos, ateos, solteros, casados felices, fracasados en su matrimonio, etc. 3) Hablaré del matrimonio cristiano´, pero no del civil, ni tampoco hablaré de las parejas de hecho, aunque muchas cosas que diré sobre el matrimonio cristiano valen para los otros. 4) Cuando hablo de un esposo, me refiero igualmente a la esposa. Cuando hablo de la esposa, me refiero del mismo modo al esposo.
- Terminología: 1) Hay que distinguir entre separación eclesiástica y separación civil. La primera es concedida por un juez eclesiástico y la segunda por un juez civil. Con la separación los cónyuges pueden irse cada uno por su lado, pero el vínculo matrimonial permanece, por lo que ninguno de los esposos es libre para casarse de nuevo con otra persona. 2) El divorcio es la disolución del matrimonio que otorga el juez civil a petición de uno de los esposos o de ambos, de tal manera que cada uno puede irse por su lado; para el Estado ya no existe matrimonio y ambos son libres para casarse de nuevo con quien deseen. Por supuesto, el divorcio no es reconocido por la Iglesia y, quienes se hayan casado por la Iglesia, y luego hayan obtenido el divorcio, aunque para el Estado queden libres, para la Iglesia siguen casados con su primer cónyuge. 3) La anulación. La anulación referida al matrimonio de la Iglesia no existe. Esta no puede “anular” ningún matrimonio. 4) Declaración de nulidad. Se trata del reconocimiento que hace la Iglesia, a través de una sentencia judicial, sobre un matrimonio concreto. En la sentencia se reconoce, con las pruebas aportadas, que el matrimonio canónico no existió nunca, por lo que el hombre y la mujer quedan libres ante Dios y ante la Iglesia para casarse de nuevo.
- El matrimonio canónico tiene tres elementos fundamentales: 1) dos personas libres de impedimentos para casarse (mayores de edad, no parientes entre sí, que no son ni monjas ni curas, que no tienen un matrimonio anterior[1], etc.); 2) el consentimiento (el “sí quiero”) libremente manifestado por los esposos en el sentido de que desean contraer matrimonio entre sí; y 3) la forma canónica, es decir, la manifestación del consentimiento delante de un ministro sagrado (diácono, sacerdote, obispo) y de dos testigos. Si falla uno de estos elementos fundamentales, entonces el matrimonio no se ha producido y puede ser declarado nulo. Un 95 % de los matrimonios nulos lo son en razón de no haber otorgado debidamente el consentimiento, el “sí quiero”.
- Vicios del consentimiento. Como acabo de decir, la mayoría de las causas de nulidad de un matrimonio eclesiástico se producen porque el consentimiento no ha sido bien otorgado o no ha sido otorgado por una persona o personas capacitadas para el matrimonio. Voy a especificar las causas más comunes de nulidad de matrimonio y daré algunos ejemplos para que se pueda entender mejor la explicación:
a) Un matrimonio puede ser nulo porque uno de los esposos o los dos tienen un grave defecto de discreción de juicio, es decir, que no son capaces de valorar de modo adecuado cuáles son las obligaciones y los derechos en la vida matrimonial. El origen de este grave defecto de discreción tiene una causa psíquica, la cual ha de ser determinada por un psicólogo o un psiquiatra. Se puede dar una grave inmadurez (que ha de ser probada), de tal manera que el cónyuge no sea capaz de responsabilizarse de su estado de vida: por ejemplo, se trata de una persona que quiere seguir viviendo de casado igual que de soltero: entrar a la hora que quiere a casa, no ocuparse de los hijos ni de la mujer o del marido, el sueldo quedárselo para sí sin atender las necesidades de la familia y que sean los padres o los suegros quienes paguen las facturas y los comestibles, etc. Otro caso puede suceder cuando una persona padece una grave psicopatía por una drogadicción o alcoholismo, de tal manera que el contrayente está tan deteriorado en el momento de la boda, que no es capaz de valorar los compromisos que adquiere al casarse. O también porque padece una grave esquizofrenia u otra enfermedad mental que le impide valorar los derechos y obligaciones recimatrimoniales.
b) Otra de las causas se da cuando una persona contrae matrimonio sin la suficiente libertad interna. Es decir, por determinadas circunstancias, alguien se casa, pero viéndose obligado a ello. Aquí se ha de tener en cuenta la peculiar personalidad de cada uno y las circunstancias que le rodean. Por ejemplo, se están dando bastantes casos de un noviazgo largo (más de 10 años); él ya tiene unos 39 años, ella unos 35; a ella se le “está pasando el arroz” (por la edad va a ser más difícil que quede embarazada, y todas sus amigas ya están casadas y con hijos); los novios tienen un piso o una casa comprada en común y con una hipoteca a nombre de ambos; las familias ya se conocen entre sí y se tratan mucho; los novios entran con mucha frecuencia en casa del otro y han pasado fines de semana y vacaciones juntos; todo el mundo espera de ellos que se casen… El o ella o los dos están muy a gusto así, pero se sienten en la obligación de dar el paso de la boda. Sienten cariño el uno por el otro, pero ya no es aquel enamoramiento primero. No se atreven a cortar… A veces aparece una tercera persona… En fin, Por todos estos motivos y por otros que pueden surgir, el novio o la novia se siente obligado interiormente a casarse: (Caso del chico al que la novia le apuntó la fecha de la boda en contra de su opinión y él a la fuerza aceptaba. Caso de la chica que tenía a su novio de siempre y conoció a otro; quiso dejar al primero, pero su madre le obligó a seguir con la relación antigua o, en caso contrario, no la dejaría entrar nunca más en casa a visitar a su padre enfermo).
[1] Caso de hombre de las Cuencas mineras que pidió partida de bautismo sin las marginales para “renovar el permiso de armas para cazar” y al poco tiempo vino un comunicado desde Sevilla que se había casado allá. El estaba previamente casado en Asturias. Su matrimonio en Sevilla fue declarado nulo ante la Iglesia por ser bígamo.

Conferencia del lama

El martes 2 de octubre de 2007 se impartió una conferencia en el Auditorio Príncipe Felipe de la ciudad de Oviedo (España) por un lama budista sobre el sufrimiento. Asistió una persona conocida y me habló del contenido y de sus impresiones. Me lo mandó por correo electrónico y, como consideré útil e interesante su contenido, lo publico en el blog por si puede ayudar a alguien.
Un abrazo

Andrés



REFLEXIONES SOBRE UNA CONFERENCIA

El título era atrayente: "El sufrimiento", y el conferenciante me iba a permitir conocer un poco más de cerca una corriente que, siendo muy antigua, tiene en el presente numerosos seguidores y hace gala de poseer un conocimiento y sabiduría grandes para caminar por la vida y encontrar la felicidad. Con todo este atractivo y con el aviso de la gran afluencia de personas al acto, me encaminé hacia allí.
No me habían engañado. La fila para entrar era impresionante; hasta tal punto que la organización, cuando ya estábamos sentados la mayoría, tuvo que habilitar una sala mayor.
Soy observadora y empecé a mirar a mí alrededor, tomando nota de las características de los asistentes; había de todo: personas mayores, hombres, mujeres, y gran número de jóvenes. No quiero olvidar el abundante grupo de religiosas.
Después de la presentación, y entre un gran silencio, veo subir las escaleras desde el patio de butacas a un hombre maduro que caminaba hacia la mesa ayudado por una chica joven, y que vestía un ropaje de vistosos colores, pero humilde.
Con una calma, que denota un gran dominio de la situación, empieza a explicarnos qué es el sufrimiento, y cómo la persona es clave para instalarse en ella o erradicarla de la vida, aunque esto último prácticamente es una quimera por su imposibilidad, todos sufrimos en algún momento de nuestras vidas.
Resumo en "cuatro palabras" lo que a él le llevo cerca de dos horas;
-- Hay sufrimiento porque hay felicidad, y a la inversa.
-- El sufrimiento lo generamos nosotros mismos, con nuestra actitud.
-- ¿Cómo hacer?
* Ser conscientes de que TODO es TRANSITORIO
* No poner nuestra ansia en COSAS perecederas y en TENER
* Practicar el altruismo, ayuda a no mirarse a uno mismo y desprenderse del EGO.
* Poner en marcha el mecanismo para vivir el DESAPEGO
Todo esto con unos minutos de meditación (con nombre exótico), que consiste en un ejercicio de respiración pausada y profunda, inspirando los "HUMOS NEGROS" (así los llamó) de los demás, y espirando los "HUMOS BLANCOS" de uno, que previamente habíamos pasado por una virtual luz blanca que...podíamos instalar a la altura del corazón.
Estas ideas, sin más, fueron explicadas hasta la saciedad, añadiendo, con mucho arte, algún elemento exótico. Parecía interminable, pero, como todo es TRANSITORIO, terminó.
Los aplausos fueros de varios minutos, y vi cómo la gente joven, en teoría la más exigente, se ponía de pie para aplaudir con fuerza y entusiasmo...
Rápidamente mi cabeza empezó reciclar aquello...y llegó a las siguientes conclusiones: ¡¡¡¡Qué mal nos hemos vendido los cristianos!!!!! Primera reflexión. ¡¡¡¡¡Qué mal hemos hecho rodeando de pompa y boato nuestras celebraciones y a nuestra jerarquía!!!!!
Este señor no incorpora a mi vida ninguna esperanza, me ayuda en el aquí y ahora. Una vez muerta seré materia transformable y nada más.
Mi credo, es ESPERANZA pura. Mi muerte no significa mi fin,¡¡ eso sí es materia para el sufrimiento!! ¿Cómo afrontar la vida, aún con sus consejos, si sé que terminaré definitivamente un día? ...y así mis seres queridos. Tengo un Dios que me AMA desde la eternidad, y perdona mis debilidades. Me manda "algo" de sí mismo para que, en mi cortedad, tenga un ejemplo vivo de cómo hacer. Mi LIDER (Jesucristo) es atrayente, innovador, rompedor con lo establecido y defensor a ultranza de la justicia. Es un revolucionario...y por si fuera poco, muere por la humanidad...y ¿cuál es la respuesta? Las Iglesias vacías, la juventud (donde está la autenticidad y las personas sin contaminar) hacen nulo caso, por no decir que denostan mi religión...
Creo que deberíamos reflexionar sobre todo esto. No estamos dando ejemplo con nuestra vida, hemos mezclado "churras con merinas": dinero, política y... la religión de Jesús de Nazaret. En resumen, un desastre ganado a pulso.
Siento ser tan pesimista, pero todo esto llenó mi cabeza durante y después de escuchar al tan esperado lama Jimgpa, bueno, o cómo se llame.

Observaciones sobre "Educación para la Ciudadanía"

ASIGNATURA DE EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

A.- Aportación personal
Ante las preguntas de padres, profesores y cristianos sobre la nueva asignatura (Educación para la Ciudadanía) que el Gobierno español quiere que se imparta en los centros de enseñanza para este curso 2007-2008, y no queriendo hablar simplemente de oídas, he pedido a un amigo el texto o contenido de esta materia para poder leer atentamente y comentar mi impresión, que, ya he de subrayar, no es la de un experto en materias de pedagogía, de magisterio, de filosofía, de ética y/o otras materias afines.
Me han entregado el libro que escribió D. José Antonio Marina para la ESO (Proyecto Secundaria) en la editorial SM, y titulado “Educación para la Ciudadanía”. Voy a comentar algunos puntos, que, desde mi punto de vista, conviene resaltar. Los destinatarios de estos apuntes son padres cristianos, profesores y cristianos en general preocupados con este tema.
A.1.- El índice de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, en el libro arriba reseñado, es el siguiente:
Tema 1.- ¿Qué es la ciudadanía?
- La necesidad de vivir en sociedad.
- Ciudadanos de un Estado y ciudadanos del mundo.
- Una sociedad justa y feliz.
- Un gran proyecto humano.
- Educación emocional: La convivencia y los sentimientos.
- Razonamiento práctico. Pensar juntos: el debate.
- A fondo… El botellón.
Tema 2.- La resolución inteligente de conflictos.
- La inteligencia, los problemas y los conflictos.
- Grandes problemas y conflictos actuales.
- Las soluciones justas.
- Instituciones que ayudan a buscar la justicia.
- Educación emocional: Los sentimientos y los conflictos.
- Razonamiento práctico. Crear normas para resolver conflictos.
- A fondo… La violencia en la escuela.
Tema 3.- La lucha por la felicidad.
- La lucha contra la esclavitud.
- La lucha por la democracia.
- La lucha por la igualdad de la mujer.
- Los derechos humanos protegen los valores.
- Educación emocional: sentimientos convenientes.
- Razonamiento práctico. Ejercer el pensamiento crítico.
- A fondo… Un derecho muy especial: el derecho a la educación.
Tema 4.- La dignidad y los derechos humanos.
- La dignidad humana.
- ¿Cuáles son los derechos humanos fundamentales?
- Los deberes.
- ¿Podemos vivir sin normas?
- Educación emocional: el respeto y la autoridad.
- Razonamiento práctico. Desmontar prejuicios.
- A fondo… La violencia de género.
Tema 5.- ¿Cómo debe de ser el buen ciudadano?
- El buen ciudadano y la convivencia cívica.
- Ser responsable.
- Ser justo.
- Ser solidario.
- Educación emocional: ¿Cómo puedo hacer lo que no tengo ganas de hacer?
- Razonamiento práctico. Tomar decisiones.
- A fondo… Consumo responsable.
Tema 6.- ¿Quién soy yo?
- La psicología en el proyecto de una sociedad justa.
- La propia identidad.
- La afirmación de uno mismo.
- El mejor proyecto.
- Educación emocional: El miedo y la valentía.
- Razonamiento práctico. Analizar la publicidad: Crítica de los “modelos” de éxito.
- A fondo… Las drogas frente a la libertad.
Tema 7.- La convivencia con los cercanos.
- La amistad.
- La sexualidad.
- La familia (1).
- La familia (2).
- Padres, hijos, hermanos.
- Educación emocional: Los sentimientos en la convivencia íntima.
- Razonamiento práctico. Analizar los problemas de la comunicación.
- A fondo… Los jóvenes y la familia.
Tema 8.- La convivencia con los demás ciudadanos.
- La convivencia en la localidad.
- El trabajo.
- La emigración y la interculturalidad.
- La marginación.
- Educación emocional: Los sentimientos contrarios a la convivencia.
- Razonamiento práctico. Realizar una exposición oral para resolver un conflicto.
- A fondo… La globalización.
Tema 9.- La democracia.
- Los principios básicos de la democracia.
- Los poderes políticos.
- La Constitución española.
- El Estado de las Autonomías.
- El ciudadano.
- Educación emocional: Sentimientos creadores.
- Razonamiento práctico. Analizar y contrastar noticias.
- A fondo… ¿Quién manda en el mundo?

A.2.- Los comentarios que se me ocurren (sin ánimo de ser exhaustivo), a tenor del texto citado, son los siguientes:
- Aparentemente estamos ante un texto que trata de mantenerse neutral ante otras corrientes ideológicas, filosofías y doctrinas religiosas. Se reconocen las aportaciones del cristianismo en algún momento (cfr. Tema 1. ‘Ciudadanos de un Estado y ciudadanos del mundo’, p. 15[1]) y procura no resaltar o aludir a los aspectos más controvertidos de las religiones.
- A la hora de examinar el contenido de Educación para la Ciudadanía hay que mirar lo que se dice, pero también lo que no se dice o se omite, y que muchas veces es tan importante como lo primero. Además, se hacen afirmaciones fundamentales, que no se justifican ni razonan y se han de aceptar “porque sí”. Esto puede llevar a un voluntarismo (hay que hacer las cosas porque sí, porque está mandado, porque está acordado…), a un relativismo (no existe una verdad objetiva, sino que nada puede darse por verdad absoluta, o la verdad puede cambiar), a un exclusivismo (que rechaza a todos aquellos que no se adecuan a los planteamientos o normas aquí planteados). Al final y por este exclusivismo, se puede caer en un totalitarismo en nombre de la libertad, de la Ética universal y de los Derechos Humanos.
- Se trata de un texto muy farragoso y denso. Digo esto pensando para los chicos a los que va dirigido. Es mi impresión, aunque también es verdad que yo no tengo demasiada experiencia escolar con chicos de estas edades.
- Algunas de las afirmaciones que se hacen en el libro no pueden ser compartidas por la fe cristiana. Aparentemente sus afirmaciones pueden parecer inocuas, pero en realidad están en contra de palabras de Jesús en los evangelios. Por ejemplo, en el Tema 1, ‘Una sociedad justa y feliz, se dice que la felicidad personal prácticamente sólo puede conseguirse en un ambiente que no lo impida y a ser posible en una sociedad feliz. “Quienes viven en un país muy pobre, o muy inseguro, van a tener más dificultades para ser felices” (p. 16). De esta manera, los que viven en África, gran parte de Asia, Hispanoamérica, Europa del Este, y en las bolsas de pobreza del mundo occidental no puede lograr esa felicidad personal o les será muy dificultoso. Se insiste en la misma idea un poco más adelante (p. 18). Según esta afirmación, la felicidad depende en gran manera de las cosas externas y materiales, y Jesús nos ha dicho que “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4, 4).
En otro lugar de este mismo punto y tema se define la felicidad personal como “un estado de satisfacción personal y de plenitud en el que podemos desarrollar nuestro proyecto de vida” (p. 17). En esta definición se alude únicamente a los sentimientos y logros subjetivos e individuales, sin mencionar a las demás personas que nos rodean, sin mencionar que nuestra felicidad está en sintonía con la felicidad de las demás personas, sin mencionar algo objetivo y una verdad a la que tienda nuestro proyecto y nuestra felicidad. La felicidad aparece como muy frágil, pues puede romperse esa “satisfacción” en cualquier momento o quedar frustrada por no alcanzar el proyecto individual. Además, parece que la felicidad que aquí se proclama es la de los vencedores.
- En algunos momentos los contenidos parecen sacados de un tratado de psicología y se dan pautas psicológicas de comportamiento y de acción para uno mismo y para los demás (Tema 1. ‘Educación emocional: La convivencia y los sentimientos’, pp. 20-21).
- En el Tema 1.’ Razonamiento práctico. Pensar juntos: el debate’, p. 22, se propone realizar un debate enfrentando argumentos, justificándolos y eligiendo “el que parezca más verdadero”. También se dice que en el debate es necesario llegar a conclusiones y votar los acuerdos. En principio no se ha de objetar nada a esta formulación, pero profundizando un poco nos damos cuenta que se trata simplemente de exponer razonamientos e ideas, y finalmente elegir, no la verdad, sino lo que nos parezca que es la verdad. Y a veces a esa verdad se llega por votación. La verdad es lo que diga la mayoría, que hoy puede ser una y mañana otra, con lo que caeríamos en el relativismo.
- En esta misma línea se encuentra una afirmación presente en el tema siguiente, ‘Tema 2. La resolución inteligente de conflictos’, concretamente en el apartado titulado ‘La inteligencia, los problemas y los conflictos’. En efecto, en la página 31 se dice: “Una solución es justa cuando atiende las razones de todos, las valora imparcialmente y permite resolver un conflicto, respetando las normas básicas necesarias para convivir.” Pero en ningún momento se hace alusión a la verdad. La justicia no es simplemente lo que convence a todos y respeta a todos, donde todos pierden un poco y ganan un poco. Si la justicia no se asienta en la verdad, su fundamento es endeble.
- En el Tema 2, concretamente en el apartado titulado ‘las soluciones justas’ (p. 35), se dice que las grandes soluciones para resolver los conflictos en la humanidad son la Moral; cada cultura, cada sociedad y cada religión tiene su propia Moral, lo cual ha ocasionado problemas. Por eso, es mejor –dice el texto- llegar a una Ética válida para todos. Ésta se formaría de coger un poco de un lado y otro poco de otro; de ganar todos un poco y perder todos un poco. Sería una Ética aceptada y consensuada por todos o por una mayoría, independientemente de que esté basada en la verdad o en lo justo, objetivamente hablando; con tal que esta Ética sea aceptada por todos o por la mayoría es suficiente. Luego aparece el Derecho, es decir, las normas y leyes que promulga un Estado. “La Ética y el Derecho son las mejores soluciones para resolver los conflictos humanos.” Con esta afirmación se endiosan la normativa estatal y las normas éticas aprobadas por la mayoría. Todo es fruto de pactos y acuerdos, que pueden ser cambiados más adelante. El modelo y medida es lo que apruebe la mayoría, y no la referencia a una verdad objetiva.
- En este mismo Tema 2, en el apartado de ‘los sentimientos y los conflictos’, se dice que los buenos sentimientos de las personas para resolver o evitar los conflictos son la empatía, la compasión y la tolerancia (p. 39), pero en ningún momento se hace referencia al amor. De esta manera se oculta u obvia una de las mayores motivaciones del ser humano en su relación con los demás: el amor. Por eso, vemos que la Ética aquí propuesta se queda muy corta frente a lo que propone el Evangelio: el amor universal entre los hombres. Amor que va más allá de la mera justicia, o de la mera empatía, o de la mera compasión, o de la mera tolerancia[2].
- En el Tema 3, ‘La lucha por la felicidad’, concretamente en el apartado titulado ‘Los derechos humanos protegen los valores’ (p. 55) se dice que los valores éticos más importantes son los bienes materiales y educativos, la libertad, la igualdad, la seguridad y la paz. En ningún momento se hace referencia a la verdad, como algo objetivo y válido a través de los tiempos y de las personas (p. 68).
- En este mismo tema 3, en el apartado ‘sentimientos convenientes’ (p. 57), se habla del optimismo y de pesimismo, pero se deja de lado el realismo de la persona y de sus circunstancias, y la aceptación de las mismas. Estos dos sentimientos (ser realista y aceptarse) son muy importantes en la lucha por la felicidad, tal y como titula el tema 3.
- Para terminar las observaciones a este tema 3, en el apartado ‘A fondo… Un derecho muy especial: el derecho a la educación’ (p. 61), se dice que “el Estado, en representación de los ciudadanos (en este caso de los padres) protege los derechos de los niños” y tiene el deber de asegurar que todos reciban una educación. Lo que puede esconderse detrás de esta afirmación, como la experiencia nos dice, es que es el Estado quien marca cómo debe de ser esa educación para los niños, incluso a veces en contra de la opinión de los propios padres. El Estado es subsidiario de los padres, pero, al final y en esta asignatura, se convierte en el ente que marca contenidos, criterios y directrices suplantando a los mismos padres.
- En el Tema 4, se reseñan unos derechos humanos fundamentales (p. 69), luego se habla de los deberes, pero la fundamentación de estos es francamente pobre: “los deberes éticos, que son los que contribuyen a la realización del proyecto ético común. El gran proyecto humano consiste en construir un mundo feliz y justo. Los deberes éticos, por tanto, derivan de un proyecto (el cual puede cambiar). Y tenemos que cumplirlos todos si queremos que el proyecto, la ‘casa común’, se realice (mero voluntarismo).”
El resto de observaciones a realizar irían en el mismo sentido de lo apuntado hasta aquí. Mi impresión personal es que nos encontramos ante una formulación ética que propugna el relativismo, el voluntarismo, obviando temas tan importantes como la verdad objetiva.

A continuación adjunto un documento que puede aclarar más las cosas, incluso más que mi aportación. Se trata de la declaración de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española.

ADJUNTO
B.- Nueva declaración de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española sobre la Ley Orgánica de Educación (LOE) y sus desarrollos: Profesores de religión y "Educación para la Ciudadanía". Madrid, 20 de junio de 2007
II. “Educación para la ciudadanía”
11. La LOE ha introducido en el sistema educativo español una nueva asignatura obligatoria, conocida como “Educación para la ciudadanía”, cuyo objetivo, tal como resulta articulada en los Reales Decretos, es la formación de la conciencia moral de los alumnos. La publicación de las correspondientes disposiciones de las Comunidades autónomas y de algunos manuales de la materia ha venido a confirmar que ése es el objetivo de la nueva asignatura. En nuestra Declaración del 28 de febrero expusimos los motivos por los que tal disposición implica una lesión grave del derecho originario e inalienable de los padres y de la escuela, en colaboración con ellos, a elegir la formación moral que deseen para sus hijos. Se trata de un derecho reconocido por la Constitución Española (art. 27, 3). El Estado no puede suplantar a la sociedad como educador de la conciencia moral, sino que su obligación es promover y garantizar el ejercicio del derecho a la educación por aquellos sujetos a quienes les corresponde tal función, en el marco de un ordenamiento democrático respetuoso de la libertad de conciencia y del pluralismo social. En cambio, con la introducción de la “Educación para la ciudadanía” de la LOE –tal como está planteada en los Reales Decretos– el Estado se arroga un papel de educador moral que no es propio de un Estado democrático de Derecho. Hablamos de esta “Educación para la ciudadanía”. Otra diferente, que no hubiera invadido el campo de la formación de la conciencia y se hubiera atenido, por ejemplo, a la explicación del ordenamiento constitucional y de las declaraciones universales de los derechos humanos, hubiera sido aceptable e incluso, tal vez, deseable.
12. Las disposiciones de la LOE y de sus desarrollos sobre “Educación para la ciudadanía” han causado una creciente y comprensible preocupación en los padres de alumnos. También han puesto en dificultades a los centros educativos. Por un lado, los centros católicos o inspirados en la doctrina católica se verían obligados por la Ley a introducir en su programación una asignatura que no resulta coherente con su ideario, puesto que –según el actual currículo– no es conforme con la Doctrina Social de la Iglesia, tanto por su carácter de formación estatal obligatoria de las conciencias como por sus contenidos. Por otro lado, los centros educativos del Estado, perdiendo su obligada neutralidad ideológica, impondrán a quienes han optado por la religión y moral católica otra formación moral no elegida por ellos, sin que éstos puedan gozar de la protección que el carácter propio otorga a quienes estudian en centros de iniciativa social católica. En los centros estatales estudian la mayor parte de los hijos de padres católicos. En cualquier caso, todos los alumnos, católicos o no, quedan afectados en sus derechos, ya que a ninguno se le puede imponer una formación moral no elegida por él o por sus padres: “ni una supuestamente mayoritaria, ni la católica, ni ninguna otra” (Declaración de 28 febrero).
13. En esta situación, se han planteado muchas dudas acerca del modo adecuado de responder a tal desafío. En nuestra Declaración de febrero hemos exhortado a todos a actuar de modo responsable y comprometido ante una asignatura inaceptable tanto en la forma como en el fondo. Los medios concretos de actuación de los que disponen los padres y los centros educativos son diversos. No hemos querido ni queremos mencionar ninguno en particular. Deseamos, en cambio, recordar que la gravedad de la situación no permite posturas pasivas ni acomodaticias. Se puede recurrir a todos los medios legítimos para defender la libertad de conciencia y de enseñanza, que es lo que está en juego. Los padres harán uso de unos medios y los centros, de otros. Ninguno de tales medios legítimos puede ser excluido justamente en ninguno de los centros en los que se plantea este nuevo desafío: ni en los centros estatales ni en los de iniciativa social.
Cuando está en cuestión un derecho tan fundamental, como el de la libertad de conciencia y de enseñanza, todos –y los católicos, en particular– debemos mostrarnos unidos en su defensa.
Confiamos de nuevo a María, Madre de la Iglesia, la tarea de todos los educadores, en particular de los padres y de las escuelas.
[1] “Los filósofos griegos y latinos, y también el cristianismo, fueron los primeros en defender la fraternidad entre todos los humanos.”
[2] A este respecto, resultan muy clarificadoras las palabras del Papa Benedicto XVI en su encíclica “Dios es amor”, en el número 28: “El amor —caritas— siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa. No hay orden estatal, por justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor. Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre. Siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá soledad. Siempre se darán también situaciones de necesidad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo. El Estado que quiere proveer a todo, que absorbe todo en sí mismo, se convierte en definitiva en una instancia burocrática que no puede asegurar lo más esencial que el hombre afligido —cualquier ser humano— necesita: una entrañable atención personal […] Este amor no brinda a los hombres sólo ayuda material, sino también sosiego y cuidado del alma, un ayuda con frecuencia más necesaria que el sustento material. La afirmación según la cual las estructuras justas harían superfluas las obras de caridad, esconde una concepción materialista del hombre: el prejuicio de que el hombre vive « sólo de pan » (Mt 4, 4; cf. Dt 8, 3), una concepción que humilla al hombre e ignora precisamente lo que es más específicamente humano.”

Charla sobre la sexualidad

(Además de las homilías, en ocasiones publicaré aquí algunas de las charlas que imparto en algún momento de mi tarea sacerdotal. Comienzo con ésta sobre la sexualidad).
En el primer semestre de 2006 acudí a la parroquia de Turón (Asturias) para impartir una charla sobre las nulidades eclesiásticas. En la charla apunté algunas de las causas más frecuentes de nulidad canónica matrimonial: inmadurez, falta de libertad, alcoholismo, drogadicción, ludopatía, psicopatologías y desviaciones sexuales. De aquí surgió la idea en algunos de los asistentes para que volviera en otra ocasión a Turón y diera una charla “sobre el sexo” (¡sic!). La verdad es que yo no me encontraba preparado (ni me encuentro) para hablar –en una charla- sobre este tema, ya que no es mi especialidad, sino que entra más bien en el ámbito de un moralista. Sin embargo, ante la insistencia de la gente he aceptado, finalmente, preparar la charla e impartirla.
Hablaré de la sexualidad, no tanto desde un punto de vista físico o médico, sociológico…, sino desde unos principios antropológicos, bíblicos y teológicos, como sacerdote de la Iglesia Católica que soy. Por supuesto, no pretendo agotar el tema y dejo muchas cosas en el tintero. Podría decirse que esta charla… es una ligera aproximación al tema de la sexualidad.
1) La sexualidad ha sido creada por Dios y es buena
La sexualidad en el ser humano es buena y ha sido creada por Dios. Esta es la afirmación básica de la que hemos de partir. En efecto, en el relato de la creación que nos hace la Biblia, en el primer capítulo del Génesis, se dice a cada paso y a cada acción creadora de Dios: “Y vio Dios que era bueno” (Gn. 1, 10.12.18.21.25). Y termina el relato de este modo: “Vio entonces Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno (Gn. 1, 31). No sólo “era bueno”, sino que “era muy bueno”. Y en ese “todo” también viene comprendida la sexualidad humana. En efecto, algunos versículos atrás, al describir la creación del hombre, lo hace de este modo: “Y creó Dios a los hombres a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios diciéndoles: ‘creced y multiplicaos” (Gn. 1, 27-28). Si hemos sido creados a imagen de Dios y si hemos sido creados “varón y hembra”, entonces es que, como decía el Papa Juan Pablo I, Dios es Padre, pero también es Madre; Dios tiene el componente masculino, pero también el femenino.
Por tanto, para la Iglesia y para los cristianos la comprensión del sexo ha de ser siempre muy positiva. El sexo se ha de entender como algo maravilloso. Sí, maravilloso, porque Dios lo pensó como FUENTE DE AMOR Y DE VIDA. Dios inventó el sexo, podríamos decir; de Él procede y tiene ante Él una enormemente importancia, ya que Dios es también Amor y Vida. Por ello, el sexo no puede ser malo en absoluto. Si Dios quiso añadir a la unión corporal entre hombre y mujer un intenso placer físico no es para ponernos piedras de tropiezo, sino para encender y aumentar el amor de los esposos y, como fruto de ese amor, originar nuevas vidas.
2) El pecado también influye en la sexualidad
Pero esta realidad maravillosa, que es la sexualidad y que se ha descrito, fue desordenada por el pecado. También otras realidades humanas fueron desestabilizadas por el pecado (: el trabajo humano (“con fatigas comerás sus frutos… con el sudor de tu frente comerás el pan” [Gen. 3, 17.19]), los odios entre hermanos (“Caín se lanzó contra su hermano Abel y lo mató” [Gen. 4, 8]), etc.). Veamos cómo se nos cuenta el Génesis las consecuencias del pecado en las relaciones entre un varón y una mujer:
- Cuando Adán ve a Eva, exclama: “Ella es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn. 2, 23). ¡Qué piropo más bonito! Pero, cuando Eva le dio a Adán a comer del fruto prohibido y él comió, y luego se vio pillado ante Dios, Adán dijo aquello de: “la mujer que me diste por compañera me ofreció el fruto del árbol y comí” (Gn. 3, 12). Es decir, Adán pone distancia con Eva y encima se excusa y justifica él acusándola a ella y echándole toda la culpa.
- “A la mujer (Dios) le dijo: multiplicaré los dolores de tu preñez, parirás a tus hijos con dolor; desearás a tu marido, y él te dominará (Gn. 3, 16).
-“Al hombre le dijo: […] volverás a la tierra, de la que fuiste formado, porque eres polvo y al polvo volverás” (Gn. 3, 19).
Así, comprobamos claramente como del primer pecado viene la muerte, la rivalidad, las iras, los rencores, las rencillas... en todos los órdenes de la vida humana, también en el sexual, en la relación de pareja, en el matrimonio. Pero también es cierto que la salvación que Dios ofrece alcanza, no sólo al alma, sino de igual modo al cuerpo, comprendiendo la sexualidad. Y ésta que era buena, por ser creada por Dios, antes del pecado, después de éste sigue siendo algo bueno.
3) Una aproximación a la definición de la sexualidad
a) Al crear al hombre como varón y mujer, Dios quiso que el ser humano se expresase de dos modos distintos y complementarios, igualmente bellos y valiosos.
Pero, ¿por qué les ha hecho diferentes? La procreación no puede ser la única razón. La sexualidad humana significa una clara disposición hacia el otro. Manifiesta que la plenitud humana reside precisamente en la relación, en el ser-para-el-otro. Impulsa a salir de sí mismo, buscar al otro y alegrarse en su presencia. Es como el sello del Dios del amor en la estructura misma de la naturaleza humana.
Aunque cada persona es querida por Dios «por sí misma» y llamada a una plenitud individual, no puede alcanzarla sino en comunión con otros. Está hecha para dar y recibir amor. De esto nos habla la condición sexual que tiene un inmenso valor en sí misma. Por tanto, el amor de pareja, el amor conyugal, sólo puede florecer en dos seres a la vez distintos y complementarios. Por ello, Dios ha unido el amor y la sexualidad en una íntima comunión. No pueden existir, para Dios, uno sin la otra o viceversa.
Ambos sexos están llamados por el mismo Dios a actuar y a vivir conjuntamente. Esa es su vocación. Se puede incluso afirmar que Dios no ha creado simplemente al hombre varón y mujer para que engendren nuevos seres humanos, sino que, justo al revés, el ser humano tiene la capacidad de engendrar para perpetuar la imagen divina que él mismo refleja en su condición sexuada. El otro día me comentaba una persona que recordaba una frase de su madre, ya difunta, sobre el matrimonio. Decía que la relación matrimonial es vivir ya el paraíso en la tierra.
b) Por otra parte, no podemos caer en la identificación de “sexualidad” y “genitalidad”. La sexualidad se expresa a través del cuerpo, el cual manifiesta el amor que viene de Dios y que conduce a Dios. No se ha de pensar exclusivamente en el gesto genital de las relaciones completas, sino también en todas aquellas expresiones afectuosas que se intercambian las personas y que poseen cierto tono sexual. El gesto, la mirada, la palabra, el tono, el abrazo y el beso son expresiones de los cinco sentidos del hombre; el elemento sexual no se manifiesta de modo exclusivo entre los esposos: también las actitudes del padre o de la madre respecto a sus hijos están codeterminadas por el sexo respectivo. Esto se aplica igualmente a las amistades entre personas de distinto sexo, a las que es ajena, sin embargo, cualquier expresión genital o una intención de aprovechamiento sexual o de vínculo erótico. El hombre expresa su personalidad en su condición corporal[1].
La expresión sexual es tanto más sana y noble cuanto más supera la esfera física y sensible y, asumiéndola, se convierte en el auténtico testimonio del amor fiel. Ella profundiza y presupone la amistad humana personal y, según la doctrina de la Biblia, exige el pacto indisoluble de amor. La unión corporal está destinada a participar del diálogo total y de la comunidad vital. Al significado unitivo del amor sexual genital le es inherente otro trascendente: la unión conyugal significa apertura a la transmisión de la vida. La misma unión, si es auténtica, es creadora de valores espirituales y enriquece a los cónyuges de suerte que pueden extender su amor a los demás y, por ello, participa de la acción creadora de Dios trayendo nueva vida a este mundo. El amor conyugal transmite vida en el sentido corporal, pero también en educación a la plena estatura humana.
4) La sexualidad marca la diversidad y la complementariedad del ser humano
En la Biblia se nos dice que fue Dios quien creó al ser humano, pero los creó de modo diferenciado (“Varón y hembra los creó” [Gn. 1, 27]) y les dio la misión de crecer y de multiplicarse. Esta diferenciación e igualdad debe de tener un sentido:
a) El varón y la mujer son iguales en dignidad, pues de ambos se dice que han sido creados a imagen y semejanza de Dios. Llevan en ellos impreso el rostro de Dios y, cuando Dios les mira, se ve reflejado en todos y cada uno de ellos. Da lo mismo que sean de un color o de otro, que sean de un país o de otro, que sean ricos o pobres, jóvenes o viejos, varones o mujeres, Dios ha creado al ser humano a imagen suya. Por ello, todos los seres humanos: todos los varones y todas las mujeres, tienen para Dios la misma dignidad.
b) Pero la diferencia de sexos dentro del ser humano les hace diferentes no sólo físicamente, sino también sentimentalmente, intelectualmente, espiritualmente… Porque varón y mujer resultan complementarios. Lo específico de cada sexo hace el equilibrio, la balanza del otro. Un especialista sexólogo escribía lo siguiente:
- Dentro de una relación, el varón será siempre más impulsivo. Dada su naturaleza activa, tenderá a la relación inmediata. La mujer, por sus características, será siempre más receptiva, esperará que se le considere y valore en todo lo que ella vale.
-El varón será siempre potente y arrojado. La mujer desarrollará su capacidad magnética. Desde las células germinales aparece esta característica: el espermatozoide es luchador, combativo, activo, emprendedor. Afanoso, va en busca de su complemento. El óvulo, por el contrario, espera; se caracteriza por su tranquilidad receptora, se deja querer. Sabe que el esperma lo necesita para lograr su fin, y parece que no le corre ninguna prisa.
- El impulso sexual entre varón y mujer es, pues, diferente, y habrá que tenerlo en cuenta para que la relación conyugal sea armónica y no una fuente de conflictos.
- En la mujer predomina la afectividad sobre la sensualidad, por lo que para ella será más importante la seguridad de saberse amada que la unión corporal. De ahí que la unión entre los esposos deba comenzar por la unión de sus corazones; de este modo, la unión de sus cuerpos vendrá a ser la culminación de aquello que ha comenzado en el interior de cada uno.
5) Resumen de principios y consecuencias
a) Los principios hasta ahora reseñados se pueden resumir del siguiente modo:
- La sexualidad es buena, porque ha sido creada por Dios.
- El pecado ha desordenado la creación, al ser humano y sus relaciones. También ha influido negativamente en la sexualidad humana.
- La salvación que nos ofrece y da Dios en su Hijo Jesucristo alcanza, no sólo al alma, no sólo a la mente, no sólo al cuerpo, sino también a la sexualidad humana.
- La sexualidad es expresión del mismo Dios que se entrega. Por eso, el varón y la mujer se perfeccionan y llegan a su plenitud en la entrega mutua. El varón es el ser para la otra. La mujer es el ser para el otro.
- Sexualidad y amor están íntimamente conectados y conexionados. No puede ni debe darse uno sin el otro.
- No se debe confundir sexualidad y genitalidad. Identificarlos supone un reduccionismo de la sexualidad.
- Las relaciones sexuales (no simplemente genitales), que alcanzan a todos los seres y en todos los ámbitos de la vida: amistad, padres-hijos, noviazgo, matrimonio… tienen distinta forma de expresarse. En la concepción cristiana, la sexualidad en su aspecto de genitalidad está reservada al matrimonio.
b) Algunas consecuencias de todo lo anteriormente expuesto serán éstas:
- Hemos de aprender a emplear correctamente las palabras o expresiones a la hora de designar diversos hechos. Es bastante común decir “hacer el amor” para referirse a la realización del coito. Entiendo que no significa lo mismo realizar el coito con una prostituta “a la que se paga sus servicios”, con una chica o chico que se acaba de conocer y que no se volverá a ver más, con un ligue de verano, con un novio/a con el/la se va a contraer matrimonio próximamente, con el cónyuge…
- “Hacer el amor” debe significar primero y sobre todo… AMARSE. Amarse con un amor de amistad, con un amor de sentirse aceptado tal y como uno es, con un amor de admiración por el otro/a, con un amor de ponerse en lugar del otro, con un amor de desear en todo momento el bien del otro/a, con un amor de querer siempre perder de sí mismo para que gane el/la otro/a… En definitiva sólo puede “hacer el amor” aquel que ame y se sienta amado tal y como nos lo dice S. Pablo en la famosa definición[2] que nos da en la 1ª Carta a los Corintios: “el amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia, ni orgullo, ni jactancia. No es grosero, ni egoísta; no se irrita ni lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta. El amor no pasa nunca” (1ª Cor. 13, 4-8).
- “Hacer el amor” no consiste simplemente en desnudarse, en tocarse los genitales, en introducir el pene en la vagina y en eyacular dentro de ella. Consiste en la comunicación que tienen un hombre y una mujer con sus ojos al verse; con sus palabras cuando se interesan uno por otro (cómo han pasado el día, qué preocupaciones han tenido o qué alegrías); con las palabras que dicen cosas bellas (“¡qué vestido más bonito tienes!, ¡qué bien te sienta!, ¡qué bien te queda bien ese peinado!…”); con los oídos cuando se deja el partido de fútbol o la carrera de Fernando Alonso o el Diario de Patricia o Ana Rosa Quintana o el programa de televisión que más me gusta para escuchar a mi amado/a; con los gestos que demuestran atención y no ausencia; con los gestos que no hieren; con los dedos y manos que acarician las mejillas, el pelo, la mano; con los detalles de educación y no sólo cuando soy novio o novia, sino incluso después[3].
- En la relación de pareja debe de existir un respeto mutuo sobre los modos de pensar del otro/a. No se trata de crear fotocopias o clones, de tal manera que seamos iguales en todo: en las ideas políticas, en las aficiones, en los gustos culinarios, en las ideas religiosas, etc. Recuerdo que, estando de cura en N, me vino cierto día una chica que era catequista y me dijo que tenía que dejar de ser catequista. Yo pensé que era por el trabajo de su casa: ganado, tierras, atención del hogar ante los padres mayores. Pero me dijo que lo tenía que dejar, porque su novio se lo exigía, ya que éste no era creyente. Yo le dije que hiciera lo que quisiera, pero que, si siendo novios, él ya se imponía de esa manera y no respetaba sus ideas, ¿qué sería una vez de casados? Por otra parte el respeto mutuo significa que se eviten los desprecios de uno u otro, de uno y otro ante los amigos y los conocidos y los familiares. También se han de evitar las bromas de mal gusto ante los demás siempre a costa del cónyuge, quedando uno por el listo/a y el otro por el tonto/a. Igualmente se ha de evitar el decir y repetir siempre lo negativo de la familia del otro/a y, sin embargo, no se consiente que el otro/a se meta con la familia propia.
- En las relaciones sexuales y más concretamente en las genitales debe existir el respeto mutuo. No se puede obligar a la pareja a realizar la felación, o el sexo anal, o ponerse determinadas prendas, ver determinadas películas o revistas pornográficas, o a realizar determinados tocamientos, si esa persona no está de acuerdo con ello. La relación sexual no se trata de una competición para causar placer, para hacer “el más difícil todavía”, para adquirir nuevas experiencias que alimenten el ego o la soberbia. EL RESPETO MUTUO SERÁ INDICIO DEL AMOR MUTUO.
Quedan aún muchos temas por tratar, pero no hay más tiempo ni espacio. Entre los temas que quedan destacaría la educación de los niños y jóvenes en la sexualidad, la sexualidad y sus diferentes manifestaciones a lo largo de los años en el matrimonio, relaciones prematrimoniales, métodos anticonceptivos y la moralidad de los mismos, homosexualidad, etc.
[1] Recuerdo que, en cierta ocasión, siendo yo formador del Seminario, y estando con un seminarista de unos 16 años y más alto que yo, le hice una broma y le pasé mi brazo por sus hombros como para pedirle disculpas. De repente, él puso su cabeza sobre mi hombro y se quedó muy pegado a mí. Tenía una historia detrás de mucho sufrimiento familiar y estaba falto de cariño. Yo le abracé, porque comprendí que necesitaba ternura y contacto físico. Necesitaba el abrazo de alguien que lo quisiera y lo protegiera. Esto es un ejemplo de sexualidad no genital, es decir, de expresión corporal de cariño, simplemente de cariño.
[2] Recuerdo que hace años me vino una mujer con una revista del corazón en donde una psicóloga escribía cuáles eran los síntomas del enamoramiento: sudoración en las manos, palpitaciones, insomnio, etc. Me decía esta mujer que ella tenía algunos de estos síntomas, pero que otros no y me preguntaba si estaría enamorada. Yo le contesté que también los cristianos teníamos nuestra “revista del corazón” y en ella se nos decían los síntomas del enamoramiento. Cogí la Biblia y le leí el texto de 1ª Corintios 13, 4-8.
[3] Había un sacerdote que viajaba en el metro de Madrid siempre a una misma hora y hacía siempre el mismo trayecto. Al ir siempre en el mismo vagón observó que, normalmente, también allí estaba la misma gente. Se fijó en un chico que estaba en una esquina. En la otra estaba una chica. Cierto día que llovía, la chica traía un paraguas. Al salir del vagón a ella se le olvidó el paraguas y el chico, muy educado, lo recogió y salió detrás de ella. “Señorita, se le olvidó el paraguas”, le dijo muy amablemente. Ella le dio las gracias. A partir de aquel instante se ponían siempre juntos y hablaban animadamente. Pasado un tiempo, el sacerdote vio que tenían anillos en sus dedos. Se habían casado. Luego el sacerdote fue trasladado a otro lugar. Pasados unos dos años volvió a hacer el mismo trayecto y volvió a ver al joven matrimonio. Un día en que llovía, a ella se le olvidó el paraguas, y entonces él lo cogió, salió tras ella y le dijo de un modo brusco: “Te dejaste el paraguas olvidado. ¡Cualquier día olvidas la cabeza!”.